Actualmente la ciencia médica considera el alzheimer (y cualquier enfermedad neurodegenerativa), una enfermedad incurable, la cual es tratada con medicamentos que hacen más mal que bien, puesto que sus efectos secundarios son en ocasiones, devastadores. Pues bien, parece ser que una cantidad adecuada de vitamina C podría solucionar el problema.

Cuando nos referimos al alzheimer podemos extrapolarlo a prácticamente cualquier enfermedad neurodegenerativa como por ejemplo la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) o mal de Lou Gehrig, enfermedad que padece el popular científico británico Stephen W. Hawking.
El neurólogo Teepu Siddique de la universidad de Northwestern en EEUU acaba de publicar en la revista Nature un trabajo donde afirma que tales enfermedades pueden deberse a un defecto en la proteína ubicuitina-2, encargada de degradar y reciclar otras proteínas que llegan al cerebro.
Al no poder efectuar su tarea de limpieza, los desechos se acumulan en el interior de las neuronas, provocando su degeneración, algo muy similar a lo que ocurre en patologías como el Alzheimer o el Parquinson, donde también se acumulan proteínas, aunque de otro tipo.

Alois Alzheimer

Este descubrimiento lo hizo al analizar los genes de 19 personas de la misma familia afectadas de Parkinson, ya que todos ellos tenían la misma mutación del gen que codifica la ubicuitina-2. La sospecha se convirtió en certeza cuando los investigadores comprobaron que otros enfermos ajenos a esta familia sufrían también un mal funcionamiento en el reciclaje de proteínas.
Posteriormente se comprobó que ese mismo problema lo tienen los enfermos de ELA (la demencia), por lo que es posible que esto mismo suceda en otras patologías neurodegenerativas.

LA SOLUCIÓN
¿Cómo afrontar este problema? Desde luego ello no será posible tomando fármacos caros e inútiles, de ello dan fe los miles de personas fallecidas de distintos tipos de demencia. Y tenemos que tener claro que nuestro médico no nos proporcionará la solución, puesto que la mayoría se dedica únicamente a recetar lo que le dicta el Vademecum (manual confeccionado por las grandes corporaciones farmacéuticas).

Dra. Katrin Mani

En cambio si nos puede ayudar el conocer el resultado de otra investigación realizada por un grupo de científicos de la Universidad de Lund, en Suecia, trabajo publicado en el Journal of Biological Chemistry (esto es para tranquilizar a los empeñados en fiarse únicamente del mal llamado método científico).
La experta en medicina molecular de Lund, la doctora Katrin Mani, afirma que la simple vitamina C disuelve los cúmulos tóxicos de proteínas que provocan el Alzheimer. Las placas amiloides que lo causan no son más que conglomerados de otras otras proteínas, las beta-amiloides.
La doctora Mani nos cuenta que “cuando se trata el tejido cerebral de ratones enfermos de alzheimer con vitamina C, la proteína tóxica se disuelve. Tampoco es necesario que la vitamina C proceda de fruta fresca, ya que nuestros experimentos han demostrado que puede ser absorbida -incluso en mayores cantidades- en forma de ácido dehidroascórbico procedente del zumo que se deja por la noche en el frigorífico”.
En resumen: Lo descubierto por estos dos grupos científicos apunta claramente a la posibilidad de que la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas -si no todas- tengan su origen en déficits nutricionales, especialmente de vitamina C, y por lo tanto, no serían más que una manifestación de otra enfermedad conocida como escorbuto.

Y no voy a decir nada acerca de que unos investigadores lleguen a la conclusión de que el alzheimer se pueda curar con la barata y abundante vitamina C, ni tampoco mencionaré el misterioso hecho de que apenas se le de publicidad en los medios de comunicación.

De esta manera, ya podemos imaginarnos que los médicos seguirán recetando los maravillosos fármacos por los que reciben suculentos regalos.

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