La compasión como fuerza integradora.

En diferentes tradiciones espirituales sino en todas, se mide el nivel de conciencia y del espíritu según la capacidad compasiva del sujeto; es difícil poner un medidor para cuantificar la compasión de cada cual, mientras que el dicho popular dice: “obras son amores y no buenas razones”.

En la tradición budista del vajrayana se introduce al neófito en los tantras superiores cuando se considera que el candidato a obtenido el “Bodichita” que se puede traducir como conciencia despierta en la compasión (recomendamos el libro introducción al tantra del Lama Yeshe) siendo la aspiración divina en toda tradición espiritual alcanzar la divina compasión. Por ello, podemos decir que la compasión es la madre de toda virtud incluida la sabiduría, tal como expone el famoso mantra budista: OM MANI PADME HUM. La compasión y la sabiduría van de la mano unidas en una conciencia no-dual.

Hablar de la compasión resulta conmovedor hecho que hemos experimentado en diversidad de retiros de meditación, aun mejor, son los actos compasivos, aunque dichos actos compasivos se enfrenten a hechos o circunstancias dolorosas, ya que la finalidad de la compasión se dirige hacia el alivio del sufrimiento de uno mismo y de nuestros semejantes. Cuando nos iniciamos en el despertar de nuestra conciencia experimentamos la angustia o la carencia de la compasión, pues en nuestra aspiración o intención buscamos ese bálsamo compasivo que tanto nos alivie a nosotros mismos como a los demás. En mis conversaciones al respecto han sido muchas las veces en que mis alumnos y compañeros de camino dicen no sentir esa divina compasión, sienten que su corazón es frio, inerte o apático, de ahí la angustia y el desasosiego. Por tanto, al referirnos sobre el trabajo compasivo hay que implementar una entrega, una dedicación y no son pocos los que dicen de implicar el sacrificio, aunque suena mejor un esfuerzo consciente.

La compasión es integral, integradora, ecuánime, todo incluyente, es colectiva, a todos nos incluye, por ello insisten las tradiciones espirituales en el hecho de que todos somos portadores de compasión y que esta compasión nos muestra el regreso a nuestra condición natural donde nuestro Ser alcanzara la armonía esperada.

En un retiro que realice (noviembre 2016) en Durango, México sobre el “Pistis Sofia” (el “poder de la sabiduría”, libro gnóstico escrito por San Valentín) pregunte a los asistentes: ¿exige la compasión alguna condición, alguna exigencia para manifestarse? Las respuestas me sorprendieron tanto a mí como a todos los asistentes que respondieron con claridad que la compasión No interpone ni exigencias, ni condiciones, para poder manifestarse. Esa pregunta y respuesta colectiva que surgió de modo espontáneo nos dio algo de luz, sobre la naturaleza simple y diáfana de la compasión.

Partiendo de que la compasión y la conciencia viajan al unísono, podemos decir que en todos los niveles de conciencia descritos por Ken Wilber la compasión existe y de un modo u otro expresa su manifestación, como la compasión también va de la mano de la sabiduría en cada estadio de conciencia se vive un punto crítico que permite nuestro avance, pues la sabiduría nos impulsa a conocer mejor y más profundamente nuestra verdad. Cada uno de estos puntos críticos exige un esfuerzo consciente, un acto de auto-reflexión, una transmutación de sí mismos, pero existe un punto clave al que todo aspirante al despertar o iluminación busca, este punto crítico nos introduce en la conciencia integral (es decir cuando pasamos a un estadio turquesa o añil) ¿qué sucede antes y después de adquirir el estado de conciencia integral? A groso modo, sin entrar en detalle sobre la manifestación de la compasión en cada estado de conciencia, lo que nos sucede con la compasión y su sabiduría en sus primeras etapas es que la compasión sencillamente aprende, ¿cómo? recibiendo compasión y comprendiendo como la compasión nos asiste a nosotros mismos; recibir compasión ya sea por parte de otros o por propia comprensión de cómo la compasión nos ha asistido en nuestras vidas o vivir la compasión en nuestras propias carnes es y significa conectar con la propia compasión. Lo siguiente, ya en una conciencia integral lo que sucede es maravilloso ya que emplazamos la compasión sobre nuestros semejantes y todos los seres sintientes, es decir, que en este punto de inflexión hacia una conciencia integral la compasión pasa de ubicarse en sí mismos, para pasar hacia los demás, hacia nuestros semejantes, este desplazamiento de la compasión sobre uno mismo hacia los demás es la aspiración de todo aquel que busca la realización de su Ser, entonces es cuando percibimos en nosotros mismos esa compasión que todos los guías o maestros de la humanidad nos mostraron y que han sido nuestras referencias, es entonces cuando sentimos que la compasión compartida es la estrella o luz que buscábamos.

Comprender que la compasión es ecuánime y válida para todos es fundamental, puesto que la compasión no puede discriminar a nadie sea cual sea su condición social, económica, cultural, etc. por tanto la compasión en sí misma es integral, todo incluyente, no separa ni divide, sino que unifica, integrando a sabios e ignorantes, a pobres y ricos, a buenos y malos, a retrógrados y progresistas; la peor de las ignorancias es desconocer la compasión. ¿cómo podríamos entender una compasión colectiva que aceptara a unos y rechazara a otros?

¿existe diferencia entre conciencia y compasión? realmente no existe diferencia entre compasión y conciencia, si podríamos hablar de diferentes niveles de conciencia y compasión, pero ambas cualidades van siempre juntas, a más conciencia más compasión y a más compasión más conciencia. La conciencia se activa por sí misma mediante la auto-conciencia percatándose de nuestros diferentes estados de satisfacción o insatisfacción, reconociendo nuestros estados emocionales y mentales, con todo ello la conciencia calibra o valora nuestro sufrimiento y nuestra propia ignorancia, de ahí surge la búsqueda o el encuentro con la compasión con la intención de adquirir luz sobre nuestra situación, sobre nuestros estados de conciencia.

La compasión empieza a buscar la luz necesaria para remendar nuestro sufrimiento, así vamos encontrando nuestra armonía interior, nuestro equilibrio, sacando poco a poco nuevas perspectivas que nos permiten conciliarnos con nosotros mismos, sacándonos de nuestra penumbra y eliminando de nuestra carga psicológica todos los entuertos y confusiones. Cuando nuestra carga psicológica con todas sus complicaciones se va desvaneciendo surge de modo espontáneo o de modo natural una nueva conciencia que se vuelve integral, donde la armonía, la conciliación con el “Todo” se emancipa, encontrando esa conciencia y compasión que nos permite empatizar armónicamente con todo el fluir de la vida.

La conciencia se vuelve universal, colectiva, uní-total, de modo que la compasión también adquiere esa perspectiva colectiva y universal, así nuestra conciencia pasa de tener una visión personal o individualizada a una visión colectiva e integral. Este paso de lo personal a lo colectivo o de lo etnocentrico a lo mundicentrico es el punto de inflexión esperado por todo el que camina sobre la senda de la Luz.

¿cómo podemos ser conscientes de nuestra compasión? mientras nuestras inquietudes sobre la compasión nos puedan confundir, sin reconocer en qué medida nuestra compasión es efectiva o valida, nos pueden surgir múltiples preguntas como ¿estoy haciendo lo correcto? ¿es suficiente mi dedicación hacia los demás? ¿cómo puedo mejorar mi compasión? etc. Cuando surgen todas estas interrogantes y otras más, significa que nuestra propia conciencia busca mejorar, busca una mejor conexión con uno mismo y con los demás, hasta nos puede surgir la pregunta ¿dónde está el límite de la compasión? si nos fijamos en las referencias de los maestros de la humanidad como Cristo, Buda, San francisco de Asis, Shantideva, etc. podríamos decir que la compasión es ilimitada que no tiene fin. Entonces nos pueden surgir las preguntas sobre nuestra actitud compasiva, todos estos interrogantes y preguntas en realidad nos surgen porque aun conservamos una conciencia dual y conflictiva, esta conciencia dual nos divide entre unos y otros, entre uno mismo y los demás, generando la dualidad de “tú y del yo”, de lo “mío y lo tuyo”, es aquí cuando debemos de hacer conciencia del problema de una conciencia dualista que siempre separara, dividirá y fragmentara la realidad de que la conciencia es única y universal.

Mientras nuestra conciencia permanezca condicionada por una visión dualista el conflicto no cesará, siempre habrá comparaciones, sentiremos carencias y surgirán conflictos entre nosotros y los demás, así, la sabiduría inmanente a la compasión y la conciencia lucida resolverá nuestros conflictos íntimos cuando adquiramos la conciencia no-dual, donde deja de existir la confusión sobre lo mío y lo tuyo, sobre nosotros y ellos, sobre mí y tú, etc. entrando en una original conciencia integral.

Cuando la conciencia integral se emancipa la lucha y conflicto del ego se diluye, puesto que prevalece la conciencia colectiva sobre la conciencia personal, surgiendo la conciencia no-dual, cesando entonces todas las preguntas y cuestiones que enturbian nuestra visión, quedando nuestra conciencia integrada con el resto o el “todo”, sobrando así las preguntas o dudas sobre la compasión. Este era el saludo de los antiguos mayas: “In laákéx”, que significa somos parientes, significando que todos somos una gran hermandad donde se minimiza nuestro ego en pos de un saber Ser y Estar con todo el mundo que nos rodea.

Atentamente:

Rafael Pavía

https://conciencianodual.blogspot.com/2020/11/la-compasion-como-fuerza-integradora.html

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