Lo ha descubierto una investigación realizada por Healthy Babies Bright Future (HBBF), una asociación de científicos, organizaciones sin fines de lucro y patrocinadores que combate la presencia de químicos neurotóxicos en los alimentos para bebés.
La investigación se ha basado en un estudio anterior realizado por la agencia del gobierno de los Estados Unidos responsable de la regulación de medicamentos, tanto humanos como veterinarios, más conocida por sus siglas FDA.
HBBF analizó 168 alimentos de 61 marcas (como Gerber, Earth’s Best, Beech-Nut) y descubrió que el 95% de ellos contienen plomo, el 75% cadmio, el 73% arsénico y el 32% mercurio.
Uno de cada cuatro alimentos del estudio contenía los cuatro químicos tóxicos incluidos en este estudio.
Además, cuatro de los siete cereales de arroz para lactantes analizados contenían arsénico inorgánico (la forma tóxica de arsénico) por encima del nivel aceptado por la FDA de 100 partes por mil millones (ppb).
El 83 por ciento de los alimentos para bebés analizados tenían asimismo más plomo que el límite de 1 ppb aprobado por los defensores de la salud pública, y uno de cada cinco alimentos analizados tenía más de 10 veces esa cantidad.
El estudio también advierte que el 88 por ciento de los alimentos analizados carece de normas o directrices federales sobre los niveles máximos seguros de metales pesados tóxicos, como el arsénico y el plomo.
Metales tóxicos
El plomo es un contaminante medioambiental natural que rara vez se encuentra en su estado elemental. Se manifiesta en los alimentos de forma inorgánica y se absorbe fácilmente por el organismo.
El cadmio es absorbido por el agua y suelo. Se acumula por los animales y vegetales y se transmite al ser humano a través del consumo de pescado y marisco, carne y vegetales con altas concentraciones de este metal pesado.
El arsénico es uno de los elementos naturales más peligrosos para la salud, aunque es esencial para la vida dependiendo de su origen y dosis. El organismo lo recibe habitualmente a través de algunos alimentos procedentes del mar, si bien de una forma menos tóxica que el arsénico orgánico.
El mercurio es un elemento tóxico que en altas dosis puede afectar a la salud. Está presente en el ambiente debido a la actividad volcánica, la erosión de las rocas o la actividad humana.
Cuando entra en contacto con algunas bacterias, el mercurio se transforma en metilmercurio y se acumula también en peces y mariscos, pasando así a los seres humanos a través de su consumo.
El estudio de HBBF señala que la presencia de estos metales en los alimentos para bebés, incluso en pequeñas cantidades, puede alterar el desarrollo del cerebro y afectar al coeficiente intelectual del pequeño cuando se hace mayor.
Los efectos perjudiciales por la presencia de estos metales en los alimentos de los más pequeños se van acumulando con cada comida de un bebé, señala el estudio.
Y añade que los alimentos envasados a base de arroz son los más dañinos: “estos populares alimentos no solo son ricos en arsénico inorgánico, la forma más tóxica, sino que casi siempre están contaminados también por los otros metales tóxicos”, detalla el estudio.
El estudio especifica que, aún en tasas bajas, el arsénico puede afectar al desarrollo neurológico de los más pequeños.
Cita a 23 estudios científicos publicados durante los últimos siete años que demuestran la pérdida de CI, déficit de atención y otros impactos en la capacidad de aprendizaje y comportamiento, en los niños que son expuestos a estos metales, de los cuales tres (arsénico, plomo, y cadmio) son además cancerígenos para los seres humanos.
El arroz es especialmente dañino porque absorbe naturalmente el arsénico orgánico presente en el agua de la que se nutre para su desarrollo.
Aunque en pequeñas dosis puede ser eliminado del organismo, los bebés no están tan equipados como los adultos y pueden acumularlo durante años, aumentando así su peligrosidad.
Mejor, pero no suficiente
El estudio termina señalando que los niveles de toxicidad de los alimentos para bebés en el arroz y su jugo son hoy un 37 y un 63 por ciento, respectivamente, más bajos de hace una década, porque las compañías han cambiado los métodos de cultivo y procesamiento, pero añade que se necesita continuar reduciendo los niveles para preservar la salud de los más pequeños.
Aporta un dato significativo: debido a que los niveles de toxicidad son todavía altos, los niños norteamericanos menores de 2 años pierden más de 11 millones de puntos en el coeficiente intelectual, según otro análisis realizado por HBBF.
Solo 15 alimentos de mayor riesgo representan más de la mitad de ese riesgo, incluidos los alimentos a base de arroz, jugo y batatas, concluye el estudio.
What’s in my baby’s food? October 2019, Healthy Babies Bright Futures and Virginia Organizing.