La pandemia del nuevo coronavirus ha obligado a que gran parte de nuestras relaciones o encuentros sociales se hagan en línea. Esta tendencia, por otra parte, ya estaba claramente presente antes de la crisis sanitaria.
Si bien para muchos la tecnología puede ser una «bendición», un modo de mantener su trabajo o de poder compartir momentos con seres queridos, es importante no dejarse engañar y pensar que las conexiones que hacemos en línea son conexiones que pueden reemplazar las conexiones humanas en el espacio físico. Como ha notado Douglas Rushkoff, la tecnología digital no es muy buena conectándonos –pese a que este es su principal eslogan–, y más bien tiene importantes y numerosos efectos secundarios sobre la socialización auténtica.
En semanas recientes, Rushkoff ha publicado su libro Team Human por entregas a través de la plataforma Medium. En uno de los capítulos escribe:
Como los neurocientíficos han establecido ya, los seres humanos necesitan recibir información del espacio orgánico tridimensional para establecer relaciones de confianza y mantener la paz mental. Nos acordamos mejor de las cosas cuando nos relacionamos con ellas a través de locaciones físicas, como cuando estudiamos de un libro y no en un documento digital.
El sistema nervioso humano se calibra a sí mismo con el tiempo a partir de la información que recibe del mundo real. Un bebé aprende a dormirse al acostarse al lado de su madre, espejeando su sistema nervioso. Una persona ansiosa se calma después de caminar en el bosque. Llegamos a confiar en alguien al mirar sus ojos y establecer un rapport [relación]. Sentimos conexión con un grupo cuando respiramos al unísono.
Rushkoff sugiere que muchos de nuestros problemas tienen que ver con que simplemente hemos dejado de conectar cada vez más en el espacio real con los demás. Al mismo tiempo hemos programado nuestras plataformas digitales de tal forma que encarnan valores y nociones propias del capitalismo utilitario global, basado en la extracción de valores y no en el bienestar armónico. Nos hemos dejado convencer de que no perdemos nada realmente importante al hacer todo a través de la tecnología.
Sin embargo, nuestros cuerpos y almas lo resienten: «Lo digital simplemente no es lo suficientemente bueno como para engañar al cerebro y a la mente para experimentar estos mismos estados. Se acerca, sí». Pero no llega al punto que necesitamos: «Podemos ver los ojos de nuestra pareja en la pantalla, pero no podemos ver si sus pupilas se encogen o agrandan».
Esto no es sólo un fetichismo de lo real de las biométricas orgánicas. Estas señales sutiles del cuerpo son lo que nos relaja y nos hace sentir conectados. La ausencia de estas señales, a su vez, nos confunde y nos hace dudar de un mensaje digital. Se sabe, por ejemplo, que cuando una persona no contesta rápidamente en una videollamada, rápidamente recibe una valoración negativa por parte de los demás, pese a que esto puede ser cuestión de una mala conexión. Le atribuimos problemas del medio a las personas.
Lo importante, en todo caso, no es dejar de usar estas plataformas, sobre todo en estos tiempos, sino ser conscientes de sus limitaciones y encontrar maneras de poder conectar realmente con seres humanos fuera de estos espacios.
Más aún: pensar a largo plazo e intentar construir un futuro en el que no nos veamos orillados a tener que relacionarnos cada vez más a través de medios digitales.
https://pijamasurf.com/2020/07/una_simple_verdad_que_debemos_reconocer_los_medios_digitales_no_nos_conectan_realmente/