En los últimos años, la oleada de lo ecofriendly se ha posicionado como uno de los mercados más codiciados e influyentes a nivel internacional. Las marcas verdes se forjaron un camino en el sistema de consumo a través de la conciencia con el medioambiente y los productores originarios, procurando ofrecer tanto alternativas como productos atractivos para el “consumidor verde”.
Cada vez más hay más ciudades y zonas cosmopolitas con diversas tiendas, supermercados y restaurantes ecofriendly, cuyos consumidores target son personas proambientales que están a la búsqueda de disponibilidad, etiquetado y accesibilidad de precios. Es decir, personas que poseen recursos económicos para pagar ese monto extra que fomenta los cuidados al medioambiente. Desde unas galletas con chispas de chocolate a unos 130 pesos mexicanos (aproximadamente unos 6.80 dólares) hasta un bálsamo corporal con base de aceite de coco a unos 300 pesos mexicanos (alrededor de 15.70 dólares), en comparación con las marcas comerciales que venden unas galletas a 15 pesos mexicanos (0.70 dólares) y una crema corporal a 40 pesos mexicanos (2 dólares).
Economía sustentable: una realidad focalizada para un sector reducido de la población
De acuerdo con un estudio realizado por la empresa Morgan Stanley (2017) y el Mercado Laboral del Banco de México, los millennials son la generación más interesada tanto en una economía sustentable como en el medioambiente; sin embargo, son la generación peor pagada, de modo que una persona con un sueldo básico no se puede costear una elecciónecofriendly. Hay quien dice que en realidad en la accesibilidad de este tipo de productos influyen factores como la clase y la raza; por lo tanto, la opción sustentable termina siendo un estilo de vida costoso, elitista y clasista.
En palabras de Andrea Fajardo, colaboradora en la revista Memorias de nómada:
[…] muchos de estos lugares de cultura ecológica solo están hechos para un pequeño grupo de personas privilegiadas que pueden pagarlo. Se lee bonito y hasta revolucionario, pero la realidad muestra otra cosa. A no ser que tengas 5 mil pesos en tu cartera cada fin de semana para comprar tu despensa completa (ese fue el cálculo que hice preguntando precios), es casi imposible disfrutar a plenitud la vida sustentable que en estos lugares se promueve.
Un capitalismo de etiqueta verde
Si bien lo ecofriendly pretende invitar a reflexionar sobre el consumo exacerbado, en realidad se ha convertido en una tendencia que desencadena etiquetas con sello orgánico y sustentable que en realidad no lo son. Fajardo sentencia: “Es casi la misma treta del capitalismo para que compremos en exceso: hacernos creer en un ideal de vida que se consigue consumiendo, pero ahora con la etiqueta ecológica para que no le duela al planeta, y sobre todo a la conciencia”.
Mientras muchos supermercados ecofriendly venden productos veganos en latas o empaques de plástico debido a su proceso de comercialización e importación, los productos locales de pescadores, agricultores o ganaderos resultan ser de un origen más sustentable, ecológicamente ético y económicamente sustentable. Ello sin mencionar que al consumir local, se está apoyando directamente a ese pequeño comercio justo que resulta el sustento de una familia.
De modo que, como bien menciona Fajardo:
de allí a mercantilizar la ecología, lucrar con los derechos de la naturaleza y generar un sistema que no dista mucho del capitalista, o que más bien parece desprenderse del mismo pero vestido de verde, para después volverlo elitista y así clasificar a las personas en: quién puede tener una vida sustentable y quién no, me parece una forma más de seguirnos mintiendo y de sostener las estructuras hegemónicas sin descanso.
En este sentido, frente a etiquetas, modas o tendencias, siempre vale la pena cuestionarse la finalidad económica de las prácticas asociadas con éstos, pues eventualmente, en el sistema en que vivimos, todo acto genera una ganancia para alguien.
https://pijamasurf.com/2019/11/te_consideras_ecofriendly_quiza_es_tiempo_de_revisar_tus_privilegios_elitistas/