Norbu Dundub, funcionario del partido en Tíbet, ha afirmado que «es indiferente lo que diga o haga el dalai lama porque no puede negar el derecho del Gobierno central a confirmar la nueva reencarnación».

Las declaraciones del funcionario llegaron en la presentación del Libro Blanco sobre la política china en Tíbet coincidiendo con el 50 aniversario de la fundación de la región autónoma.

El Libro Blanco condena al dalai lama por «conspirar para la independencia».

«El Partido Comunista de China pretende saber más sobre el sistema de reencarnación que el dalai lama», había dicho el líder religioso meses atrás en una entrevista al diario The New York Times.

En otro medio había deslizado la posibilidad de que los dalai lamas se extingan con él y que no haya más reencarnaciones, argumentando que el budismo no puede depender de una sola persona.

Detrás subyace la preocupación de que Pekín controle su sucesión de la misma forma que hizo con los panchen lama, la segunda figura en importancia en el budismo tibetano.

El dalai lama había nombrado en 1995 a un niño tibetano de seis años como la reencarnación del panchen lama.

Las autoridades chinas se llevaron al niño y nombraron a otro, señalado como fraudulento por la comunidad tibetana.

Hasta el domingo no se había sabido nada del original panchen lama, ahora un joven de 26 años.

Las autoridades aseguraron que «lleva una vida normal, está estudiando y no quiere ser molestado».

Una normativa de 2007 asegura que todas las reencarnaciones vivientes del budismo tienen que ser aprobadas por el Consejo de Estado.

«Esa designación fue ilegal y carece de valor», ha asegurado Dundub en referencia a la decisión del dalai lama.