Los siempre fascinantes casos de humanoides y sus extrañas circunstancias vuelven a ser protagonistas hoy en ufopolis a tenor de los acontecimientos que narra el investigador Grzegorz Domanski del Centro de Investigación Ovni de Legnina, Polonia sobre un caso de encuentros del tercer tipo totalmente increíble. El caso de un hombre de seudónimo Wladyslaw S. (elegido para mantener su privacidad) es uno de los más curiosos de los que tenemos referencia.

Domanski conoció a Wladyslaw S. a través de su tía Halina S. quien, desde hacía ya algunos años había realizado negocios con él. Pronto se hicieron amigos, se cayeron bien. Aquel propietario de una tienda de alimentación le había pedido en alguna ocasión algún adelante de dinero a la tía del investigador del caso para poder pagar el alquiler. Con el paso del tiempo, Halina llegó a escuchar de boca de Wladyslaw una increíble historia de la que hablaba muy pocas veces en su vida, solo en círculos de confianza. Aún le traumatizaba.

Y eso que aquel hombre jamás estuvo interesado en los enigmas relacionados con los ovnis. Pero tras lo que le pasó hubo hubo un cambio en él. Su actitud, al parecer cambió radicalmente a raíz de su encuentro. Se convirtió en un firme defensor del medio ambiente y participó en numerosas manifestaciones contra el gobierno y el capitalismo. Su mentalidad había cambiado tanto que Halina consideraba prácticamente que era otra persona. Ahora tenía más vigor, mayor sentido del humor y, sin duda, era mucho más activo. Wladyslaw le contó a Domanski que su primer contacto tuvo lugar en la segunda parte de la década de los 80 y que a partir de ahí había experimentado numerosos incidentes de fallos eléctricos en su entorno, sangrado espontáneo de las vías respiratorias, sueños recurrentes con los seres que vio y episodios de missing time, llegando incluso a ocurrirle varias veces al día. Otra interesante característica antes de pasar al relato en sí, es que Wladyslaw jamás llegó a recordar el 100% de sus experiencias, argumentando que existían diferentes partes de las mismas que quedaban borradas de su mente. Argumentaba este hombre que cuando vivía aquello sabía que su estado mental estaba alterado, que no vivía la realidad tal y como era.

Sin especificar detalles de fechas, Wladyslaw comentó que sus episodios de abducción eran cíclicos y empezaban a las seis de la tarde, cuando cerraba su tienda y se dirigía a su casa situada a unos kilómetros de Legnina. En el transcurso del viaje andando, en ocasiones comenzaba a sentir una extraña sensación de tiempo perdido, encontrándose poco después en los bosques de los alrededores de su casa.

En ocasiones observaba algo que le dejaba sin aliento: un artefacto volador del tamaño de un pueblo entero que venía directamente a por él. Era tan grande, decía, que era difícil distinguir su forma. Parecía ovalado y muy largo con luces de color azul que pulsaban y que iluminaban todo su perímetro.

Nadie más lo veía, nadie viajaba cerca de él cuando ocurría. Nada en la carretera. Nada, todo controlado, un entorno perfectamente dirigido, esa campana de irrealidad. Wladyslaw S. comentó que siempre ocurría igual. Un rayo de luz azul descendía sobre él y de nuevo tenía una “ausencia”. Poco después se encontraba en una pequeña sala oval con una potente luz blanca y luces también azules en las cercanías de una cama de operaciones en donde él estaba tumbado sin poder moverse. Al principio se veía solo, pero a los pocos segundos siempre solían aparecer dos seres de extraña apariencia: una especie de traje metálico de color azul y un visor rectangular. Guantes y protección para el cuerpo y las piernas. La misma altura que nosotros pero unos movimientos extrañísimos: sin mover las pierdas, como si fueran sobre ruedas. Para él era imposible moverse y lo más extraño es que tampoco sentía la necesidad de comunicarse con ellos. Wladyslaw decía que aquellos humanoides controlaban sus deseos y sus pensamientos en todo momento. Un dominio absoluto.

Otra ausencia. Todas las experiencias eran idénticas. Ahora se veía en un corredor muy grande, siempre con esa sempiterna luz de color azul. Bastante lúgubre. Sin consciencia de cómo ha llegado allí ni que ha ocurrido con él entre medias. Solo puede ver que está en posición vertical y que se desplaza de forma pasiva, sin tocar el suelo, igual que los seres que le acompañan. No puede mover las piernas. Este corredor le lleva a otra espaciosa habitación, ovalada y también con esa característica luz azulada, más tenue.

Aparatos de diversos tipos posicionados en las paredes. Alrededor de él, movimiento. Wladyslaw no puede ver mucho, pero está extrañamente tranquilo. Hay más seres, similares a los otros pero con pantalones holgados o acabados en amplias túnicas. El sillón en el que está ahora es amplio, suave y muy cómodo, con su parte frontal orientada hacia la parte central del corredor. Parecía el típico sillón de dentistas. Se mueven alrededor de él. Le realizan exámenes médicos detallados. Le tocan la piel. Siente el contacto con mucha fuerza pero no se queja. Quizá son exámenes médicos. Como él mismo dijo, su toque siempre es muy penetrante. Una idea recurrente en su cabeza: “no tengas miedo”.Wladyslaw piensa que la idea es inoculada pero no tiene miedo aún así. Funciona. Esa voz que parece tener dentro de su mente, también parece controlar al resto de los seres. Una placa le recorre el cuerpo sin tocarle. Podría ser un escáner, piensa el protagonista. Como no puede moverse no hace nada, sólo observar. Demasiado tranquilo y no debería estarlo quizá.

La voz en esta parte de sus experiencias siempre se refiere a ideas ecologistas, de política global, de condiciones de vida y maneras de vivir acordes con principios de respeto y tolerancia. Ese tipo de conceptos aparecen en su mente sin palabras de por medio. Poco después, siempre igual, a otra sala. Otro missing time. Y final de la experiencia. Recorriendo los bosques cercanos a su casa, perdido, sin saber por qué a él una y otra vez. La nave ya no está con él. A veces cuando decidía coger el coche para ir a trabajar se daba cuenta de que éste no estaba aparcado en su patio como de costumbre. Estaba a kilómetros de distancia. ¿Cómo había llegado allí?

La preocupante frecuencia de estas abducciones a veces cambiaba y los embistes amainaban. Al principio eran regulares, una vez a la semana. Luego se convirtió todo aquello en experiencias más sueltas, sin calendario. Llegó a ocurrirle que hubo un año y medio sin este tipo de experiencias pero después acumulaba otras dos o tres experiencias seguidas sin explicación. Según le contaba a Domanski, después de una de las visitas llegó a descubrir una anomalía bajo el pulgar de su mano derecha. Sentía que tenía un elemento metálico alojado en su interior. Este testigo se ha negado siempre a someterse a exámenes de regresión hipnótica

Un caso realmente curioso al respecto de las circunstancias que parecen acompañar al testigo. Mientras que efectivamente la descripción robótica de los seres ya ha sido vista en anteriores casos, lo curioso es que parece que este hombre sufre de “ausencias”, un tipo de pérdida de memoria que podría ser el causante de este tipo de visiones… o su consecuencia. Muy interesante también ese tipo de control mental de “tranquilidad” que asegura tener el testigo en todo momento, como si se interviniera sobre su psique y se le borrara de la memoria lo que pudiera traumatizarle.  ¿Qué os parecen este tipo de incidentes? ¿Qué diferenciaría a Wladyslaw S. del resto de los mortales? Os esperamos en los comentarios y os dejamos con el vídeo que hicimos sobre Dionisio Llanca en donde aparecen elementos similares.

http://www.ufopolis.com/2015/07/robots-realizando-abducciones-el-caso-wladyslaw-s/