Información oficial citada en el portal Global Research, revela que gran parte del presupuesto militar norteamericano, concretamente el destinado a los gastos de las agencias de inteligencia, permanece en secreto y no puede ser controlado.
Ese presupuesto negro, se destina a “satélites espías, bombarderos invisibles, radares y drones de nueva generación y al ultrapoderoso engranaje de espionaje”.
Según informes de la experta financiera y exfuncionaria estadounidense Catherine Austin Fitts, ese presupuesto paralelo incluye el dinero adquirido por grupos de inteligencia a través del tráfico de drogas, préstamos abusivos y otros tipos de fraudes financieros.
El ejército norteamericano consigue lavar ese dinero a través de una intrincada red en la que están mezcladas instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, consiguiendo que hasta el 85% de ese dinero sea imposible de revisar.