Existe una región de Sudamérica donde la NASA apaga sus satélites cuando la sobrevuela porque todos los objetos que pasan por ahí se ven expuestos a una peligrosa radiación espacial.
Ello se debe a que reciben los efectos de la Anomalía del Atlántico Sur (SAA), que es un área donde el cinturón de radiación interno de Van Allen de la Tierra se acerca más a la superficie de la Tierra, según physics-astronomy.
Todos los objetos que atraviesan la zona se ven expuestos a la radiación espacial.
“Cientos de satélites que se usan para todo, desde la predicción de las condiciones del tiempo hasta los GPS o la televisión, de manera rutinaria rozan los cinturones, exponiéndose de este modo a partículas energéticas que pueden dañar los paneles solares y causar cortocircuitos en aparatos electrónicos sensibles”, dijo la NASA.
Durante años se han estado construyendo vehículos fuertemente blindados para proteger a los astronautas de esta radiación.
Mientras que la atmósfera bloquea la mayoría de las partículas de alta energía, y no causan problemas en la superficie, hay suficientes en el espacio cercano a la Tierra para causar problemas en los sistemas electrónicos de las naves espaciales. La Estación Espacial Internacional tiene un escudo extra debido a la SAMA, y el Telescopio Espacial Hubble apaga sus instrumentos científicos cuando pasa por la región, explicó Patricia Oliva, científica de la Universidad Mayor.
Los Cinturones de Van Allen se originan por la colisión de las partículas cargadas de ciento solar con el campo magnético terrestre.
“La magnetosfera atrapa esas partículas de radiación y las hace moverse por su superficie. El problema es que algunas de esas partículas cargadas y moviéndose a alta velocidad son peligrosas tanto para los seres humanos como para el equipamiento de las naves espaciales”, según Gizmodo.
Durante las tormentas geomagnéticas cuando los cinturones están agrandados por la actividad solar, importantes cantidades de satélites pueden ser tragados poniendo así en peligro a la tecnología que utilizamos en la vida cotidiana en el planeta.
Los cinturones son invisibles al ojo humano, pero si pudiéramos verlos serían como una especie de gigantesco donut con nuestro planeta en el centro.
Estos campos recibieron el nombre de Cinturones de Van Allen en honor a su descubridor, James Van Allen. Hay dos: uno interior, a una distancia de entre 1.000 y 5.000 km de la superficie terrestre, y otro exterior, a entre 15 y 20.0000 km de nosotros.
El interno es bastante estable, pero el externo se hincha y encoge con el tiempo.
La primera evidencia de los cinturones de radiación fue reportada en 1958 por Van Allen usando datos de un detector de rayos cósmicos en la primera misión de la NASA realizada con la nave espacial Explorer 1, de acuerdo con la NASA.
El cinturón de radiación interno fue descubierto con datos del Explorer 1 que fue lanzado a la órbita terrestre en un misil Júpiter C desde Cabo Cañaveral, Florida, el 31 de enero de 1958.
El cinturón de radiación exterior se descubrió unos meses después del cinturón interior utilizando datos de Explorer IV y Pioneer 3, ambos lanzados en 1958.
Los Cinturones de Radiación de Van Allen son una parte del entorno magnético dinámico de la Tierra, conocido como la magnetosfera.
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