Recopilación de historias pasadas para estos días de difuntos, santos y cementerios.
Aún hoy en día se pueden encontrar en Gran Bretaña vestigios de unos caminos que aparecieron en la Edad Media. Era caminos creados para transportar a los difuntos desde las aldeas más alejadas hasta los camposantos de las iglesias. Era un tiempo en el que el miedo a “aparecidos” y fantasmas era generalizado, así que no es de extrañar que las carreteras de los cadáveres se convirtieran en fuente inagotable de leyendas y supersticiones. Seguir leyendo Las carreteras de los cadáveres.
En otro tiempo fueron muchas, pero hoy apenas quedan unas pocas. Son las torres del silencio o dokhmas, uno de los rituales funerarios más peculiares a ojos de todos aquellos ajenos al Zoroastrismo, pero que para los fieles de esta religión resulta el más aceptable y natural posible: la exposición de los cuerpos de los difuntos al sol, al viento y a… los buitres. Un acto final de caridad que iguala a pobres y a ricos. Seguir leyendo El milenario ritual de las Torres del Silencio.
Durante el apogeo de los Bo, llegaron a ser decenas de miles los ataúdes que colgaban en los precipicios y cuevas de sus dominios. Hoy, apenas quedan unos cuantos centenares de estos ataúdes colgantes, que es casi todo lo que nos ha llegado de este pueblo milenario que desapareció de lo que hoy en día es China durante el siglo XVI. Seguir leyendo Los ataúdes colgantes de los Bo.
A mediados del siglo XIX, William H. Mumler, que sería conocido como “El fotógrafo de los espíritus”, descubrió por accidente que él y su cámara fotográfica eran capaces de captar algo que el ojo humano rara vez alcanzaba a ver: los espíritus de los muertos. Mumler enseguida convirtió su sorprendente “hallazgo” en un lucrativo negocio, pero que acabaría llevándolo ante los tribunales.
Seguir leyendo William H. Mumler, el fotógrafo de los espíritus.
Durante 38 años los carpinteros no pararon ni un día de construir la casa (encantada) Winchester, una casa llena de extrañas rarezas que van desde escaleras que no suben a ningún piso a habitaciones secretas o puertas detrás de las que sólo hay una pared o el vacío. La casa es una especie de laberinto gigante construido con el objetivo de confundir a los espíritus, los espíritus de los muertos con los rifles que habían hecho rica a la familia de Sarah Winchester y que estaba convencida vendrían a vengarse. Seguir leyendo La casa encantada de los Winchester.
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