Los textos de contenido religioso hallados en sumerio son muy numerosos y en ellos se hallan registradas las creencias mesopotámicas sobre la creación, el paraíso, el diluvio, etc…
La figura muestra una de tales creencias y la mejor conocida de todas, la de Enuma Elish. Este poema es una adaptación tardía, babilónica de una tradición sumeria. Esta historia, que se conserva inscrita en unas tablillas cuneiformes, refiere que antes de que los cielos o la tierra recibieran ese nombre, la diosa del agua salada Tiamat (compárese con el hebreo tehom “profundidades”) y el dios del agua dulce Apsu, engendraron toda una familia de dioses.
La creación del hombre siguió a una serie de conflictos entre los padres y sus hijos, en los cuales murió Apsu (le dieron muerte Ea, Anu, Enlil, Marduk o Asur) después de ello, Marduk hijo de Ea, campeón de los dioses y “sol de los cielos”, dio muerte a Tiamat y:”…la partió en dos partes, como una concha, la mitad la puso arriba y la denominó cielo. Él construyó estancias para los grandes dioses, fijando su apariencia astral como constelaciones. Designando las zonas, determinó el año .La otra mitad de la diosa se convirtió en la Tierra”.
Finalmente después de llevar a cabo consultas con los otros dioses, Marduk hizo al hombre de arcilla con la ayuda de Ea: “… impuso sobre él la obligación de servir a los dioses y liberó a éstos de todo trabajo”. Es decir, el hombre fue hecho en beneficio de los dioses. La diferencia entre este relato y el de la Biblia es evidente, pues en esta un solo Dios fue responsable de la creación, siendo esta sacada de la nada y, por tanto, no procedente de dioses o diosas muertos.
Ya hemos aludido a los registros sumerios sobre el diluvio, concretamente hay tres descripciones de este hecho, la más antigua es la descripción sumeria de Ziusudra; la epopeya de Atrajasis es la segunda y por último la de Utnapishtim. La narración sumeria de Ziusudra, pertenece a la primera mitad del segundo milenio a. C. y se conserva fragmentada en una tablilla de arcilla de Nippur (Mesopotamia septentrional). Trata del diluvio como parte de una epopeya sumeria que se inicia con la creación, y describe los fundamentos celestes de los reinos terrestres. Los pasajes relacionados con el diluvio dicen:
“Todas las tempestades y los vientos se desencadenaron (en un mismo instante) el diluvio invadió los centros de culto. Después que el diluvio hubo barrido la tierra durante siete días y siete noches y la enorme barca hubo sido bamboleada sobre las vastas aguas por las tempestades, Utu salió e iluminando el cielo y la tierra. Ziusudra abrió entonces una ventana de su enorme barca y Utu hizo penetrar sus rayos dentro de la gigantesca barca. El rey Ziusudra se postró entonces ante Utu; el rey le inmoló gran número de bueyes y carneros.”
En este pasaje, Utu es el dios sol y Ziusudra el rey de la ciudad de Shuruppak y protagonista del relato. La tablilla muestra el relato del diluvio hallado en la biblioteca de Asurbanipal, en Nínive, que pertenece al siglo VII a. C. En la misma Gilgamesh inicia la búsqueda del secreto de la inmortalidad, que se suponía había sido revelado a Utnapishtim, único superviviente del gran diluvio, quien le relata tal acontecimiento.
La figura muestra la tablilla decimoprimera, con la descripción del diluvio, de las doce que contienen la historia de Gilgamesh.