La lista de alimentos afrodisíacos es larga, desde las ostras al chocolate, pero no está demostrado que incrementen la líbido de una persona. Sin embargo, ciertos olores de frutas y vegetales son potentes afrodisíacos para los machos de las moscas del vinagre (Drosophila melanogaster), como Grosjean et al. publican hoy en Nature. Las moscas del vinagre macho encuentran pareja en los lugares donde se alimentan, quizás por ello ciertos olores a comida provocan una respuesta neurobiológica (inicio del comportamiento de cortejo) similar a las feromonas de las hembras. Estas sustancias, los ácidos fenilacético y fenilacetaldehído, compuestos aromáticos presentes en frutas y otras plantas, también se usan en muchos perfumes por su olor agradable para los seres humanos (su aroma es calificado de floral y dulce). ¿Afectan estas sustancias también a la líbido en humanos? Todavía es pronto para saberlo, pero seguro que en los próximos años varios equipos de investigadores tratarán de averiguarlo. Nos lo cuenta Benjamin Prud’homme, Nicolas Gompel, “Behavioural neuroscience: Fruity aphrodisiacs,” Nature 478: 190–191, 13 October 2011, quienes se hacen eco del artículo de Yael Grosjean et al., “An olfactory receptor for food-derived odours promotes male courtship in Drosophila,” Nature 478: 236–240, 13 October 2011.
En la mosca del vinagre, estas sustancias activan un receptor olfativo llamado IR84a en las neuronas sensoriales que se encuentran en sus antenas, iniciando así el ritual de cortejo de los machos. Cuando los autores les han quitado el gen Ir84a, los machos dejaron de oler estas sustancias y su líbido se redujo mucho (participaron en rituales de cortejo con un vigor muy inferior a las moscas normales). Además, al perfumar una hembra muerta con ácido fenilacético los machos (normales) mostraron un gran apetito sexual, mientras que los mutantes IR84a no mostraron ninguno. ¿Cómo pueden las neuronas sensoriales atentos para detectar los alimentos derivados de los olores de promover un comportamiento sexual? El comportamiento sexual de la mosca parece controlado por unas neuronas llamadas fru, que expresan el factor de transcripción de un gen llamado “fruitless” (FRU). Grosjean y sus colegas han mostrado que las neuronas olfativas IR84a también expresan FRU y tienen conexiones sinápticas con las neuronas fru. Los detalles de proceso por el que el cerebro de la mosca toma la decisión de iniciar el cortejo no se conocen aún.
¿Por qué buscan los machos a sus parejas donde hay comida e inician un cortejo más intenso al oler a comida? Se cree que la razón es que las hembras ponen sus huevos donde hay comida. Si los machos cortejan a las hembras en estos lugares, se cree que será más probable que las hembras acaben poniendo sus huevos en lugares que garanticen que la progenie crezca en un entorno rico en alimento. En opinión de los autores, esta solución evolutiva (que los olores de los alimentos inciten el comportamiento reproductivo de los machos) es reciente, ya que los receptores IR84a solo se encuentran en las moscas del vinagre y no en otros insectos que utilizan las feromonas para encontrar pareja a largas distancias. Una ventaja evolutiva de las moscas del vinagre que permitirá estudiar en un animal modelo cómo actúan los afrodisíacos, algo que quizás pueda tener implicaciones comerciales en la industria de la perfumería en un futurno no muy lejano.