El ex presidente de Egipto, Hosni Mubarak, se encuentra en estado crítico e incluso podría haber muerto, según fuentes de RT en Egipto.
Según medios egipcios, la salud de Mubarak habría recaído tras conocer la noticia de la muerte de su ex homólogo libio, el coronel Muammar Gaddafi, asesinado a manos de opositores enfurecidos. Algunas fuentes apuntan que el impacto de la noticia le pudo causar al ex líder egipcio un ataque cardíaco.
Para evitar posibles disturbios, las autoridades han decidido estrechar la seguridad en torno al Centro Médico Internacional cerca de El Cairo donde permanece ingresado Mubarak.
Tras gobernar el país árabe durante los últimos 30 años, Mubarak abandonó su cargo el pasado 11 de febrero en medio de una revuelta popular lanzada contra él y que tuvo como epicentro la plaza Tahrir de El Cairo.
Los rumores de su muerte recorren Egipto cuando aún no ha concluido el juicio contra él por corrupción y asesinato de miles de manifestantes durante la revolución, y en el que Mubarak compareció en una camilla debido a su delicado estado de salud.
De confirmarse la noticia de su deceso, Mubarak se convertiría –tras la muerte de Gaddafi el pasado viernes- en el segundo líder que fallece tras el estallido de la así llamada ‘Primavera árabe’, como se denomina a la secuencia de revoluciones que afectaron y afectan a países de Oriente Medio y el Norte de África.
Treinta años en la pirámide del poder
Apodado ‘El Faraón’ por la oposición, Mubarak llegó al poder en 1981 tras completar una exitosa carrera militar en la alcanzó su máximo apogeo al frente de las Fuerzas Aéreas durante guerra del Yom Kipur contra Israel, en 1973.
Brazo derecho del presidente Anuar el-Sadat (1970-1981), Mubarak escaló a lo más alto de la cúpula del Partido Nacional Democrático (PND), pilar del régimen.
Un atentado causó la muerte del presidente el 6 de octubre de 1981 y dejó a Mubarak herido. Al día siguiente, el Parlamento aprobó su nombramiento como nuevo mandatario del país.
En 1987, Mubarak fue reelecto para otro mandato de siete años. Aquel periodo se caracterizó por su importante papel de mediador en el conflicto entre israelíes y palestinos.
Octubre de 1993 fue testigo de su nueva reelección como presidente. Dos años más tarde saldría ileso de un atentado en Adis Abeba, que sucedió cuando se dirigía a una reunión de la Organización para la Unidad Africana (OUA).
En 1999, el 93,79% de los ciudadanos egipcios votaron a favor de la reelección de Mubarak para un cuarto mandato presidencial. Cabe mencionar que la Constitución del país no permitía que otros candidatos se presentasen a las elecciones, condición derogada en una tímida reforma en 2005, bajo la presión internacional.
Ese año, el partido de Mubarak ganó las elecciones parlamentarias. Sin embargo, el ilegalizado aunque tolerado grupo Los Hermanos Musulmanes, que concurrió como independiente, obtuvo un histórico 20% de escaños.
En noviembre de 2007, Mubarak clausuró el IX Congreso del PND con la inclusión de su hijo Gamal en el Comité Supremo.
El Faraón contra las cuerdas
En diciembre de 2010, el PND ganó las elecciones parlamentarias, calificadas de fraudulentas por la oposición. Poco después, el 25 de enero de 2011, miles de manifestantes convocados vía internet lanzaron sus protestas en varias ciudades de Egipto, en una jornada bautizada como el ‘Día de la Ira’, cuyo saldo fueron cuatro muertos.
Al día siguiente, tuvieron lugar enfrentamientos entre la policía egipcia y centenares de manifestantes en El Cairo. Las protestas se recrudecieron en los días siguientes, con al menos medio centenar de muertos, que algunas fuentes elevan al centenar. En consecuencia, las autoridades declararon el toque de queda en todo el país.
El 29 de enero Mubarak anunció un cambio de Gobierno en un mensaje televisado, pero las protestas siguieron.
En su mensaje a la nación la noche del 1 al 2 de febrero, el presidente prometió no aspirar a su sexto mandato presidencial en los próximos comicios de septiembre, aunque no mostró ninguna intención de dimitir.
El 2 de febrero, noveno día de disturbios, culminó con enfrentamientos entre los grupos pro y contra Mubarak, en la Plaza Tahrir de El Cairo. El conflicto dejó centenares de heridos entre los representantes de ambas partes y algunos muertos.
Previamente los médicos anunciaron que tenían serias preocupaciones acerca del estado de salud del líder depuesto de Egipto, tras el drástico empeoramiento de su estado provocado por los tumores cancerígenos de todo su cuerpo.
Hace poco más de un año el entonces presidente de Egipto recibió un tratamiento en un hospital alemán donde, según el Gobierno del país, le quitaron mediante una operación los cálculos que tenía en la vesícula biliar. Sin embargo más tarde aparecieron en la prensa rumores de que en realidad Mubarak padecía cáncer y que en Alemania le quitaron una neoformación.
En aquel entonces la operación resultó exitosa, pero la revolución que impulsó la dimisión de Mubarak el 11 de febrero redujo a cero todos los tratamientos de los médicos. Tras el abandono del puesto presidencial, Mubarak se negó a tomar medicamentos.
Su comparecencia en una camilla en la primera vista del proceso incoado contra él mostraron al mundo su delicado estado de salud. Mubarak, de 83 años, permaneció con los ojos cerrados mientras el juez examinaba las pruebas de la acusación.
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