Los eslóganes son parásitos del pensamiento que funcionan bien siempre que no se les analice en profundidad. Esencialmente, porque no superan la prueba del algodón. Son condensados de aparente pensamiento del cual solo conservan el vehículo mediante el que éste se expresa (el lenguaje), pero nada del contenido que deberían comunicar (las ideas). Que no resistan el más somero análisis no les convierte necesariamente en aberraciones, pero cuando la pereza mental que denotan está al servicio de causas erradas se impone el exponerlos como lo que son: falsas evidencias y auténticos sofismas.
El más obvio sofisma que circula en estos momentos es el que define el agobiante feminismo obligatorio como «igualdad».
Recomiendo a todo aquél a quien se le espete tan sintética ecuación que pregunte a quien la repite qué entiende por igualdad. La pregunta clave es «¿igualdad de oportunidades en la competición social entre sexos, o igualdad de resultados?».
Pueden obtenerse varias respuestas posibles, o ninguna, pero ahí empezará a deshilvanarse la cosa y a quedar expuesta la trampa que tan bochornosa propaganda encierra.
Si no obtenemos más respuesta que la peplejidad del interlocutor, es obvio que cierto feminismo es IGNORANCIA.
Si se nos dice que se trata de igualdad de oportunidades, lo siguiente sería preguntar por qué entonces el feminismo no solo denuncia, sino que estimula la asimetría penal contra el varón, las cuotas de género, las ventajas en oposiciones y concursos públicos, la menor exigencia a las mujeres en el acceso a puestos, la implementación de protocolos de protección para víctimas de violencia sólo si dichas víctimas son mujeres … y tantos otros beneficios que revelan que lo que cierto feminismo ventajista busca es perpetuar PRIVILEGIOS.
Si se nos reconoce sin más que el feminismo busca la absoluta indiferenciación entre el hombre y la mujer, negando la especificidad de cada sexo e igualándolos a partir de la negación del mérito, la excelencia o cualquier don que haga destacar a un individuo sobre la masa homogeneizada, hay que concluir que cierto feminismo es SOMETIMIENTO TOTALITARIO.
Todo sea por la igualdad |
Y ni la ignorancia, ni los privilegios, ni el totalitarismo representan ninguna forma deseable de igualdad.
Pero es que además, la igualdad abstracta de la que hablan las feministas de consigna y subvención no admite concreción racional alguna sin caer como un castillo de naipes. Pregúntese a quien repite el «dogma de la inmaculada conceptualización» («El feminismo es igualdad») si cree que todos los hombres son iguales entre sí, y simétricamente, si cree que todas las mujeres son iguales entre sí.
Si la respuesta es positiva, es porque cierto feminismo se basa en SIMPLIFICACIONES ABUSIVAS.
Si la respuesta es negativa, nos encontraremos ante la evidencia de que ese movimiento, que exige abyecta pleitesía, es ILÓGICO y DISPARATADO.
Y, nuevamente, ni la simpleza, ni la falta de lógica ni el disparate tienen nada que ver con la igualdad.
Pero es que además el feminismo debe ser la primera ideología a la que parece que solo hay que juzgar desde sus propias proclamas, nunca desde los resultados que ha producido, por alejados que estén de aquéllas y dañinos que resulten, frecuentemente para las propias mujeres. Por no alargar esta entrada, y dado que el lector habitual del blog puede localizar innumerables ejemplos de lo antes apuntado solo con teclear la palabra «feminismo» en el buscador, solo señalo que la teóloga sueca Irma Udelius reconoce que desde que el feminismo se elevó a la ideología estatal en Suecia, el número de violaciones se ha multiplicado, y la mutilación genital y el matrimonio infantil se han convertido en parte de la vida cotidiana. Por cierto, la solución que propone es … detener el feminismo y restablecer el «patriarcado».
Suecia, un país cuya cohexión ha sido arrasada como consecuencia direc- ta de haber convertido el feminismo en ideología de Estado. |
(posesodegerasa)
http://astillasderealidad.blogspot.com/2019/01/la-empanada-mental-de-la-igualdad.html