SOBRE EL TELÉFONO CELULAR

Sabemos que los teléfonos celulares funcionan mediante ondas de radiofrecuencia.
La voz se convierte en señales eléctricas, que se propagan por el ambiente en forma de energía electromagnética y en su destino se convierten nuevamente en voz. Sin embargo, el proceso genera interferencias en el ambiente, incluso en el nivel físico molecular de los organismos vivos. El uso generalizado de estos teléfonos ha suscitado cuestionamientos sobre la integridad física, no sólo de las personas que los usan, sino también de los que se encuentran cerca.
Los estudios sobre los impactos ambientales derivados del uso de los teléfonos celulares han causado polémica entre los especialistas de la comunidad científica, quienes no aclaran cuál es la verdadera magnitud de los riesgos asociados a su uso continuo.
Además, no se divulga ampliamente la debida información sobre dichos aspectos, por lo que se requiere una mayor atención acerca de las consecuencias del uso irreflexivo de estos aparatos de comunicación.
Por un lado, algunos estudios muestran indicios de que los tejidos vivos absorben una parte de la irradiación electromagnética, lo cual provoca el calentamiento de las células, y esto puede producir daños biológicos. Dichos efectos se intensifican cuando la irradiación se encuadra dentro de la banda de las microondas, banda usada por los celulares.
Además, los trastornos causados por la radiofrecuencia dependen del tiempo de exposición a las señales electromagnéticas y de la distancia entre las personas y la antena del aparato. Entre los trastornos que pueden generar, se encuentran desde la fatiga y la pérdida de la concentración, hasta la formación de tumores.
Por otro lado, no son concluyentes las investigaciones que intentan establecer correlación entre los efectos de la irradiación electromagnética y los daños en la salud en un gran número de usuarios. Sin embargo, cualquiera sea la vertiente de las investigaciones, se recomienda el uso prudente del teléfono celular.
Independientemente de las conclusiones de la ciencia tradicional, un comunicado reciente de una Jerarquía Dévica, que se transcribe a continuación, llama nuestra atención hacia los efectos insalubres que acarrea el uso de esos aparatos telefónicos.
Si ustedes pudieran ver los efectos de la onda generada por el uso de los teléfonos celulares, no querrían utilizarlos más. La presencia de esa red telefónica dificulta e incluso imposibilita la acción de los devas en el ambiente, y esto perjudica los procesos de cura y restauración en el nivel celular.
Los efectos sobre el ambiente y el organismo humano no dependen de que el aparato esté en funcionamiento, o sea, de estar realizando una llamada telefónica. Evidentemente, esos efectos no se comparan a los que ocurren cuando se hace o se recibe una llamada, ya que durante una conversación, la potencia irradiada en el ambiente es mucho mayor. La destrucción molecular causada por esta irradiación se compara a un incendio en un bosque.
En un radio de diez metros, todos sufren con la irradiación. Quien está más cerca sufre más. Estos estímulos, generados regularmente en los seres que utilizan los aparatos, crean una especie de campo que no permite el acercamiento de la energía dévica, pues sus instrumentos no funcionan allí de la misma forma. Es como si fuese un campo radiactivo.
Aunque no haya comunicación, si el aparato se en cuentra encendido, emite ondas de menor intensidad.
Por lo tanto, es más difícil trabajar con seres que tengan el aparato encendido.
En las áreas en que el trabajo dévico debe expresarse en su totalidad, no debería haber ese tipo de interferencia tan burda. Y alertamos a los seres que utilizan dicho aparato: lo que hoy parece estar bien, puede ser irrecuperable en el futuro, ya que con esos estímulos constantes no hay espacio para el trabajo de los devas. Los cuerpos están quedando como terrenos desolados, como tierras secas. Poco a poco pueden abrirse huecos y cráteres, y la recuperación será cada vez más difícil.
Acuérdense de que esa irradiación llega hasta el nivel celular, y provoca confusión en las células. El uso de ese aparato no es compatible con los seres que trabajan para sutilizar la materia y para despertar la luz en las células.
No les decimos todo porque no queremos asustarlos; provocaría desarmonía. A medida que sus consciencias se vayan ampliando, les daremos más detalles, si así lo quisieran. Estamos a disposición.
De manera clara y enfática, ese comunicado refuerza la determinación existente en Figueira de no hacer uso de los celulares, salvo en viajes o en emergencias. Intentamos, de todas las maneras, encontrar otros sistemas de comunicación. Con esto, contribuiremos para mantener el ambiente en armonía energética, libre de interferencias externas, y propicio para el trabajo sutil que se realiza aquí.

* Publicado en la revista «Señales de Figueira»

3 comentarios en “SOBRE EL TELÉFONO CELULAR

  1. El abuso, llegando en algunos casos – cada vez más numerosos y frecuentes – a la adicción patológica, de la telefonía móvil es indudablemente perjudicial. No sólo por el posible daño físico sino por el evidente deterioro de lo que llamamos » calidad de vida «.

    Usar la telefonía móvil no debería ser mayor problema si se hace con inteligencia. Es aceptable que facilite algunos aspectos de la vida diaria. Pero caer en la obsesión compulsiva hasta llegar a la absoluta dependencia es malsano y produce los efectos contrarios a los buscados.

    Se dice que el veneno es la dosis, aludiendo a que son las cantidades de algunas sustancias las que determinan su grado de nocividad. Del mismo modo lo perjudicial de la telefonía móvil es la cantidad de uso y grado de dependencia de la misma.

    Usar un producto en beneficio propio es inteligente. Convertirse en esclavo de algo sin beneficio alguno es idiota.

    A pesar de que los humanos tenemos capacidad de raciocinio, sorprende ver qué pocos hacen uso de ella.

  2. «Los seres humanos parecen ser una raza esclavizada reproduciéndose en un planeta aislado de una pequeña galaxia. La raza humana fue una vez fuente de mano de obra para una civilización extraterrestre, para la cual seguimos siendo su posesión. Para mantener el control sobre su posesión y mantener a la Tierra como una especie de prisión, esa otra civilización ha alimentado un interminable conflicto entre los seres humanos, ha promovido la decadencia espiritual y ha creado en la Tierra condiciones irreversibles de penuria física. Esta situación ha existido por miles de años, y aún continúa hasta nuestros días.» (The Gods of Eden).

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