«Una medicina que se limite a intervenir allí donde se ha declarado el mal, no está basada en los mejores principios, porque el resto del organismo puede también sufrir algunos trastornos o insuficiencias que no se curarán con los cuidados que se den a una sola parte del cuerpo. Para cumplir perfectamente su papel, la medicina debe tocar el ser entero, purificarle y ponerle en armonía con el universo, para que cada órgano, cada parte del cuerpo se beneficie de esta mejora.
La aparición de trastornos en un punto del organismo debería ser la ocasión de considerar todo el conjunto para volver a poner todo en buen estado. Si tenéis en cuenta esta recomendación, no sólo van a desaparecer vuestras indisposiciones actuales, sino también otras anomalías que todavía están disimuladas en alguna parte que esperan el momento de manifestarse. Que el cardiólogo se ocupe del corazón, el neumólogo de los pulmones, que el cirujano extirpe los tumores y así sucesivamente, todo eso está muy bien. Pero incluso cuando no están verdaderamente enfermos, los humanos tampoco gozan verdaderamente de buena salud porque se ocupan de cada parte de su cuerpo por separado. La medicina del futuro enseñará a trabajar de forma diferente: una pequeña anomalía será la ocasión para mejorar el organismo entero.»
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