Felicidad verdadera. Por Sharon Salbezberg.

La renombrada profesora budista Sharon Salberg explora los innumerables beneficios de la meditación.

La meditación es esencialmente una forma de entrenar nuestra atención y así podamos estar más conscientes tanto de nuestros procesos internos como lo que está sucediendo alrededor. Es directa y simple, pero no es fácil.

Las personas han estado transformando sus mentes a través de la meditación por miles de años. Cada religion principal en el mundo incluye alguna forma de ejercicio contemplativo, aunque hoy en día la meditación a menudo es practicada por fuera de algún sistema de creencias. La meditación se puede hacer en silencio y quietud, por medio de la voz y el sonido, o involucrando al cuerpo en movimiento. Todas las formas hacen énfasis en el entrenamiento de la atención.

“Mi experiencia es en lo que yo decido poner atención”, escribió el psicólogo pionero William James, al iniciar el siglo veinte. “Únicamente aquellos asuntos que noto, dan forma a mi mente”. En su nivel más básico, la atención – que es lo que nos permite darnos cuenta – literalmente determina cómo experimentamos y nos movemos en el mundo. La habilidad para evocar y sostener la atención es lo que nos permite buscar trabajo, hacer malabares, aprender matemáticas, hacer panqueques, apuntar con el taco de billar y meter la bola ocho, proteger nuestros hijos y realizar una cirugía. Nos permite ser perceptivos en nuestras relaciones con el mundo, ser sensibles en nuestras relaciones íntimas, y honestos cuando examinamos nuestros propios sentimientos y motivos. La atención determina nuestro grado de intimidad con nuestras experiencias ordinarias y delinea nuestro sentido completo de la conexión con la vida.

El contenido y la calidad de nuestras vidas depende de nuestro nivel de conciencia –un hecho del cual a menudo no somos conscientes. Hay una antigua historia, usualmente atribuida a un anciano Nativo Americano, que tiene la intención de iluminar el poder de la atención. Un abuelo que está impartiendo una lección de vida a su nieto le dice: “Tengo dos lobos luchando en mi corazón. Uno lobo es vengativo, temeroso, envidioso, resentido, deshonesto. El otro lobo es amoroso, compasivo, generoso, honrado y sereno.” El nieto pregunta cual de los lobos ganará la pelea. El abuelo responde: “El lobo que yo alimente.”

Pero eso es solo parte del cuadro. Es cierto, cualquier cosa que capta nuestra atención se fortalece, de modo que, si prodigamos la atención sobre lo negativo y las cosas sin importancia, ellas pueden superar lo positivo y significativo. Pero si hacemos lo opuesto, negarse a reconocer lo que es difícil y dolorosa, fingiendo que no existe, entonces nuestro mundo está desfasado. Cualquier cosa que no obtiene nuestra atención, se debilita – o se refugia por debajo de la consciencia deliberada, donde aún podría afectar nuestras vidas. De una manera obstinada, ignorar lo doloroso y lo difícil es solo otra manera de alimentar el lobo. La meditación nos enseña a abrir nuestra atención a toda la experiencia humana y a todas las partes de nosotros mismos.

La meditación es pragmática, es el equivalente psicológico y emocional de un programa de entrenamiento físico: Si usted se ejercita regularmente, obtiene ciertos resultados – músculos más fuertes, huesos más densos, vigor aumentado. Si medita regularmente, también obtendrá ciertos resultados, incluyendo una mayor calma, una concentración mejorada y más conexión con los otros. Pero hay otras gratificaciones.

Empezará a detectar las suposiciones que no ha examinado y que se interponen en el camino de la felicidad.

Estas suposiciones que hacemos acerca de quienes somos y la manera en la que funciona el mundo – lo que merecemos, cuanto podemos manejar, donde encontrar la felicidad, sin que importe o no si el cambio positivo es posible- todo influye enormemente sobre qué y cómo ponemos atención.

Me acordé de como las suposiciones pueden aparecer en nuestro camino cuando visité la Galería Nacional de Retratos (National Portrait Gallery) en la ciudad de Washington D.C. para ver un trabajo artístico de una amiga escultora. De manera ansiosa, revisé cada sala, mirando cada vitrina y pedestal – no encontré ninguna escultura. Finalmente me rendí. Mientras me dirigía a la salida, levanté la vista y ahí estaba su hermosa obra. Era un bajo relieve colgando en la pared, y no la estatua independiente que yo había esperado. Las suposiciones me habían puesto anteojeras y casi me privan de la experiencia de ver lo que realmente había allí –su increíble obra.

De la misma manera, nuestras suposiciones no nos permiten apreciar lo que está justo en frente de nosotros – un extraño que puede ser un amigo potencial, un supuesto adversario que realmente podría ser una fuente de ayuda. Las suposiciones bloquean la experiencia directa y nos impiden recoger información que podría traernos bienestar y alivio, o información que, aunque puede ser entristecedora y dolorosa, nos permitiría tomar mejores decisiones.

Aquí están algunas suposiciones familiares que podríamos reconocer:

• No tenemos nada en común.
• No seré capaz de hacerlo.
• Usted no puede razonar con una persona como esa.
• Mañana será exactamente como el día de hoy.
• Si solo me esfuerzo lo suficiente, yo sabré como controlarlo / o a ella o eso / o a ellos.
• Únicamente los grandes riesgos pueden hacerme sentir vivo.
• Lo eché a perder / La embarré. Debo rendirme
• Sé exactamente lo que ella va a decir, así que realmente no necesito escucharla.
• La felicidad es para otras personas, no para mí.

Frases como éstas, están motivadas por el miedo, el deseo, el aburrimiento o la ignorancia. Las suposiciones nos aferran al pasado, oscurecen el presente, limitan nuestro sentido de lo que es posible y sacan del camino la alegría. Hasta que detectemos y examinemos nuestras suposiciones, ellos causarán un corto circuito en nuestra habilidad para observar de manera objetiva. Creemos que ya sabemos qué es qué.

Terminará limitándose a sí mismo. Cuando practicamos la meditación, a menudo empezamos a reconocer una clase específica de respuesta condicionada –restricciones no detectadas con anterioridad que hemos impuesto sobre nuestras vidas.

Detectamos las maneras en las que saboteamos nuestro propio crecimiento y éxito porque hemos estado condicionados a estar conformes con resultados escasos. La meditación nos permite ver que estos límites no son inherentes o inmutables; fueron aprendidos y pueden ser desaprendidos – pero solo hasta que los reconozcamos.

Algunas ideas limitantes muy comunes son:

• Ella es la única inteligente
• Tu eres la única bonita
• Las personas como nosotros no tenemos posibilidades.
• Los chicos de este barrio no llegan a ser doctores.

Entrenar la atención a través de la meditación abre nuestros ojos. Luego podemos valorar estas respuestas condicionadas – y si partes de estas respuestas contienen alguna verdad, podremos verlas claramente y ponerlas en buen uso; si partes de estas no soportan estar bajo escrutinio, podemos soltarlas.

Así podrá soportar mejor los malos tiempos. La meditación nos enseña maneras seguras de abrirnos a nosotros mismos al amplio rango de la experiencia – dolorosa, placentera, y neutra-, así podemos aprender como ser amigos de nosotros mismos en los buenos y los malos tiempos. Durante las sesiones de meditación practicamos el estar con las emociones y pensamientos difíciles, incluso con aquellos aterradores o intensos, de manera abierta y tolerante, sin agregar auto crítica a algo que ya es doloroso.

Especialmente en los tiempos de incertidumbre y dolor, la meditación amplía nuestra perspectiva y profundiza nuestro sentido de valentía y capacidad para la aventura. Así es como se vuelve más valiente: poco a poco. En incrementos pequeños, manejables, soportables, nos hacemos amigos de los sentimientos que una vez nos aterrorizaron. Luego podemos decirnos a nosotros mismos, he logrado sentarme, enfrentar algunos de mis pensamientos más desesperados y algunas de mis expectativas más desmesuradas sin juzgarlos. Eso requiere fortaleza: ¿Qué otra cosa puedo encarar con esa misma fortaleza? La meditación nos permite ver que podemos lograr cosas de las que no nos creíamos capaces.

Volverá a descubrir un sentido más profundo de lo que es realmente importante para usted. Una vez que mira por debajo de las distracciones y reacciones condicionadas, tendrá una visión más clara de su más profundos y perdurables sueños, metas y valores.

Tendrá un recurso de emergencia portátil. La meditación es el máximo dispositivo móvil; puede utilizarlo en cualquier parte, en cualquier momento, de manera discreta. Es probable que se encuentre en algunas situaciones (como tener una discusión acalorada en el trabajo, o conduciendo una multitud de chicos inquietos a un partido de fútbol ) cuando no puede desestresarse caminando por el barrio, o yendo al gimnasio, o tomando un descanso en la bañera. Pero siempre puede seguir su respiración.

Estará en contacto más cercano con las mejores partes de sí mismo. La práctica de la meditación cultiva cualidades tales como la bondad, la confianza y la sabiduría, las cuales podría pensar que no tiene en su carácter, pero que realmente no están reveladas o están escondidas por el estrés y las distracciones. La práctica de la meditación nos da la oportunidad de localizar estas cualidades y asi podemos acceder a ellas más fácil y frecuentemente.

Volverá a capturar la energía que ha estado desperdiciando, intentando controlar lo incontrolable. Una vez conduje un retiro en California durante una tormenta que parecía un monzón. “Está tan mojado y desagradable que las personas no van a tener un buen retiro” – pensé. Me sentí mal por los participantes; de hecho, me sentí responsable. Por algunos días quise ofrecer disculpas a cada uno por la lluvia, hasta que un pensamiento apareció en mi mente: Espera un minuto. Ni siquiera soy de California; soy de Massachusetts. Este no es mi clima. Este es su clima. ¡Tal vez ellos deban disculparse conmigo! Y luego la voz de una sabiduría más profunda surgió: El clima es el clima. Esto es lo que sucede.

Todos hemos tenido momentos climáticos – momentos cuando nos sentimos responsables por el bienestar de todos, de que tengan un buen rato. Creemos que es nuestro trabajo arreglar la temperatura o la humedad, o a las personas a nuestro alrededor (si pudiéramos lograr que nuestro compañero deje de fumar, que consulte un mapa, que siga una dieta). Incluso creemos que somos capaces de controlar totalmente nuestras propias emociones – ¡yo no debería sentir nunca envidia, ni ser resentido, ni rencoroso! Eso es terrible. Voy a parar”. También podría decir: “Nunca me voy a volver a resfriar”. Aunque podemos afectar nuestras experiencias físicas y emocionales, finalmente, no podemos determinarlas; no podemos decretar que emociones surgirán dentro de nosotros. Pero podemos aprender a través de la meditación a cambiar nuestras respuestas a las emociones. De esa manera, no estamos expuestos a un viaje por un camino de sufrimiento el cual hemos recorrido tantas veces antes.

Reconocer que no podemos controlar (ni los sentimientos que surgen dentro de nosotros; ni a otras personas; ni el clima) nos ayuda a tener límites más sanos en el trabajo y en el hogar – no más intentos de reformar a todos, todo el tiempo. Nos ayuda a parar de mortificarnos por tener emociones que son perfectamente humanas. Libera la energía que gastamos intentando controlar lo incontrolable.

Entenderá como identificarse mejor con el cambio – aceptar que es inevitable y creer que es posible. La mayoría de nosotros tiene una actitud mixta, a menudo paradójica hacia el cambio. Algunos de nosotros no creemos que el cambio sea posible en absoluto; creemos que estamos atascados por siempre haciendo las cosas de la manera que siempre las hemos hecho. Algunos de nosotros, simultáneamente, esperamos el cambio y le tememos. Queremos creer que el cambio es posible, porque eso significa que nuestras vidas pueden mejorar. Pero también tenemos problemas aceptando el cambio, porque queremos aferrarnos permanentemente a lo que es placentero y positivo. Nos gustaría que las dificultades fueran efímeras y la comodidad permaneciera.

Intentar evitar el cambio es agotador y estresante. Todo es impermanente: la felicidad, la tristeza, una comida extraordinaria, un imperio poderoso, lo que estamos sintiendo, las personas a nuestro alrededor, nosotros mismos. La meditación nos ayuda a comprender este hecho –quizás la verdad básica de la existencia humana, y la que los humanos tenemos más probabilidades de rechazar o ignorar, especialmente cuando se trata del mayor cambio de todos: La muerte ocurre, nos guste o no. Envejecemos y morimos. (En una antigua epopeya India, el Mahabharata, a un sabio rey se le pidió que nombrara la cosas más asombrosa en el universo: “La cosa más asombrosa en el universo entero, dijo, es que toda la gente a nuestro alrededor está muriendo y no creemos que nos sucederá a nosotros.”). La meditación es una herramienta para ayudarnos a aceptar el hecho profundo de que todo cambia, todo el tiempo.

La meditación ofrece una oportunidad de ver el cambio en el microcosmos. Siguiendo nuestra respiración mientras observamos como los pensamientos continuamente fluyen, puede ayudarnos a darnos cuenta de que todos los elementos de nuestra experiencia están en constante flujo. Durante una sesión de meditación, es normal pasar a través de muchos altibajos, encontrar nuevos deleites y conflictos recién despertados que se han generado desde la mente inconsciente. Algunas veces usted accede a un manantial de paz. Otras veces podría sentir oleadas de somnolencia, aburrimiento, ansiedad, ira o tristeza. Fragmentos de antiguas canciones podrían sonar en su cabeza; recuerdos por largo tiempo enterrados pueden salir a la superficie. Puede sentirse maravilloso u horrible.

La meditación diaria nos recordará que, si miramos detenidamente una emoción dolorosa o una situación difícil, está destinada a cambiar; no es tan sólida ni tan inmanejable como podría haber parecido. El miedo que sentimos en la mañana puede haberse ido en la tarde. La desesperanza puede ser remplazada por un destello de optimismo. Incluso mientras se desarrolla una situación desafiante, está cambiando de un momento a otro, es variada, viva. Lo que sucede durante la meditación nos muestra que no estamos atrapados, que tenemos opciones. Luego, incluso si tenemos miedo, podemos encontrar una manera de continuar, de seguir intentando.

Esto no es un sentimiento cándido u optimista del tipo Pollyana (un personaje de un libro infantil) en el que todo estará bien de acuerdo con nuestros deseos o nuestro horario. Más bien es un entendimiento alerta que nos da el coraje para ir hacia lo desconocido y la sabiduría para recordar que mientras estamos vivos, la posibilidad está viva. No podemos controlar qué pensamientos y emociones surgen dentro de nosotros, ni podemos controlar la verdad universal de que todo cambia. Pero podemos aprender a retroceder y descansar en la conciencia de lo que está sucediendo. Esa conciencia puede ser nuestro refugio.

Extraído de Felicidad Real: El Poder de la Meditación – un programa de 28 días por Sharon Salsberg, con permiso de la editorial Workman Publishing Co.

ACERCA DE SHARON SALZBERG
Sharon Salzberg es una conocidad profesora de meditación Insight y autora. Ella es una de las fundadoras de la Sociedad de Meditación Insight en Barre, Massachusetts. Es la autora de Fe: Confiando en su experiencia más profunda.

Traducido por: Sanriki Jaramillo

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