Enfrentarte a la soledad es aterrador y doloroso, pero tienes que padecerla. No debes hacer nada para evitarla, no debes hacer nada para desviar la mente y no debes hacer nada para escapar de ella. Tienes que sufrirla y pasar por ella. Este sufrimiento y este dolor es una buena señal de que estás cerca de un nuevo nacimiento, porque todo nacimiento es precedido por el dolor. No puedes evitarlo y no debes evitarlo porque forma parte de tu crecimiento.
Pero, ¿Por qué hay este dolor? Esto debería comprenderse, porque comprenderlo te ayudará a pasar por ello, y si pasas por ello, saldrás más fácil y rápidamente de ello.
¿Por qué hay este dolor cuando estás solo? La primera razón es porque el ego se pone enfermo. El ego solo puede existir con los demás, cuando hay otros. Ha crecido en relación, no puede existir solo. Entonces, si hay una situación en la que ya no puede existir, se siente asfixiado, se siente al borde de la muerte.
Este es el sufrimiento más profundo. Te sientes como si estuvieras muriendo. Pero no eres tú quien está muriendo, sino sólo el ego, al que has tomado como tú mismo, con el que te has identificado. No puede existir porque te lo han dado los demás. Es una contribución. Cuando dejas a los demás, no puedes llevarlo contigo.
Así que, en soledad, todo lo que sabes acerca de ti se vendrá abajo; poco a poco desaparecerá. Puedes prolongar tu ego durante un cierto período ―y eso también tendrás que hacerlo con la imaginación― pero no puedes prolongarlo por mucho tiempo. Sin la sociedad estás desarraigado; el suelo que te nutre ha desaparecido. Este es el dolor básico. Ya no estás seguro de quién eres: eres sólo una personalidad que se disgrega, una personalidad que se disuelve. Pero esto es bueno, porque a no ser que este falso tú desaparezca, lo real no puede aflorar. A no ser que seas completamente lavado y quedes limpio de nuevo, lo real no puede aflorar.
Este falso tú está ocupando el trono. Debe ser destronado. Viviendo en soledad, todo lo que es falso puede irse. Y todo lo que es dado por la sociedad es falso. En realidad, todo lo que es dado es falso; todo lo que nace contigo es real. Todo lo que eres por ti mismo, a lo que no ha contribuido nadie más, es real, auténtico. Pero lo falso debe irse y lo falso es una gran inversión; has invertido tanto en ello; has estado cuidándolo tanto; todas tus esperanzas dependen de ello. De manera que, cuando comience a disolverse, te sentirás atemorizado, asustado y tembloroso: ¿Qué te estás haciendo a ti mismo? Estás destruyendo toda tu vida, toda la estructura.
Habrá miedo. Pero tienes que pasar por este miedo; solo entonces dejarás de tener miedo. No digo que te volverás valiente, no. Digo que dejarás de tener miedo. La valentía es solo parte del miedo. Independientemente de lo valiente que seas, el miedo se esconde detrás. Yo digo que dejarás de tener miedo. No serás valiente; no hay necesidad de ser valiente cuando no hay miedo. Tanto la valentía como el miedo se vuelven irrelevantes. Ambos son las caras de la misma moneda. De modo que vuestros valientes no son otra cosa que vosotros cabeza abajo, haciendo shirshasana. Tu valentía está escondida dentro de ti mientras que tu miedo está en la superficie; su miedo está escondido dentro de ellos y su valentía está en la superficie. De modo que cuando estás solo eres muy valiente, cuando piensas en algo eres muy valiente, pero cuando se presenta una situación real eres miedoso.
Uno sólo deja de tener miedo cuando ha pasado por el miedo más profundo de todos, el de la disolución del ego, la disolución de la imagen, la disolución de la personalidad.
Esto es la muerte, porque no sabes si una nueva vida va a surgir de ello. Durante el proceso, solo conocerás la muerte. Solo cuando estés muerto como eres, como la entidad falsa, solo entonces sabrás que la muerte fue solo una puerta a la inmortalidad. Pero eso será al final; durante el proceso simplemente estás muriendo.
Todo lo que apreciabas tanto te está siendo arrebatado ― tu personalidad, tus ideas, todo lo que creías que era hermoso. Todo te está dejando. Estás siendo desnudado. Todos los roles y vestimentas te están siendo arrebatados. En el proceso, habrá miedo, pero ese miedo es básico, necesario e inevitable ― tienes que pasar por eso. Tienes que comprenderlo pero no trates de evitarlo, no trates de escaparte de él, porque toda escapada te traerá de vuelta otra vez. Volverás a la personalidad.
Aquellos que entran en un silencio y soledad profundos, siempre me preguntan: «Habrá miedo, así que ¿qué se puede hacer?» Les digo que no hagan nada, que simplemente vivan el miedo. Si llega el estremecimiento, te estremeces. ¿Por qué impedirlo? Si hay un miedo interno y estás temblando con él, tiembla con él. No hagas nada. Deja que suceda. Se irá por sí solo. Si lo evitas… y puedes evitarlo, puedes cantar «Rama, Rama, Rama»; puedes aferrarte a un mantra para distraer la mente. Te apaciguarás y no sentirás el miedo; lo has empujado al inconsciente. Estaba saliendo ―lo cual era bueno, ibas a liberarte de él―, estaba abandonándote, y cuando te abandona, tiemblas.
Esto es natural porque desde cada célula del cuerpo, de la mente, está saliendo una energía que siempre había estado ahí comprimida. Habrá agitación y estremecimiento; será como un terremoto. Toda el alma se agitará por ello. Pero deja que suceda. No hagas nada. Ese es mi consejo. Ni siquiera cantes. No intentes hacer nada con ello, porque lo único que puedas hacer es, de nuevo, represión. Permitiendo que suceda, dejando que sea, saldrá de ti ― y cuando haya salido, serás un hombre completamente diferente.
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