«En el plano físico, los seres están individualizados, separados y lo que vive cada uno, no afecta directamente a los demás. Vuestro sufrimiento o vuestro gozo no es, aparentemente, su sufrimiento o su gozo. Si tomáis un alimento indigesto, estropeáis vuestro estómago, no el suyo.
Pero en lo alto, en los planos sutiles, ya no hay ninguna frontera entre los seres y todos vuestros estados producen efectos sobre ellos. Sí, porque arriba sólo existe un ser único, el Hombre cósmico que es la síntesis de todos los seres.
Nosotros vivimos en el Hombre cósmico, nosotros mismos somos este Hombre cósmico y ninguna criatura existe fuera de él como entidad separada. De ello se deriva esta ley moral: todo el bien y el mal que hacemos a los demás, nos lo hacemos a nosotros mismos. ¿Os parece que eso no tiene sentido?… Al contrario, tiene mucho sentido, porque en el Hombre cósmico somos uno.»
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