La tecnología necesaria para la conducción autónoma de vehículos ya está madura, ya se puede considerar plenamente consolidada. Y este particular, por la magnitud del efecto que va a tener en un sector laboral y económico como el del transporte, va a reabrir la pregunta de siempre: ¿qué planes de protección hay para las decenas de millones de trabajadores que a nivel mundial se van a quedar sin empleo?
En la publicación especializada ARS Technica, comentan con absoluta naturalidad la llegada de los coches de Waymo (Google):
Los observadores de la industria han asumido por mucho tiempo que un servicio de taxi Phoenix sería el primer producto de Waymo. Pero tan recientemente como la semana pasada, Waymo seguía ofreciendo evasivas sobre la pregunta, sugiriendo que podría entrar en el negocio de camiones en su lugar. Ahora, Waymo anuncia oficialmente que su primer producto comercial será un servicio de taxi sin conductor.
Hay una dicotomía en la industria cuando se trata de coches autónomos. Por un lado, tienes empresas como Tesla y Volvo que quieren venderte un coche que te lleve en coche. Otros, incluyendo Waymo, quieren operar flotas de robots. Algunas compañías automovilísticas, incluyendo GM, BMW y Volkswagen, están siguiendo ambas estrategias simultáneamente.
Las empresas que venden automóviles a sus clientes vislumbran un futuro en el que los actuales sistemas de asistencia al conductor, como el mantenimiento de carriles y el control de crucero adaptativo, evolucionen gradualmente hasta convertirse en un software de autocontrol más sofisticado, en el que los conductores humanos intervienen cada vez con menos frecuencia con el paso del tiempo.
Google consideró inicialmente este mismo enfoque gradualista, que podría haber dado lugar a la concesión de licencias de tecnología parcialmente autoconductora a los fabricantes de automóviles. Pero las pruebas iniciales convencieron a la empresa de que era una mala idea. Los empleados de Google que llegaron a probar los primeros prototipos empezaron a confiar en la tecnología con demasiada rapidez. Google capturó videos de conductores de prueba mirando sus smartphones, maquillándose e incluso durmiendo en el asiento del conductor mientras los autos transitaban la autopista.
Así que Google cambió su estrategia. La empresa decidió que en lugar de vender coches, construiría un servicio de taxi desarrollado alrededor de los coches diseñados desde cero para un funcionamiento sin conductor. Los clientes nunca tendrían que tomar el volante, ni siquiera se les permitiría hacerlo.
Esta estrategia permite a Google -ahora Waymo- perseguir un tipo diferente de gradualismo. En el modelo antiguo, los coches podían ir a cualquier parte, pero al principio el software sólo conducía parte del tiempo. En el nuevo modelo, el software siempre conduce, pero al principio los coches sólo pueden ir a ciertos lugares.
Específicamente, los coches completamente sin conductor de Waymo navegarán inicialmente solamente en una porción pequeña del área metropolitana de Phoenix alrededor del suburbio del sudeste de Chandler. Dentro de esta zona, los coches son capaces de ir a cualquier lugar donde un taxi convencional puede ir. Pero los coches rechazarán cualquier viaje que los lleve fuera de esta zona cuidadosamente escogida.
Para facilitar la navegación, Waymo ha construido mapas tridimensionales de alta resolución de su área de servicio. El software de autoconducción de cada coche puede comparar los objetos identificados por sensores con los objetos del mapa, lo que le permite distinguir rápidamente los objetos inmóviles como árboles y edificios de los objetos móviles como coches y peatones.
A medida que Waymo amplíe su mapa y adquiera más vehículos, también ampliará su área de servicio. En poco tiempo, Waymo espera ofrecer servicio en toda el área metropolitana de Phoenix. Eventualmente, Waymo extenderá el servicio a otras áreas metropolitanas utilizando el mismo enfoque incremental.
Ahondando en otras informaciones para abundar en lo comentado, lo que se asegura es que los plazos para contar con servicios de taxi autónomo en todo EEUU, legislación adaptada a nivel federal inclusive, se están estimando ahora mismo en dos o tres años a lo sumo, y no mucho más allá para el resto del ‘primer mundo’.
Esto, aunque no lo aparente, significa que alguien ha tirado ya de la espoleta de la cuarta revolución industrial y que Pandora nos va a enseñar lo que contenía su caja.
La inteligencia artificial (en parte y paradójicamente gracias a la “Partnership on AI” de Facebook, Amazon, Google-Alphabet, IBM y Microsoft) avanza mucho más rápido de lo que se especulaba, y es algo que afecta directamente a todos los sectores laborales y económicos pero especialmente al sector terciario; Amazon con sus servicios Prime Now (entregas en una hora) nos está adelantando el futuro del comercio (un futuro muy presente en el que no solo no aparecen los comercios físicos sino en el que tampoco estarán presentes las empresas de paquetería ajenas al gigante de Seattle), Facebook se ha convertido en el primer canal de comunicación e información no solicitada a nivel global, y otros monopolios empresariales se están haciendo con el control de la computación, la energía, las infraestructuras, la agricultura y todo aquello que es básico para el funcionamiento de las sociedades en el actual sistema-mundo.
De todas formas, si dejamos de lado el inmenso riesgo que supone el que sean monopolios empresariales los que controlan todas las áreas estratégicas para el desarrollo social y económico, habría que decir que deberíamos sentirnos privilegiados por vivir una época en la que se está en disposición de acabar con el trabajo como moneda de cambio, porque el trabajo ya no va a tener ningún valor de cambio. Esto mismo, obviamente, será de hecho una gravísima amenaza.
Pero lo que sí sería un error tremendo, cuando corresponda, es equivocar el objetivo. Porque el objetivo nunca será reivindicar evitar el progreso (y me refiero a manifestaciones o boicots contra las nuevas tecnologías, según vayan cayendo sectores). Lo que se supere nunca volverá atrás. El objetivo es que los avances tecnológicos repercutan en beneficio de la sociedad al completo, y no únicamente en el de las empresas que se han hecho con la propiedad de esas tecnologías y hasta de los legisladores (legisladores que por cierto ya están trabajando para legalizar el oportuno filtrado de la información en internet).
Y es que el futuro, que para bien o para mal va a ser rompedor, pasa por una digna asignación económica universal, y por el control público de los oligopolios, o bien por ingentes sectores poblacionales marginales que conformarán una sociedad al margen no solo del mundo de los privilegiados (que eso ya ocurre hoy), sino también al margen de lo que hasta hoy considerábamos clases populares.
Y todo empieza por la alegoría de un taxi que avanza sin parecer ser conducido por nadie.
http://iniciativadebate.net/2017/11/08/waymo-empieza-a-probar-en-carreteras-publicas-coches-autonomos-sin-conductor/