Egipto: los cambios que no terminan de llegar

Siete meses después de la caída de Hosni Mubarak tras 30 años en el poder, las nuevas autoridades hicieron pública una propuesta de calendario para las elecciones parlamentarias.

Si finalmente se confirma el plan, los que se supone que serán los primeros comicios libres tras décadas de votaciones marcadas por la corrupción, se celebrarán en tres fases a partir del 21 de noviembre.

La propuesta llega con el ambiente político todavía muy caldeado. Las manifestaciones de protesta son el pan de cada día.

Muchas son de carácter fundamentalmente político, pero cada vez más son las de tinte económico: contra las malas condiciones de vida.

“La vida es dura. En lo económico, no ha habido cambios, o en todo caso para poner las cosas más difíciles”, comenta la escritora egipcia Yasmine el Rashidi.

Inflación

Los precios de la comida han aumentado de manera muy rápida, lo que ha servido para poner presión sobre todo sobre los más pobres.

Los últimos datos oficiales muestran que, por ejemplo, el arroz y el azúcar subieron un 10% sólo en un mes, de junio a julio de este año.

Pero es más, los tomates, esenciales en los platos egipcios, han casi duplicado su precio en un año.

Dos tercios de la población egipcia tienen menos de 30 años. Se cree que un 33% carece de empleo, entre los que se incluyen muchos graduados universitarios.

La mayoría formó parte de la marea popular que la emprendió contra Mubarak hasta que el exmandatario se vio obligado a dejar el poder.

Y desde entonces no han visto crecer las oportunidades de trabajo que esperaban que les iba a traer la revolución.

De hecho, el desempleo es ahora mayor que el año pasado, un 11,9%.

“En el corto plazo, la perspectiva es un poco triste”, dice Nada al Nashif, de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo en Líbano.

Al Nashif advierte: “Tendrá que haber numerosos programas de empleo público para sacar adelante la transición”.

Caída del turismo

El ministro para la Solidaridad y la Justicia Social nombrado por la autoridad militar interina, Gouda Abdel Khalek, opina que los egipcios tienen derecho a exigir más.

“Está justificado, definitivamente. Han estado esperando tanto y ahora quieren obtener los beneficios derivados de tanto esfuerzo”, dice.

Sin embargo, también agrega que “tal vez se están apresurando”.

Las continuas protestas han tenido un impacto en la economía egipcia. El gobierno dice que potenciales inversores extranjeros han cancelado visitas por la inseguridad.

El sector turístico, primordial en Egipto antes de la revuelta, ha sido duramente golpeado por la incertidumbre política.

Los datos oficiales publicados esta semana, muestran que el número de turistas que han visitado el país han caído en picado.

Unos 2,2 millones de personas visitaron el país en abril, mayo y junio. En ese periodo en 2010, fueron 3,5 millones, según la agencia oficial de noticias Mena.

Desempleo

Pese a todo, el gobierno asegura que quiere cambiar la cara de la economía. Abdel Khalek describe el turismo y la construcción como “importantes pero marginales cuando se trata de generación de empleo e ingresos y de crear un efecto multiplicador para la economía”.

Lo que quiere el gobierno es centrarse en la agricultura y la manufactura.

Pero el ministro también es consciente de que eso satisfará las expectativas de los jóvenes que protestan.

“No todos los que tienen un título universitario querrán tener un oficio manual”, reconoce. “Muchos egipcios están cada vez más convencidos de que es la dignidad del trabajo y el salario lo que importa al final del día y no el tipo de empleo o el sector en que se esté”.

Corrupción

Las protestas que comenzaron en enero también querían terminar con la corrupción.

Muchos egipcios creen que su país sería mucho más rico si no fuera por quienes se llenaron los bolsillos gracias a sus vínculos con el anterior gobierno.

La Iniciativa Egipcia para Prevenir la Corrupción ha estado tratando de persuadir a las nuevas autoridades de que la corrupción debe ser duramente perseguida.

Su presidente, Ziad Bahaa Elddin, dice que muchos de los actores políticos están de acuerdo con sus ideas, pero no ve las cosas moverse tan rápido como deberían.

“El país está extremadamente ocupado con asuntos del día a día y, de alguna manera, hablar de prevenir la corrupción siempre queda pospuesta”, se queja.

El gobierno le pide a la gente que tenga paciencia.

El Rashidi, autora de “La batalla por Egipto”, advierte que la paciencia del pueblo no durará demasiado.

“Llegará el hartazgo, como pasó en enero. En un cierto nivel, la revolución en Egipto sigue pendiente. Creo que habrá más levantamientos en el futuro”.

BBC Mundo

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