Esta vez hemos estado más cerca. Ciudades asiáticas densamente pobladas, en las que viven millones de habitantes, se han librado, por muy poco, de ser el lugar donde se estrelló el pasado fin de semana el satélite alemánRosat (Roentgen Satellite). El observatorio de rayos X cayó, según ha informado el Centro Aeroespacial Alemán, en la Bahía de Bengala, en algún lugar del océano entre India y Myanmar. Una treintena de piezas de 1,87 toneladas no se desintegraron al entrar en contacto con la atmósfera y con toda probabilidad impactaron contra las aguas. Si la trayectoria del ingenio espacial, totalmente descontrolada, se hubiera desviado tan solo unos minutos al noreste, el artefacto habría podido causar una desgracia prácticamente sin precedentes. Dos ciudades chinas con millones de habitantes cada una, Chongqing y Chengdu, podrían haber recibido el golpetazo, según explican desde el Centro Harvard-Smithsoniano para Astrofísica de Cambridge (Massachusetts). Ha sido fruto del azar que no haya ocurrido nada.
El satélite Rosat
El satélite científico, de 2,69 toneladas, fue lanzado desde Cabo Cañaveral (Florida) en 1990 para investigar agujeros negros y estrellas de neutrones. Se retiró nueve años después por un fallo en su sistema de guía. Desde entonces, empezó perder altura continuamente, de manera que a principios de septiembre la distancia con nuestro planeta se había reducido hasta unos 290 kilómetros. La madrugada del pasado domingo, el satélite entró en la atmósfera terrestre a una velocidad de 28.000 kilómetros por hora. El satélite se rompió en pedazos y la mayor parte se desintegró debido al extremo calor generado por el rozamiento, pero 30 piezas pudieron salir indemnes. Ningún componente ha sido descubierto en la superficie.
90 minutos en rodear la Tierra
En un primer momento, los científicos fueron incapaces de determinar el lugar de la caída del Rosat. Los técnicos sabían que las probabilidades de que algún componente del observatorio llegara a producir daños personales en su caída eran mínimas, pero definir el lugar exacto del impacto resultaba muy complicado, especialmente por la elevada velocidad del Rosat (una vuelta completa a la Tierra dura solo 90 minutos). Tan solo un poco antes del impacto, el Centro Aeroespacial Alemán había descartado que el satélite pudiera caer sobre Europa, África o Australia.
Otro satélite, el UARS de la NASA, cayó el pasado en el sur del Océano Pacífico sin causar daños.
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