KAVRE, Nepal, dic (IPS) – Se escapan de la audiencia gritos sofocados a medida que pasan por la pantalla chocantes imágenes de manos humanas devoradas por el arsénico, del cadáver de una vaca tan escuálida que parece bidimensional y de un niño hambriento prendido a la ubre de un animal para alimentarse.
«Les muestro estas fotografías para que comprendan por qué debemos concentrarnos en el ambiente», señala un monje budista vestido de rojo que armó en su computadora portátil una escalofriante colección de imágenes que llamó «Una historia verdadera de la Madre Tierra».
Karma Samdup Lama, hijo de un campesino pobre, se hizo budista a los 12 años. Ahora es el subdirector de una escuela de novicios y muestra su documental a 60 monjes y monjas reunidos en el monasterio de Thrangu Tashi Yangste, en la aldea de Namo Buda, 40 kilómetros al este de la capital nepalí.
Es un encuentro especial. Aunque empezó con «Tashi Tsikgye», plegarias tibetanas cantadas como bendición, es una reunión sobre cambio climático.
El encuentro de Monjes por el Cambio Climático reunió en el mes noviembre a religiosos de varios monasterios y conventos de Nepal para debatir ideas destinadas a reducir sus emisiones de dióxido de carbono y a las razones de tales medidas.
La iniciativa surgió de la organización The Small Earth Nepal (SEN, siglas en inglés de Pequeña Tierra Nepal), que promueve la conservación y un estilo de vida sustentable, y contó con el apoyo de la Fundación Korea Green, con sede en Seúl.
«Decidimos comenzar un programa para crear conciencia sobre el cambio climático con monjes y monjas porque Nepal es un país muy devoto», indicó Niranjan Bista, coordinador del proyecto de SEN. «Busca inspiración y modelos en comunidades religiosas», apuntó.
En Nepal hay muchas religiones, pero SEN eligió a la comunidad budista porque una investigación del joven científico Sundar Layalu, en el marco de un proyecto promovido por el British Council, concluyó que los monasterios lanzan a la atmósfera más carbono del que podría imaginarse.
El budismo rechaza los lujos materiales para alcanzar la espiritualidad, y los monjes llevan vidas austeras. Pero Layalu, quien eligió el monasterio de Thrangu Tashi Yangste para su investigación de 2009 y 2010, concluyó que sus emisiones de dióxido de carbono eran inusualmente altas por la suma del uso de combustibles fósiles y la gran cantidad de visitantes.
«Los monasterios suelen estar en lugares altos, de difícil acceso, y el transporte de alimentos y otros suministros requiere más combustible. También emplean generadores para bombear agua potable, además del enorme consumo de incienso», explicó Sudarshan Rajbhandari, vicepresidente de SEN.
La organización enseñó a los monjes a cocinar con briquetas de materiales desechables. Además, el monasterio comenzó a utilizar paneles solares para calentar el agua, reemplazó las tazas de té por jarras de barro biodegradable, intensificó la plantación de árboles y prohibió las bolsas de plástico.
«Buda nos enseña a proteger el ambiente», señaló Karma Sandup. «Él decía que debemos nuestra existencia a cuatro elementos, agua, tierra, aire y fuego, y tenemos que conservarlos. También decía que las plantas deben nutrirse hasta que se hagan árboles», añadió.
Karma Drolma, una mujer de 55 años del alejado distrito montañoso de Manang, se unió a la abadía Thrangu Tara para monjas budistas cuando empezaba su adolescencia. Solo sabe leer y escribir en tibetano y permanece enclaustrada, sin embargo, conoce las consecuencias del cambio climático.
«Las montañas se derriten y los ríos se secan», señala. «Si sigue así, el agua desaparecerá, y un día las personas y los animales morirán», describe.
La elección del monasterio de Namo Buda para una reunión informativa sobre cambio climático obedece a que se trata de un «destino turístico muy conocido, y esperamos que el mensaje llegue también a esa gente», indicó Bista.
Los monjes terminaron su encuentro con la promesa de hacer todo lo posible para contener la amenaza del cambio climático, «que conlleva un mayor sufrimiento humano, inequidad y un daño irreversible a la Tierra».
Una cartelera a la entrada del monasterio recuerda a residentes y visitantes las enseñanzas de Buda.
«Buda pregonó que el bienestar de toda la vida en la Tierra, no solo humana, es importante e igualmente valioso», se lee. «Tenemos la obligación de apegarnos a una forma de vida más considerada, que resulte en un equilibrio natural y un futuro armonioso».
* Este artículo es parte de una serie apoyada por la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN).
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