Aunque nos protege de posibles agresiones externas, la ropa también puede absorber y liberar millones de productos químicos y partículas biológicas potencialmente tóxicas todos los días, según cómo la tratemos y usemos. Algunas partículas químicas desaparecen durante el lavado, secado y almacenamiento, pero que otras persisten o se asientan.
Entre las partículas que se quedan están los productos químicos moleculares, partículas abióticas y partículas bióticas (microbios y alérgenos), que terminan en nuestros pulmones.
Se trata de residuos de nicotina, pero también de los microbios de las mascotas o de partículas dañinas relacionadas con los sectores agrícola, médico e industrial.
Vacío científico
El artículo señala que la ciencia no está prestando suficiente atención a este fenómeno. Recoge el estado de la investigación científica sobre el particular a partir de 260 artículos considerados relevantes y afirma que el conocimiento científico de este sector está muy fragmentado y que tiene muchas incógnitas que resolver.
«Creemos que el tema ha sido poco estudiado hasta ahora, pero la ropa y los textiles que usamos han cambiado dramáticamente en los últimos años. Estamos tratando con materiales sintéticos con antimicrobianos, anti-UV, anti-manchas o anti-agua, pero nadie puede decir si estas ropas nos exponen a más químicos y partículas que las fibras naturales», señala Dusan Licina en un comunicado.
Considera que la ropa debe estar etiquetada no solo con su material, sino también con las sustancias utilizadas en su fabricación, como Nutriscore, la etiqueta que informa a los consumidores sobre la calidad nutricional de un alimento de forma regular sobre una base científica. «Actualmente, no existe ninguna regulación ni ley sobre esto», advierte Licina.
El problema es que sabemos lo suficiente para decir que la ropa influye significativamente en nuestra exposición diaria a sustancias químicas y contaminantes que respiramos a través de la piel, pero necesitamos más investigación para conocer sus consecuencias para la salud.
Dusan Licina ha estado publicando artículos sobre el tema durante varios años. Cuando estuvo en Estados Unidos, entre 2016 y 2018, por ejemplo, testó la calidad del aire de una unidad de cuidados intensivos para bebés prematuros durante un año. Midió el transporte de partículas desde el exterior hasta el interior de la habitación, hasta las incubadoras de bebés.
Los análisis mostraron que la entrada de las enfermeras en la unidad aumentó en 2.5 veces la concentración de partículas en el aire. La presencia de ciertas partículas a las que estaban expuestos los bebés podría atribuirse directamente a las batas que usaban mientras viajaban al hospital. Estas partículas podrían desempeñar un papel importante en el desarrollo de la salud inmunológica de los recién nacidos. Pero faltan estudios rigurosos sobre esta hipótesis para comprobar efectos.
Investigaciones similares desarrolladas con anterioridad sobre la ropa en otros entornos han detectado trazas significativas de insecticida, fungicida y herbicida que pueden ser transportados y liberados de un lugar a otro.
Nicotina en la ropa
«Las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora demuestran que nuestra ropa contiene partículas potencialmente tóxicas que pueden afectar a las personas cercanas. Por ejemplo, sabemos que los no fumadores tienen rastros de nicotina en la sangre y en la orina cuando están cerca de los fumadores que llevan, de hecho, las partículas de nicotina en su ropa», señala Licina.
Y añade: «Además, las concentraciones de partículas a las que las personas están expuestas a través de la ropa son significativas, en comparación con las estimaciones totales indicadas por los estudios sobre los efectos de estas partículas en la salud. Sin embargo, no sabemos exactamente cómo afectan nuestra vida diaria».
El científico apela a biólogos y químicos, desde una perspectiva de salud pública, para trabajar más estrechamente con los ingenieros ambientales y comprobar los efectos sanitarios de la ropa que usamos.
A la espera de nuevos estudios que permitan una legislación adecuada, el investigador sugiere prestar más atención a las condiciones de producción de la ropa que se vende en las tiendas y lavar regularmente la ropa con productos naturales y poco agresivos.
También es importante no perder el hábito de planchar la ropa porque, tal como explicamos en otroartículo, no es solo una cuestión estética, sino el mejor seguro contra tres enfermedades infecciosas: el tifus, la fiebre de las trincheras y la fiebre recurrente epidémica, que le han costado a la humanidad más muertes que todas las guerras juntas.
Clothing-Mediated Exposures to Chemicals and Particles. Dusan Licina et al. Environmental Science and Technology, April 29, 2019. DOI: 10.1021/acs.est.9b00272