Un desvío espiritual es el uso de prácticas y creencias espirituales para evitar lidiar con nuestros sentimientos dolorosos, heridas no resueltas y necesidades internas. Es mucho más común de lo que podríamos pensar y, de hecho, es tan generalizado que pasa desapercibido, excepto en sus extremos más obvios.
Parte de la razón de esto es que no toleramos, tanto personal como colectivamente, enfrentar y entrar en nuestro dolor, prefiriendo «soluciones» para adormecerlo.
Debido a que esta preferencia se ha infiltrado de manera tan profunda en nuestra culturase, ha hecho normal el uso de la espiritualidad, a veces de forma muy sutil, para alejarnos de lo que es doloroso, como una especie de analgésico superior con efectos secundarios aparentemente mínimos.
Esta evasión espiritual puede incluir… el desapego exagerado, el entumecimiento emocional y la represión, el énfasis excesivo en lo positivo, la fobia hacia la ira, la compasión ciega y debilitante, la falta de límites, el juicio sobre la negatividad de la sombra, la devaluación de lo personal en relación con lo espiritual, y las ilusiones de haber llegado a un nivel superior, de estar por encima de….
Hace mucho que se ha tomado ese desvío como una práctica o perspectiva espiritualmente avanzada que trasciende la religión, especialmente en los conceptos de “espiritualidad fácil” de la Nueva Era. Muchas de las características de esto se traducen en frases como «No te lo tomes personalmente» o «Lo que te molesta de alguien solo habla acerca de ti» o «Todo es solo una ilusión”, las que pueden guardar verdades profundas, pero son usadas por cualquier persona en cualquier circunstancia para excusarlo todo.
Felizmente, la luna de miel con esas nociones falsas o superficiales de espiritualidad está empezando a menguar. Se han estallado suficientes burbujas e innumerables maestros espirituales orientales y occidentales, han sido oportunamente desnudados.
Pero el cambio hacia una espiritualidad más auténtica no ocurrirá en una escala significativa hasta que superemos la idea de que la espiritualidad está para hacernos sentir mejor sin tener que afrontar el dolor y despertar a las ilusiones de las dulces mentiras espirituales.
La verdadera espiritualidad no es una elevación repentina, ni algo instantáneo, ni un estado alterado. Nuestros tiempos requieren algo mucho más real, fundamentado y responsable; algo radicalmente vivo y naturalmente integral; algo que nos sacuda hasta la médula para dejar de tratar la profundización espiritual como algo para picotear de aquí y de allá.
La espiritualidad auténtica no es un pequeño destello o zumbido de conocimiento, no una explosión psicodélica o un estar suspendido en un plano de conciencia exaltado, ni una burbuja de inmunidad, sino un vasto fuego de liberación que arde por dentro, un incendio que acaba con todas nuestras pretensiones y veleidades de “ser especiales” para al fin integrarnos en la Unicidad y el Amor sin adornos ni desbordes.
Cuando tomamos ese desvío espiritual decimos amar y hablamos de la Luz, pero no deseamos el calor abrazador que termina con el maquillaje espiritual, y hacemos lo posible para distanciarnos de las llamas.
Y cuando estamos atrapados en las formas más burdas de evasión espiritual, generalmente preferimos teorizar sobre las fronteras de la conciencia que aventurarnos allí, sedar el fuego en lugar de avivarlo, adoptando el ideal del amor incondicional mientras no permitimos que el amor irrumpa en nuestro día a día. Hacerlo suena aterrador y demasiado fuera de control, y sacaría a la superficie cosas que desde hace mucho tiempo rechazamos o reprimimos.
Pero si realmente queremos la luz, no podemos permitirnos escapar del calor.
Como dijo Victor Frankl, «Lo que pide Luz, debe soportar la llama». Y estar con el calor del fuego no solo significa sentarse a meditar cómodamente sobre lo más difícil, sino también entrar en ello, abordarlo, llegar hasta su núcleo, enfrentar y entrar e intimar con lo que sea que esté allí, por aterrador o traumático o triste o crudo que sea.
Hemos tenido un gran romance con los caminos espirituales, pero ahora es el momento de profundizar. Debemos hacer esto no solo para intimar más con la esencia de estas tradiciones de sabiduría más allá del ritual, las creencias y el dogma, sino también para dar cabida a una evolución madura y que deje de alentar espiritualmente la Evitación de la vida…tal como Es.
Muchas veces, la idea espiritual de totalidad y unidad innata del Ser genera y refuerza la fragmentación al rechazar lo que es doloroso, angustiante y no sanado. Al mantenerlo constantemente en la oscuridad, «por abajo» de lo espiritualmente aceptable, hace que crezca y se desborde.
Las trampas de la evasión espiritual es que si no afrontamos el dolor, la serenidad y el desapego son aparentes, como un valium metafísico, especialmente para aquellos que se desviven por parecer positivos todo el tiempo o creen ser “elevados” espiritualmente sin darse cuenta de las sutiles trampas del ego.
La beatitud exagerada que a menudo caracteriza ese desvío espiritual nos separa de la profundidad emocional y de la autenticidad y el dolor subyacente, en gran parte no reconocido, y nos deja en una burbuja de conceptos, una zona de gentileza, amabilidad y superficialidad exageradas…que esconden esa evasión de lo que no queremos ver.
Eso, no es espiritualidad, sino un disfraz que al caerse, nos derrumbará.
Cada uno de nosotros al entrar en lo espiritual nos hemos involucrado en esos engaños espirituales, al menos en cierta medida, durante años utilizando muchos medios para sentirnos mejor o más seguros.
Para superar verdaderamente esa etapa, lo que en parte significa liberar a la espiritualidad de la obligación de hacernos sentir mejor o más seguros o más completos, no solo debemos verla por lo que es y dejar de alimentarla, sino también ser capaces de soltar conceptos, prejuicios y disfraces y, desnudos, caminar en una dirección más auténtica.
Ha pasado mucha agua bajo el primer puente …ya no necesitamos de un ángel, un maestro ascendido, un salvador o cualquier otro símbolo protector que nos evite experimentar la Vida tal como hay que hacerlo, sin burbujas, sin ilusiones, sin historias, sin esa evitación malsana que nos hace huir o luchar sin la maravillosa oportunidad de ir de frente, sin desvíos.
Gracias. Gracias. Gracias.
Tahíta
http://elblogdetahita.blogspot.com/2020/02/desvio-y-evasion-espiritual.html