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«Existe en el ser humano algo que le impulsa a superarse. En efecto, ¿qué es lo que obliga a los alpinistas a emprender el ascenso a las cimas cada vez más elevadas y cada vez de acceso más difícil? ¿Qué es lo que obliga a los nadadores y a los corredores a nadar y a correr cada vez más deprisa? ¿Qué es lo que obliga a los jugadores de ajedrez a reflexionar durante horas enteras antes de mover un peón sobre el tablero? Nada, son ellos mismos quienes se imponen realizar estas hazañas o a resolver estos problemas. ¡Y qué alegría para ellos cada vez que consiguen una victoria!
¡Cuántas actividades, juegos y competiciones de todas clases, han inventado así los humanos! Esto demuestra que en lo más profundo de ellos mismos tienen la necesidad de poner sus límites cada vez más lejos.
Pero entonces, estas cualidades de resistencia, de habilidad o de inteligencia de las que son capaces de hacer gala cuando se trata de juegos o de competiciones, ¿por qué no piensan en aplicarlas en la vida cotidiana? ¿Por qué se quejan siempre de los esfuerzos que deben realizar?»

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