TUS PALABRAS SON DECRETOS

Cada palabra que se pronuncia es un decreto que se manifiesta en lo exterior. La palabra es el pensamiento hablado.

Te propongo que pongas atención a todo lo que tú decretas en un solo día. Vamos a recordártelo. “Los negocios están malísimos”. “Las cosas andan muy malas”. “La juventud está perdida”. “El tráfico está imposible”. “El servicio está insoportable”. “No se consigue servicio”. “No dejes eso rodando porque te lo van a robar”.

“Los ladrones están asaltando en todas las esquinas”. “Tengo miedo de salir”. “Mira que te vas a caer”. “Cuidado que te matas”. “Te va a pisar un carro”. “¡Vas a romper eso!”. “Tengo muy mala suerte”. “No puedo comer eso, me hace daño”. “Mi mala memoria …”, “mi alergia…”, “mi dolor de cabeza…”, “mi reumatismo…”, “mi mala digestión…” .

No te sorprendas ni te quejes si al expresarlo lo ves ocurrir. Lo has decretado. Has dado una orden que tiene que ser cumplida. Ahora recuerda y no olvides jamás, cada palabra que pronuncias es un decreto. Positivo o negativo.

Si es positivo se te manifiesta en bien. Si es negativo se te manifiesta en mal, si es contra el prójimo es lo mismo que si lo estuviera decretando contra ti. Siempre vuelve a ti. Si es bondadoso y comprensivo hacia el prójimo, recibirás bondad y comprensión de los demás hacia ti.

Y cuando te suceda algo molesto, negativo, desagradable, no digas “¡Pero si yo no estaba pensando ni temiendo que me fuera a suceder esto!”. Ten la sinceridad y la humildad de tratar de recordar en cuáles términos te expresaste de algún prójimo.

Date cuenta de en qué momento salió de tu corazón un concepto viejísimo, arraigado allí, que tal vez no es sino una costumbre social como la generalidad de esas citadas más arriba y que tú realmente no tienes deseos de seguir usando.

Como el sentimiento que acompaña a un pensamiento es lo que lo graba más firmemente en el subconsciente, “no es lo que entra por su boca lo que contamina al hombre, sino lo que de su boca sale; porque lo que de la boca sale, del corazón procede”, y esto nos da la clave inequívoca.

El primer sentimiento que nos enseñaron el temor. Nos lo enseñan nuestros padres, primeramente, y luego nuestros maestros de religión. Al sentir un temor se nos acelera el corazón. Solemos decir “por poco se me sale el corazón por la boca” para demostrar el grado de temor que sentimos en un momento dado.

El temor es lo que está por detrás de todas las frases negativas que se han citado más arriba. Cada vez que te encuentres diciendo una frase negativa, sabrás qué clase de concepto errado tienes arraigado en el subconsciente, sabrás qué clase de sentimiento obedece: temor o desamor.

Atájalo, bórralo negándolo por mentiroso y afirma la verdad, si no quieres continuar manifestándolo en tu exterior. Al poco tiempo de esta práctica notarás que tu hablar es otro. Que tu modo de pensar es otro. Tú y tu vida se estarán transformando por la renovación de tu mente.

Y cuando estés en reunión de otras personas, te darás perfecta cuenta de la clase de conceptos que poseen y los constatarás en todo lo que les ocurre. Siempre que escuches conversaciones negativas no afirmes nada de lo que expresen. Piensa: No lo acepto ni para mi, ni para ellas”. No tienes que decírselo a ellas.

-Conny Mendéz-

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