Bombardearon Damasco porque el ejército sirio supuestamente atacó con sarín y cloro a la población de Duma. Pero la Organización para la Prohibición de Armas Químicas dijo que no encontraron Sarín, y la versión oficial no se sostiene.
Cuando abrimos el periódico, hemos llegado a un punto en el que nos cuesta creer lo que leemos. Según un estudio de la Universidad de Oxford, solo el 34% de los españoles confía en la información que lee en los medios. Únicamente en Estados Unidos los medios tienen menos credibilidad que en España, con un 32% de confianza. Pero sin embargo, cuando nos hablan de Oriente Medio, de Rusia, de Irán, de China o del malo de la película que toque, nos creemos todas las noticias que llegan sin cuestionar una sola coma. Asumimos que, el mismo medio que nos ofrece una realidad completamente sesgada, partidista y contradictoria de nuestro país, por gracia divina, en la sección de Internacional se vuelve honesto y te cuenta la actualidad desde la absoluta honestidad. Y así es como llegamos a Siria y el mito de los ataques químicos.
Asumimos que cuando EE.UU., Francia y Reino Unido bombardearon Damasco en 2018, era porque Bashar al-Assadse había pasado. Asumimos que el Ejército Sirio había cruzado todas las líneas rojas al utilizar gas nervioso (sarín) contra civiles en Duma. ¿Cómo no iba a ser cierto? Theresa May estaba convencida de que el ataque era real, y las imágenes de los Cascos Blancos mostraban a niños muertos casi al momento sin tener opción de escapar del lugar del ataque; algo que solo sucede con un ataque de gas nervioso. Pero entonces, pudimos leer el informe de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas para la ONU: no hay rastro de sarín en Duma.
Y ahora nos vuelven a hablar de «posibles» o «potenciales» ataques químicos en Idlib, Hama y hasta Latakia. Otra vez volvemos a empezar. Siempre especulando, nunca con pruebas, porque cuando se investiga –y aunque el informe haga aguas por todos lados–, resulta que termina siendo mentira casi todo lo que nos contaron.
Sin que siquiera los grupos militantes y los Cascos Blancos hayan reportado ningún ataque químico, Estados Unidos ya se ha propuesto estudiarlo basándose únicamente en el testimonio de combatientes del grupo terrorista –de acuerdo a la lista de organizaciones terroristas que tiene el Departamento de Estado de EE.UU.– Hayat Tahrir al-Sham, ligado a al-Qaeda. Hay quienes hacen malabares para intentar sostener la mentira de que Hayat Tahrir al-Sham ya no pertenece a al-Qaeda, pero incluso la embajada norteamericana en Siria reconoce que HTS es el nuevo nombre de Jabhat al-Nusra y que, por tanto, es parte de la red de al-Qaeda en Siria.
No solo EE.UU. se dedica a imaginar ataques químicos cada vez que el Ejército Sirio avanza superando unas volátiles defensas rebeldes. El 28 de mayo, el Ministro de Exteriores francés afirmaba que había signos de un ataque químico realizado contra la oposición en Siria… pero que todavía tenía que verificarlo. Confiemos en que esta vez, la verificación no pase por bombardear primero Damasco.
El problema de que los periodistas actúen como simples voceros de las agencias de comunicación o –peor aún– de ONG’s financiadas por gobiernos [enfatizo lo irónico que resulta] que colaboran con grupos terroristas sin cuestionarse nada, es que cuando se demuestra que todo es falso, ya es tarde, porque el daño ya está hecho. Porque aunque nadie haya salido a dar la cara y asumir responsabilidades por mentir sobre Duma, todo apunta a que no fue como nos lo contaron.
La versión oficial no se sostiene
Antes que nada, hay que tener en cuenta dos cosas: La OPAQ no encontró restos de sarín, y el cloro es difícil que sea letal a no ser que la víctima esté expuesta a unas cantidades extremas durante un tiempo prolongado. Es decir, las víctimas de un ataque de cloro tendrían minutos para intentar salvarse, y su muerte sería por asfixia, sin relación alguna con los síntomas que se ven en los videos difundidos por los Cascos Blancos. Para hacernos una idea de las cantidades de las que hablamos, en 2005 en Estados Unidos descarrilaron 18 vagones de un tren de carga, liberando 120.000 libras de gas cloro. 1.400 personas quedaron expuestas, 550 tuvieron que ser atendidas, y 9 murieron. Proporcionalmente, el cloro no es un gas especialmente letal aunque sí resulte tremendamente dañino para la salud.
Según las imágenes de los Cascos Blancos, las víctimas estaban tendidas en el suelo como si les hubiese faltado tiempo a reaccionar; ni siquiera para parecían haber intentado resguardarse. Esto solo da pie a una opción: las víctimas fueron asesinadas por un agente químico, pero en otro lugar. No es baladí recordar que poco antes de que los Cascos Blancos anunciasen los supuestos (y más que supuestos, cuestionables) ataques químicos de Duma, el grupo yihadista radical Jaysh al-Islam tenía unos 3.500 rehenes según fuentes opositoras a Damasco; pero de muchos de ellos no se supo nada jamás.
Puede sonar retorcido pensar que Jaysh al-Islam habría asesinado a civiles para escenificar un ataque químico con el que lograr una reacción internacional que les diese un respiro cuando el ejército sirio estaba a punto de tomar Duma, pero no es descabellado pensarlo cuando hablamos de una organización que enjaulaba civiles alawitaspara utilizarlos como escudos humanos.
Que un cilindro de metal caiga desde un helicóptero que vuela a cientos de metros, atraviesa un tejado, impacte contra el suelo y rebote para acabar sobre una cama sin apenas dañar ni el suelo ni la cama, ya de por sí es difícil de explicar. Que ese cilindro libere gas cloro y la gente muera instantáneamente sin intentar cubrirse, acercarse a las ventanas o abandonar el edificio, también es completamente ajeno a lo que sucedería en una situación real. Sorprende también que un análisis científico estudie solo una posibilidad (que los cilindros llegaron al lugar desde el cielo, lanzados por un helicóptero del ejército sirio) y no otros posibles escenarios, porque en ese caso no se está intentando saber qué pasó, sino confirmar una sospecha haciendo lo imposible para que las piezas del puzzle encajen. Los cráteres del edificio lo más probable es que fuesen provocados por los bombardeos previos de la aviación que ni Rusia ni Siria niegan. Sobre todo porque a pesar de los malabares –algunos tremendamente surrealistas– para explicar la escena de los cilindros, los mismos cráteres que supuestamente solo pudieron hacer los cilindros, se podían encontrar en el resto de espacios.
Pero por si todavía quedaban dudas, el 13 de mayo de 2019 salió a la luz un informe que la OPAQ mantuvo oculto hasta que uno de sus autores lo filtró por internet. El informe, del 27 de febrero de 2019 y titulado ‘Evaluación de ingeniería de dos cilindros observados en el incidente de Duma’, explica en 15 páginas que la versión oficial no se sostiene, y que lo más probable es que los cilindros los hubiese colocado alguien en los dos lugares en los que se encontraron. No sería una locura esta posibilidad, teniendo en cuenta que se encontraron cilindros similares en un almacén de los rebeldes que visitó el equipo de la OPAQ. Incluso el productor de la BBC Riam Dalati ha llegado a cuestionarse, en un ejercicio de honestidad, la versión oficial tras hablar con sus fuentes, todas opositoras.
Siempre resulta sano para los lectores cuestionar la información que reciben. En este contexto, es lógico dudar sobre la veracidad del informe, teniendo en cuenta que se prohibió su circulación y que ni siquiera se comenta en el informe final de la investigación de la OPAQ sobre el incidente de Duma. Sin embargo, según publicó en el DailyMail el periodista Peter Hitchens, este se puso en contacto con la Organización para la Prohibición de Armas Químicas que le confirmó la autenticidad del documento. Tampoco ha salido nadie a desmentirlo, por lo que, todo apunta a que es real. Quien lo redactó y el equipo que llegó a estas conclusiones podían equivocarse, pero entonces… ¿por qué se ha estado ocultando? ¿Por qué no se añadió en al informe final? ¿Por qué no se explicaron los motivos para no tener el informe en cuenta? Son preguntas que no encuentran respuesta.
Y a pesar de todo, bombardearon Damasco justificándose con el incidente de Duma. Y a pesar de todo, bombardearon Damasco con total impunidad. Ahora, vuelven a hablar de ataques químicos, pero siempre en efímero, sin pruebas, sin nada con lo que demostrar la autoría o la simple existencia de los mismos. Vivimos la tragedia, que ahora se repite como miserable farsa. Vuelta a empezar.