Este lunes 21 de diciembre, a las 6:03 de la mañana, hora de Venezuela (10:03 hora universal), el Sol hace su ingreso al signo de Capricornio, y se produce el solsticio de invierno en la latitud norte, cuando nuestro astro rey se encuentra en la parte más alta del zodíaco, iluminando con su brillo a la humanidad.
Es bueno aclarar que si bien desde el punto de vista climático, el solsticio de invierno es un fenómeno que se da en la latitud norte y nos trae la noche más larga del año, mientras que en el sur es el verano y el día más largo, desde el punto de vista astrológico, las energías del solsticio invernal abarcan a todo el planeta.
Esto es así porque las características capricornianas (su temperamento), están asociadas a las cualidades del invierno, y por tanto, desde el punto de vista psicológico, todos recibiremos esa influencia.
Pero además, el simbolismo de esta fecha, está asociada a la Navidad, es decir, al nacimiento de Jesús, y eso que llamamos el “espíritu navideño”, es precisamente esa energía que coincide con las características capricornianas: introspección, sacrificio, resistencia, maestría…
En esta ocasión, el solsticio de invierno trae características muy especiales, porque el planeta regente de Capricornio, que es Saturno, estará unido a Júpiter en Acuario de manera exacta este mismo 21 de diciembre, y el Sol a cero grados de Capricornio (es decir, el solsticio de invierno) estará conectado con Júpiter y Saturno, a cero grados de Acuario, dando gran fuerza a este momento cósmico.
Podemos asociar a Júpiter con nuestra energía espiritual, y a Saturno con la forma de llevar esa energía a hechos concretos, y bajo el efecto de Acuario, este solsticio que es capricorniano, se potenciará acuarianamente, para que todo aquello que planifiquemos se vuelva realidad y no quede en puras intenciones.
Además, es interesante saber que en la antigüedad, cuando no se conocía a Urano (el actual regente de Acuario) era Saturno el que gobernaba este signo, y por tanto, su presencia en el mismo, sigue siendo relevante y de gran influencia.
Es muy emblemático el hecho de que se relacione esta conjunción de Júpiter y Saturno a la estrella de Belén, y que este fenómeno astrológico ocurra justo el mismo día del solsticio de invierno, asociado al “espíritu de la Navidad”.
Cuando el Sol entra a un signo, despierta durante su recorrido, las cualidades esenciales de esa franja zodiacal; en este caso, Capricornio, que permanecerá activado por la energía solar hasta el 19 de enero. Así que conozcamos estas características capricornianas, que por supuesto, tocan con mayor fuerza a los nacidos bajo este signo, pero que también influyen en todas las demás personas en algún área de su vida.
Capricornio es un signo con una gran capacidad de trabajo, es perseverante, tenaz, concentrado en sí mismo, es el estructurador del zodíaco, el que concreta, el que da forma a las cosas, es el signo de la responsabilidad, del esfuerzo sostenido.
Necesita sentirse útil y es a la vez utilitarista, es decir, mide las cosas y personas de acuerdo a su utilidad. Se asocia a la cabra montesa o al macho cabrío, que escala grandes cimas con tesón y paciencia, y no descansa hasta llegar a la cúspide de la montaña; así son los que tienen influencia de Capricornio, van ascendiendo poco a poco, venciendo obstáculos y dificultades, realizando las tareas que deban realizar con humildad y dedicación, hasta llegar a su meta, a lo alto de la cima.
A Capricornio se le relaciona con lo material, con el ejercicio del poder real, no el que se ostenta sino el que de verdad se ejerce, es el que controla, el que estructura, el que impone leyes, disciplina, el ser maduro que con su sentido de la responsabilidad se gana los cargos de dirección, es también el que administra con pulcritud y rigidez los presupuestos.
No obstante esta relación con lo material, Capricornio es también uno de los signos más espirituales, los que tienen su temperamento son capaces de llegar al ascetismo, al sacrificio, son capaces de sufrir duras pruebas por defender su verdad. Capricornio se asocia a la madurez, a la sabiduría.
Saturno es el planeta regente de Capricornio, es el astro de la restricción, la disciplina, de la concentración. Es el que estructura, por eso rige los huesos, e impone límites, por eso se le relaciona con la piel.
Los antiguos le consideraban maléfico por las dificultades que se asociaban a su tránsito; lo cierto es que Saturno puede darnos grandes logros, éxitos y reconocimientos como consecuencia de todo aquello que hayamos cultivado con esfuerzo, con perseverancia; pero no podemos esperar “golpes de suerte» con este astro, aunque en esta ocasión, al estar unido a Júpiter, puede haber ese “toque de suerte”, siempre y cuando primero hayamos hecho méritos con nuestro esfuerzo.
Saturno representa las cualidades de un gran maestro que con su sabiduría y severidad nos encamina por el camino correcto, nos da dificultades para que aprendamos a no repetir esquemas errados, nos da fuerza de carácter para trazar nuestro rumbo con responsabilidad, nos impone su ley para aprender a vivir en sociedad y entender que nuestros derechos terminan en donde empiezan los de los demás, ese es el límite que impone Saturno.
El “espíritu de la Navidad” no es ningún viejito de barba, es la conciencia de Cristo, debe nacer en cada alma humana como principio de luz y de amor divino y en tanto el hombre no posea esa luz y ese amor, el Niño Jesús no puede nacer en él; puede celebrarlo, puede esperarlo, pero nada va a ocurrir. Lo que falta es que cada uno tenga el deseo de hacerlo nacer en su alma, ese es el verdadero significado del espíritu de la Navidad.
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