El codigo secreto de la Odisea.

La colección otros Mundos de Plaza y Janés, significó un antes y un después en la divulgación de las tesis alternativas.

Buena parte de estos libros no se han digitalizado, y poco a poco van desapareciendo de Las Bibliotecas al no ser demandados por desconocimiento de los lectores.

Sin duda una colección imprescindible para comprender la evolución histórica de nosotros mismos, de buscar respuestas a esas preguntas que el día a día se empeña en ocultarnos.

maestroviejo

Publicada originalmente en frances por la editorial Robert Laffont en la coleccion «Les Énigmes de l’Univer» en el año 1969 con el titulo «LE CODE SECRET DE L’ODYSSÉE: LES GRECS DANS L’ATLANTIQUE», probablemente es porque vivió en Cartago, frente al Mediterráneo de los griegos, que Gilbert Pillot fue empujado a cuestionar, después de muchos otros la Odisea de Homero 20.
Se publicó en esta colección en agosto de 1971 con una traducción de Ramon Planes y se titulo El codigo secreto de la Odisea.

Apoyándose en el texto homérico, siguiendo la ruta de Ulises de isla en isla, examinando cuidadosamente la dirección de los vientos, el número de días de navegación y la posición de las constelaciones, llegó a dibujar un itinerario que conduce bien al héroe más allá de los límites admitidos hasta ahora: Ulises cruza las columnas de Hércules  toca la costa marroquí, Canarias y Madeira, y luego, hacia el norte, llega a Irlanda, Escocia e Islandia.

LA ODISEA, UN MENSAJE

Sí, ahora sé que todavía es posible partir a la aventura, descubrir islas, cabos, remolinos temidos por los marinos, en canalizos de violentas corrientes provocadas, según dicen las leyendas, por un demonio hembra agazapado en una gruta misteriosa excavada a pocos metros de la costa. Sí, es posible dar con los escollos de Caribdis y de Escila que Ulises habría atravesado doce siglos a. J. C., según la tradición griega que da Homero en la Odisea.

Desde hacía mucho tiempo me sentía tentado a indagar, tres mil años más tarde, la identidad de los lugares descubiertos por Ulises y sus compañeros. Presuntuosa empresa, sin lugar a dudas, puesto que otros antes que yo la habían intentado y creían poder situar el país de los lotófagos, de los lestrígones: y de los cimerios, la isla de Circe y la lejana Ogygia en los parajes de Túnez, de Sicilia, de Cerdeña y de la costa italiana. ¿Cómo, a mi vez, he podido embarcarme en semejante aventura teniendo, ya de entrada, tan reducidas posibilidades de éxito? ¿No se dedicó Victor Bérard, hacia 1925, a analizar escrupulosamente el texto de la Odisea y buscar sobre el terreno, principalmente en Grecia, la concordancia entre los paisajes y el texto de Hornero?

Si, en este momento, me hubiese dado por leer en detalle ese estudio profundo, que abarca cuatro tomos; probablemente hubiese renunciado a mi proyecto, descorazonado de antemano por el cúmulo de precisiones geo

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