Germán Velásquez ha estado en la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 20 años y es una de las personas que con mayor decisión y poder de influencia ha advertido sobre la mercantilización de la salud. En concreto asegura que la OMS se ha ido “privatizando” pues aunque sus estatutos recogen que el dinero para financiarla ha de provenir de los gobiernos que la componen y ahora son entidades privadas las que están aportado la mayor cantidad del dinero de sus fondos.
Velásquez trabaja como Asesor Especial en el Centro del Sur, organización con sede en Ginebra constituida por 54 países en vías de desarrollo y le he entrevistado en el número de diciembre de la revista Discovery DSalud (que está ya en los kioskos). Algunos de sus comentarios son:
(…) en estos últimos años he visto con tristeza cómo la OMS ha ido perdiendo su independencia –por ejemplo debido a la intervención de determinadas naciones desarrolladas que solo buscaban proteger los intereses de sus industrias farmacéuticas o de alimentación- y su credibilidad –algo que últimamente se ha comentado no sólo en los medios de comunicación sino en numerosas instancias como en el Asamblea del Consejo de Europa y algunos parlamentos, especialmente tras la nefasta gestión de la gripe A.
(…) ¿La gripe A achacada al H1N1 fue un caso de “salud pública” o un “saludable negocio”? ¿Quién ganó y perdió con ella? Una declaración de pandemia puede prevenir millones de muertes… o crear mercados de millones de dólares. ¿Estuvo la gripe A en esta segunda categoría? La respuesta es que, en gran medida, sí.
Pero hay una interrogante aún más grave y sin respuesta: cómo ese episodio afectará a la credibilidad de la OMS y de las autoridades sanitarias de los países, si a partir de ahora la gente se preguntará si está haciendo una gestión más comercial que sanitaria. Y, sobre todo, esa clara pérdida de credibilidad, ¿la impedirá afrontar eficazmente un problema real de salud en el futuro?
(…) algunos de los países más industrializados son los que han permitido la “privatización” de la OMS. Porque los ingresos regulares de la OMS según los estatutos deben proceder de los estados miembros cuya contribución depende de su número de habitantes y Producto Interior Bruto (PIB) pero hoy con eso sólo se cubre el 20% del presupuesto de la organización para el periodo 2012–2013. Así que se sostiene con “donaciones”. Y evidentemente quien contribuye con su dinero al mantenimiento de una institución termina teniendo influencia en ella. Es el caso del señor Bill Gates, primer “donante” de una agencia que debería ser multilateral, pública e independiente.