El lama Vajradhara Kyabje Kalu Rimpoché era considerado un santo dentro de los tibetanos por sus dotes espirituales y también porque dedicó su vida a propagar las enseñanzas de los grandes maestros budistas. Lo hizo con sus palabras, pero también, y es lo que le da más valor, con su ejemplo.
El lama Vajradhara Kyabje Kalu Rimpoché fue uno de los primeros en traer a Occidente algunas de las enseñanzas de los grandes maestros budistas. Hablamos de un importante maestro de la meditación y uno de los profesores del “Dharma” más famosos del mundo.
Este lama era considerado un santo por los monjes del Tíbet. Dentro de su cultura se decía que desde muy pequeño había mostrado señales de ser alguien dotado de una superioridad espiritual, que le fluía de forma natural, incluso a muy corta edad.
Las enseñanzas de los grandes maestros budistas que este lama le legó a Occidente son un compendio de sabiduría. Sin embargo, no por ello dejan de ser preceptos sencillos, que cualquier persona puede intentar aplicar a su vida. Siete de esas enseñanzas son las siguientes.
“El ojo no puede ver su propia pupila”.
-Proverbio del Dharma-
1. Busca dentro de ti
Una de las enseñanzas de los grandes maestros budistas es la de explorar dentro de nosotros mismos. A diferencia del “Conócete a ti mismo” de Sócrates, en Oriente la búsqueda interior no se orienta a un proceso racional o intelectual. De lo que se trata más bien es de ir en busca de las fuerzas interiores.
Para los orientales, dentro de cada uno de nosotros habita la divinidad. La misma no es un ser, sino un poder. Tal poder nace de los propósitos que nos impulsan: cuanto más universales, más fuertes. También nace de la fe en la propia capacidad de regeneración; es decir, de ser siempre mejores.
2. Aprende a olvidar, una de las enseñanzas de los grandes maestros budistas
Los budistas insisten en la idea del perdón, no por el perdón en sí mismo, sino porque el rencor y la ira son dos fuerzas monumentales, que se materializan como un bloqueo del ser. Es decir, que esos sentimientos actúan como un obstáculo para nuestro crecimiento.
Saber olvidar es todo un arte. No significa reprimir los recuerdos, sino asimilar las vivencias negativas y dejarlas ir una vez nos ponemos en paz con lo sucedido. También supone no olvidar y no dejar ir de la memoria los momentos valiosos y edificantes.
3. Practica la religión del bien
Cuando se habla de religión del bien, no se habla de ninguna creencia en particular. Esa es precisamente una de las enseñanzas de los grandes maestros budistas: la bondad es lo sagrado, no las creencias que la alientan o la ordenan.
Los orientales se refieren a una bondad universal, es decir que, no está limitada a seres o situaciones particulares, sino que esta debe extenderse a todo. Esto incluye a todos los seres vivientes y no vivientes. Hay bondad incluso en el cuidado que se prodiga a las cosas inertes.
4. Adquiere el hábito de estar contento
Para los budistas, estar contento es una decisión y no el resultado de una circunstancia particular. Sostienen que ese estado de gozo no proviene de ningún factor externo, sino que nace del espíritu y por eso persiste, sin importar cuáles sean las circunstancias.
Una de las grandes enseñanzas de los maestros budistas es que la felicidad es un hábito. La meditación es la herramienta que convierte ese sentimiento pasajero en una costumbre que se mantiene, incluso en los momentos difíciles.
5. Firme propósito de no juzgar a nadie, ni con el pensamiento
Al deseo de juzgar a otro siempre hay que anteponer la comprensión y la compasión. Todo juicio sobre los demás es en alguna medida injusto, aunque pensemos que sus malas acciones o sus defectos son evidentes o radicalmente censurables.
Difícilmente alguien que no sea la propia persona es capaz de identificar todas las motivaciones de un comportamiento. De hecho, nadie tiene por qué cumplir con nuestras expectativas… aunque muchas veces caigamos en la tentación de juzgar por ello.
6. Busca la armonía
La armonía es para los grandes maestros budistas la ley suprema del universo. Parten de la idea de que todo lo existente guarda una relación de armonía entre sí, aunque en apariencia pueda creerse lo contrario.
Así que buscar la armonía del cuerpo y del espíritu significa sintonizarte con esa ley suprema universal. La armonía es la base de la salud física y mental. Se puede definir como un estado de equilibrio, en el que prima la coherencia.
7. Irradia humildad
El lama Vajradhara Kyabje Kalu Rimpoché decía que el mundo actual está desorientado, materializado y atormentado. En ese contexto, la humildad es como una luz que orienta, espiritualiza y alivia los tormentos interiores de todos.
Cada quien hace un gran aporte al mundo cuando cultiva la humildad y la irradia en sus palabras y sus actos. Esta virtud tiene una fuerza extraordinaria porque no solamente sana a quien la ha cultivado, sino también cuida de la salud de quienes rodean al protagonista.
Estas enseñanzas de los grandes maestros budistas no son reglas incuestionables, sino pautas que señalan, desde su sabiduría milenaria, para construir una vida más feliz y productiva para el mundo. Trabajar en ellas puede reportarnos satisfacciones trascendentales.