Los gobiernos están respondiendo a la covid-19 como si fuera solo una emergencia médica o un problema económico, pero a menos que veamos cuáles son las fuentes de la crisis habrá más pandemias e incluso peores que la actual, señaló la epidemióloga y veterinaria Delia Grace, autora de un nuevo informe de la ONU.
Imagina que te enfermas una y otra vez. En cada ocasión vas al hospital, pero solo alivian un poco tu malestar. Nadie pregunta por el origen de tu enfermedad.
Algo similar ocurre con la actual pandemia según la profesora Delia Grace, quien investiga hace tres décadas las llamadas «zoonosis», las enfermedades humanas que tienen origen en animales.
Grace es la autora principal de un nuevo informe de Naciones Unidas titulado: «Previniendo la próxima pandemia: las zoonosis y cómo romper la cadena de transmisión».
La epidemióloga y veterinaria es profesora del Instituto de Recursos Naturales de la Universidad de Greenwich en Londres, y miembro del Instituto Internacional de Investigaciones Pecuarias, ILRI, con sede en Kenia, que también participó en el estudio.
En BBC Mundo hablamos con Delia Grace sobre qué factores están causando la emergencia de enfermedades, cómo los gobiernos deben aplicar una estrategia clave llamada «Una Salud», y por qué, si no se toman medidas, la próxima pandemia podría ser aún peor que la del covid-19.
¿Por qué asegura que el mundo no está tratando las causas de la pandemia?
Soy veterinaria y me gustan las analogías médicas.
Ha habido una gran respuesta a esta crisis tremenda. Pero ha sido como tener un paciente en el hospital y tratar sus síntomas, la temperatura, lo aparente. Otra respuesta ha sido intentar rehabilitar al paciente para que camine y trabaje otra vez.
Pero si no se mira de dónde viene el problema, tendrás al paciente otra vez en el hospital el mes que viene con los mismos síntomas.
En otras palabras, el mundo se enfocó correctamente en la respuesta médica y en reiniciar la economía, pero a menos que veamos cuáles son las fuentes de esta crisis vamos a tener más pandemias. Ese es el enfoque del nuevo informe de ONU Medio Ambiente y el ILRI.
¿Las zoonosis ya eran un problema creciente antes de la actual pandemia?
Sí. He trabajado en zoonosis durante 30 años, así que parte de mi apreciación viene de mi experiencia. Pero también hemos hecho estudios.
Uno de los más citados lo hice con Kate Jones, de University College London.
Ella buscó casos de enfermedades infecciosas emergentes en humanos desde 1934 a inicios de los 2000. Y luego juntas cubrimos otra década más, y la tendencia es clara.
Es imposible negar que en el último siglo han surgido cada vez más y más enfermedades infecciosas.
¿Puede darnos algunos ejemplos?
El 75% de esas enfermedades tuvieron como fuente animales salvajes. Pero algo muy importante que hay que destacar es que muchas de esas enfermedades llegaron a los humanos usando como «puentes» animales domésticos, especialmente pollos, cerdos y otros tipos de ganado.
Hay muchos más animales domésticos en el planeta que animales salvajes, y no es sorprendente que algunas de las enfermedades de más impacto los hayan usado como puentes.
Algunos ejemplos son la enfermedad de la vaca loca, la influenza aviar, el VIH SIDA, y la gripe española, que se originó probablemente en aves y usó como puente pollos y cerdos y mató más gente que la Primera Guerra Mundial.
También hay enfermedades que no son emergentes, sino que se conocen hace tiempo como la brucelosis, que tienen un gran impacto sobre todo en las poblaciones más pobres.
Pasemos a las causas de la actual pandemia, a los factores que el informe llama «propulsores de enfermedad» o disease drivers. ¿Por qué se destaca especialmente al aumento en la demanda de proteína animal y la ganadería intensiva no sostenible?
Lo que está impulsando la emergencia de enfermedades es el comportamiento humano.
Y uno de los factores más importantes es la demanda de proteína de origen animal, sea carne vacuna, huevos, peces, pollos.
Esto está llevando a un aumento de la ganadería de escala industrial, porque las pequeñas granjas familiares con animales que crecen al aire libre no pueden responder a esta demanda.
En muchos de estos establecimientos los animales están hacinados, los seleccionan para que crezcan lo más rápido posible y son todos del mismo tipo genético.
En Irlanda, donde yo crecí, solías ver en el campo decenas de razas diferentes de ovejas y de cerdos. Pero ahora la industria está dominada por unos pocos tipos genéticos similares.
Estamos creando un hervidero de problemas, con animales hacinados y estresados. Y cuando los animales están estresados su sistema inmunológico se debilita.
Por otra parte, en muchos países las medidas de bioseguridad no son buenas y esos pollos o cerdos entran en contacto con animales como ratas o incluso personas enfermas.
Si hay un derrame de patógenos a humanos, el llamado spillover, puede crearse un problema alrededor del mundo.
Eso en cuanto a la ganadería. ¿Pero cuán grave es el problema del consumo de animales salvajes?
Es aún más arriesgado. Lo que estamos viendo es una enorme presión en los ecosistemas, impulsada por el aumento en la población, con un enorme incremento de industrias extractivas en sitios como la Amazonía y África Central.
Y para sacar la madera y los minerales se construyen carreteras y caminos.
En el pasado, si había un derrame de algún patógeno animal a humanos tal vez moría el cazador que había comido un animal salvaje, y alguien en su familia, y se acababa allí la enfermedad.
Pero ahora con carreteras hay más movimiento, más contacto, y más salida de animales silvestres para satisfacer la demanda de minorías élites en ciudades de África y Asia que pagan por estos animales exóticos porque los ven como símbolo de estatus o creen que comerlos mejora el vigor o la salud.
¿Qué medidas pueden tomarse ante el aumento en la demanda de proteína animal?
Es un problema complejo.
Algunas personas comen demasiada carne, más de 100k por año, algo que no es bueno ni para su salud ni para el medio ambiente. En este caso puede haber incentivos para una dieta más balanceada.
Pero muchas de las cerca de 4.000 millones de personas que viven en países de ingreso mediano bajo comen demasiada poca carne. Sabemos que el 30% de los niños allí tiene problemas de crecimiento y la proteína animal es rica en micronutrientes.
Así que algunos grupos deberían consumir más proteína animal, la cuestión es de qué origen, carne vacuna, huevos, o peces, o insectos.
Siempre hay un tema de contrapartidas o tradeoffs.
Por ejemplo, si la gente deja de comer carne vacuna, pero come más pollos, esto también puede ser un problema.
Uno de los mayores problemas en el planeta en este momento en términos de sanidad animal son los pollos criados específicamente para producción de carne.
Cerca del 30% viven una vida de un dolor agonizante, porque los hacen crecer tan rápido que tienen lesiones en las piernas y patas, y están tan hacinados que hay una oportunidad mucho mayor de emergencia de enfermedades.
Debemos mirar al mismo tiempo todo lo que importa, bienestar animal, nutrición, sostenibilidad, gases de invernadero.
Otro de los propulsores de enfermedad que menciona el informe es el cambio climático. ¿Qué papel juega?
El cambio climático no está tan asociado a la emergencia de enfermedades sino a su expansión.
Cuando hablamos de enfermedades emergentes no necesariamente hablamos de enfermedades nuevas, puede tratarse de enfermedades que cambian su patrón geográfico de distribución.
El zika, por ejemplo, probablemente existió durante siglos en animales en Uganda. Pero luego emergió y se esparció por el mundo.
Algunas enfermedades se transmiten por vectores como mosquitos, y su supervivencia está vinculada al clima.
Si no hay heladas esos insectos no mueren durante el invierno. Y áreas que antes eran secas pero ahora son más húmedas porque llueve más van a ser territorios de expansión para esos vectores.
Una de las recomendaciones del informe es implementar el principio «Una Salud» (One Health), y por ejemplo en Uruguay se acaba de inaugurar con ese enfoque el Centro de Innovación Epidemiológica o CIVI. ¿Qué significa «Una Salud» en esencia?
Que expertos de los diferentes sectores, es decir, de la salud humana, animal y del medio ambiente, trabajen juntos. Esto es importante para tratar las causas en lugar de los síntomas.
¿Puede darnos algunos ejemplos de cómo poner Una Salud en práctica?
Un ejemplo es el caso de la rabia, una de las zoonosis más serias, que mata cerca de 70.000 personas por día en el mundo.
En lugar de tratar a una persona mordida por un perro es más efectivo y barato vacunar a los perros.
La gripe aviar es otro ejemplo. El mundo despertó a esta epidemia cuando comenzó a morir gente, pero hacía meses que había muertes de aves. Solo que en muchos países no se había comunicado esto a las autoridades de la salud humana.
«Una Salud» también significa compartir instalaciones. Durante la actual pandemia, en Kenia, donde yo trabajo, no existía la capacidad de hacer tests de covid-19 a gran escala. Por ello en Kenia, al igual que en Noruega y otros países, laboratorios veterinarios abrieron sus puertas para realizar esos tests.
Porque cuando analizas ADN en una máquina no importa si es animal o humano.
El informe dice que el monitoreo de indicadores ambientales es otro ejemplo de Una Salud. ¿Qué significa esto?
Tomemos como ejemplo una enfermedad llamada fiebre del valle del Rift.
Vemos que es producto de toda una secuencia.
Primero tienes el fenómeno de El Niño en Sudamérica que acaba afectando las corrientes oceánicas en la costa de África, causando más lluvias. Esas lluvias causan inundaciones que llevan a un aumento de mosquitos que infectan con la fiebre a las ovejas, y de las ovejas la enfermedad pasa a las personas.
Podemos determinar cuánto debe llover para que aumenten considerablemente los mosquitos, y de acuerdo a esos indicadores establecer categorías de riesgo para dar alertas.
Así que los entomólogos que estudian insectos, los científicos del clima, los veterinarios y los expertos en salud humana deben trabajar juntos.
El concepto Una Salud es novedoso para muchos de nosotros. ¿Cuándo surgió?
La idea de Una Salud tiene una larga historia. Algunos la vinculan a un epidemiólogo estadounidense, Calvin Schwabe, que habló hace más de medio siglo de «Una Medicina», aunque incluía solo la salud humana y animal, no el medio ambiente.
La idea se extendió sobre todo durante la gripe aviar y la epidemia de SARS (2002-2004) en el Sureste Asiático. Y se formalizó en el llamado Acuerdo Tripartito que firmaron la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Sanidad Animal y la FAO, para cooperar en el contexto de Una Salud.
Pero quiero mencionar que Una Salud tiene un campo que es pariente cercano y surgió en Sudamérica.
Me refiero a una idea llama Ecosalud, que comenzó en el contexto de la explotación de la Amazonía, y que abarca también las zoonosis y la degradación ambiental.
La Ecosalud ya se investigaba en los 90, aunque no era muy conocida fuera de Latinoamérica.
En realidad deberíamos hablar de Una Salud/Ecosalud. Es básicamente lo mismo.
El ecólogo Thomas Gillespie comentó tras leer el informe que si no se atacan las causas de las pandemias, vendrán otras mucho más graves que la del covid-19. ¿Usted está de acuerdo?
Sí. Estamos jugando a los dados y con muchas combinaciones posibles.
La epidemia del SARS mató a cerca de un 30% de las personas infectadas, pero no se transmitía facilmente. El covid se esparce fácilmente pero no es tan letal en comparación.
Las mismas variaciones ocurren con las influenzas, pero de pronto apareció una como la gripe española que no sólo se transmitía con facilidad sino que mató mucha gente.
Si miras al pasado, la viruela solía matar al 30% de la población cada año, la gripe española mató tal vez hasta 100 millones de personas, las estimaciones varían.
Sucedió antes y puede volver a suceder.
¿Estamos ahora mejor preparados?
Nos gusta pensar que podemos dominar estos virus con tratamientos, pero hallarlos lleva tiempo.
Piensa que en el caso de virus como el VIH o la malaria, los científicos han estado buscando soluciones durante medio siglo, pero aún no han logrado vacunas efectivas.
Así que no debemos asumir en forma automática que cuando venga un problema aún mayor, la superpandemia, podremos controlarla a tiempo.
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