Pese a su nombre, el Mar Muerto escondía un tesoro rico y vivo: 800 rollos de Evangelios Apócrifos, conocidos hoy como los Papiros de Qumram o los Rollos del Mar Muerto, y considerados también como uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX en la validación y revisión de los textos bíblicos del Antiguo Testamento. Están reconocidos como uno de los descubrimientos papirológicos más importantes de la historia, al contener la colección de textos hebreos más antigua y completa que se ha encontrado, por lo que se los considera el mayor tesoro manuscrito jamás encontrado.
Este descubrimiento, al igual que el de Nag Hammadi, revolucionó al mundo arqueológico, y dio inicio a una gigantesca tarea de traducción e investigación que aún no termina. Estudiosos de la Escuela Americana de Investigación Oriental fueron los primeros en examinar los manuscritos y darse cuenta de su antigüedad. John Trever las fotografió en detalle, y el gran arqueólogo William F. Albright fue quien dio la voz de que los rollos databan de entre 200 años a.C. y 200 años d.C. Fue entonces cuando se hicieron los primeros anuncios de que los textos más antiguos jamás descubiertos habían sido encontrados en el desierto de Judá.
De hecho, uno de los grandes tesoros de este hallazgo es la, que se dice, es la versión de la Biblia más antigua que se conoce: un rollo de pergamino de 2.500 años de antigüedad – mil años antes que cualquier otra copia de los textos bíblicos hebreos- y que contiene unos textos del profeta Isaías escritos con tinta sobre piel marrón y que se refieren a grandes vaticinios para la humanidad (ver artículo adjunto El Armagedón según la Biblia al final del artículo).
El tesoro del Mar Muerto fue descubierto en 1947 en vasijas de arcilla ocultas en 11 cuevas ubicadas a un kilómetro, aproximadamente, de un lugar denominado Chirbet Qumram, en la ribera noroccidental del Mar Muerto, y que desde mediados del siglo pasado es conocida como El Paraje en Ruinas, por ser una zona desértica e inhóspita, pocos kilómetros al sur de la ciudad mítica de Jericó.
Los primeros rollos de los Papiros de Qumram fueron descubiertos por tres pastores beduinos –dos de ellos llamados Jalil Musa y Jum’a Mohamed ed Dhib- de la tribu de los Ta’amire, cuando intentaba atrapar a las cabras que se le escapaban por los escarpados acantilados en la costa nordeste del Mar Muerto. Accidentalmente, descubrieron dos pequeñas aberturas en una de las miles de cuevas en aquellos roqueríos y, tras indagar un poco, se apoderaron de siete rollos junto a las jarras que contenían los pergaminos y que estaban en esa cueva. Esos primeros manuscritos fueron sacados ese día y el siguiente de las cuevas.
Escritos miles de años antes que el texto hebreo más antiguo de la Biblia (que data de 100 años antes del nacimiento de Jesús), estaban redactados en hebreo, arameo y griego, y contenían copias de partes de los libros canónicos del Antiguo Testamento, además de salmos, comentarios y otras escrituras, algunas en clave. Las pistas sobre su origen se encaminan a una época previa y posterior al comienzo de la era cristiana, cuando algunas sectas judías comenzaron a guardar manuscritos hebreos del Antiguo Testamento y otra literatura religiosa escrita sobre piel de oveja en algunas cuevas junto al Mar Muerto.
Pero los 7 pergaminos originales eran sólo el principio. Más de 600 textos y miles de fragmentos fueron luego encontrados en las 11 cuevas del área de Qumran, conteniendo fragmentos de todos los libros Bíblicos -excepto el de Esther, así como muchos otros textos no bíblicos.
Uno de los hallazgos más fascinantes fue un pergamino de cobre, que tuvo que ser cortado en tiras para poder ser abierto, y que contenía una lista de 60 tesoros localizados en varias partes de Judea (ninguno de los cuales encontrado hasta ahora). Otro escrito, llamado El Pergamino del Templo, describe con lujo de detalles un elaborado templo para rituales donde participaba la comunidad judía.
Otro tesoro de invaluable importancia son los numerosos manuscritos bíblicos que han sido descubiertos. Hasta los descubrimientos de Qumran, los manuscritos de escrituras hebreas más antiguos eran copias de los siglos 9 y 10 d.C., de un grupo de escribas judío llamado los Masoretes. Lo mismo con respecto a 24 manuscritos bíblicos de la Cueva 4 correspondientes a los libros de Deuteronomio, Josué, Jueces y Reyes, aproximadamente mil años más antiguos que los manuscritos hebreos conocidos hasta el presente.
El cómo todos los pergaminos descubiertos pasaron de las manos de unos jóvenes pastores beduinos hasta los ojos escudriñosos de académicos internacionales es una historia aparte, donde los hilos parecen movidos por manos invisibles, especialmente porque los textos se fueron desperdigando y separando unos de otros en el camino, para volver a reunirse finalmente casi por arte de magia en la Universidad hebrea, donde llegaron cada uno por vías separadas.
Después de colgar de un poste de una tienda beduina, los siete pergaminos originales fueron vendidos por separado a dos anticuarios árabes en Belén. De ahí, cuatro fueron vendidos al arzobispo Athanasius Jesche Samuel, de la Iglesia Siria Ortodoxa del monasterio de San Marco, en Jerusalén. Tres de los textos fueron vendidos a E. L. Sukenik, arqueólogo de la Universidad Hebrea y padre de Yigal Yadin (general del ejército israelí, que después se convertiría en un famoso arqueólogo y excavador de Masada y Hazor). La guerra egipcio-israelita de 1947-1949 hizo que los rollos cayeran en el olvido, pero después de haber recorrido los Estados Unidos con sus cuatro pergaminos y no haber encontrado comprador interesado, Metropolitan Samuel publicó un anuncio en el Wall Street Journal. Yigal Yadin se encontraba en Nueva York, y leyó el mensaje en el diario; a través de intermediarios, compró los invaluables manuscritos por una cantidad cercana a los $250.000 dólares. En febrero de 1955, el Primer Ministro de Israel anunció que el Estado de Israel había comprado los pergaminos, y los siete (incluyendo los comprados anteriormente por el profesor Sukenik) se conservarían en un museo especial de la Universidad Hebrea llamado Santuario del Libro, donde se pueden ver el día de hoy. Actualmente, los rollos de Isaías se hayan protegidos por un relicario especial en forma de ánfora de arcilla dentro del Museo de Jerusalén. Los encargados del museo pulverizan con agua el relicario todos los días, para que el tesoro conserve su temperatura y humedad apropiada, como si estuviese en su cueva del Mar Muerto. Además, actualmente, se están restaurando los soportes de cuero de los manuscritos debido a que la enorme salinidad ambiental de la zona los deterioraba.
La existencia de los manuscritos fue el punto de partida para frenéticas búsquedas en el área del descubrimiento original. Los arqueólogos iniciaron sus excavaciones, que en un principio se llevaron a cabo bajo la dirección de P.R. de Vaux, director de la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén, y G.L. Harding , director del Departamento de Antigüedades de Jordania. En esta primera etapa, se hallaron más de 600 fragmentos procedentes de más de 70 manuscritos, fragmentos de terracota y otros materiales
Una expedición arqueológica oficial se inició en 1949, la cual descubrió 10 cuevas adicionales que también contenían pergaminos. Entonces, los arqueólogos desviaron su atención a una ruina cercana llamada «Khirbet de Qumran» (Khirbet significa ruina), considerada restos de una vieja fortaleza romana. La segunda etapa se dio entre los años 1951 y 1965, llegándose a la conclusión de que un asentamiento, en principio estable y llamado Comunidad del Qumrán, se había instalado en aquella zona durante varios siglos. En la cueva 4, por otro lado, se descubrieron más de 15.000 fragmentos pertenecientes a 550 manuscritos, de los cuales 100 de ellos son reproducciones del Antiguo Testamento sin apócrifos, salvo el libro de Esther.
Después de etapas de excavación intensa, los académicos no tenían duda alguna de que los manuscritos tuvieran su origen en esa comunidad, que floreció entre los años 125 a.C. y 68 d.C., compuesta por un grupo de judíos. Ruinas como bodegas, acueductos, baños rituales, un salón de asambleas y un escritorium, identificado por dos tinteros y algunas bancas para los escribas, avalan estos hechos.
Después del trabajo arqueológico, comenzó el científico, con los procesos de investigación, evaluación y publicación de las obras durante los años 50 y 60, hasta que en la década de 1970 el proceso se estancó. Esta falta de actividad dio lugar a un sinfín de hipótesis y provocó el nacimiento de una literatura fantástica sobre los secretos de los Rollos del Mar Muerto, que revelaba misterios que las autoridades eclesiásticas estaban interesadas en ocultar. En los años 80 se quiso borrar esa imagen de los manuscritos y realizar la publicación definitiva de los mismos, para lo cual se aumentó el número de especialistas que pudieran tener acceso a ellos.
Los siete manuscritos originales del Mar Muerto, de la que se ha llamado Cueva 1, comprenden lo siguiente:
1) Una copia bien conservada de la profecía de Isaías completa, considerada la copia más vieja de un libro del Antiguo Testamento jamás descubierta.
2) Otro fragmento de Isaías.
3) Un comentario de los dos primeros capítulos de Habacuc, que explica el libro alegóricamente, en términos de la hermandad Qumran.
4) El «Manual de la Disciplina» o «Norma de la Comunidad», la más importante fuente de información acerca de la secta religiosa en Qumran, que describe los requisitos para aquellos que deseen ingresar a la hermandad.
5) Los «Himnos de Acción de Gracias», una colección de «salmos» devocionales de agradecimientos y alabanzas a Dios.
6) El libro del Génesis parafraseado en arameo.
7) La «Norma de Guerra», relato que trata de la lucha de los «hijos de la luz» y «los hijos de las tinieblas» a ocurrir en los «últimos días».
Tras 50 años de recomponer los rollos del Mar Muerto, los eruditos han tenido que dar paso a los científicos para extraer más información de estas reliquias arqueológicas. De hecho, hace pocos años los expertos fueron convocados a una conferencia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, patrocinada por el Centro Orión para el Estudio de los Rollos del Mar Muerto, donde intentaron resolver algunos de los misterios que perduran sobre ellos.
La gran dificultad del trabajo de los investigadores es la enorme cantidad de pergaminos encontrados -más de 850- de los cuales 300 están tan deteriorados y fraccionados. A esto se suma la complejidad de la caligrafía, la cual carece de vocales y que las palabras suelen estar todas juntas de modo que, según como las separe, se les puede dar un sentido u otro, lo que ha hecho que los filólogos se demoren en entregar sus traducciones.
http://www.creeleadiosministerios.org/Ciencia_y_Biblia/marmuerto.html
Lo sorprendente es que se hayan encontrado dos milenios después.
La realidad es que lo que realmente interesa jamás será revelado…solo lo conocido y alguna cosa más…