Los sueños han sido tradicionalmente la dimensión de la magia y el alma (o la psique), desde Homero hasta Freud. Pero en tiempos recientes, esta dimensión maravillosa está siendo estudiada por la neurociencia de maneras novedosas. Particularmente un tipo de sueño, el sueño lúcido, ha generado una especie de ola de interés en el último año, luego de que investigadores de la Universidad de Northwestern hicieran «contacto» en tiempo real con personas mientras soñaban.
De manera asombrosa, los individuos que participaron en este estudio fueron capaces de responder a las preguntas que les hicieron los científicos con movimientos faciales y realizar operaciones simples, probando además que estaban conscientes mientras soñaban (lo cual, cabe mencionar, no es algo que se hubiera puesto en duda). Este diálogo onírico entre investigadores y oneironautas ha abierto una puerta de investigación científica.
Los sueños lúcidos han sido documentados desde hace mucho tiempo, pues ocurren de manera espontánea en muchas personas. Algunas culturas milenarias, como la tibetana, han desarrollado sofisticadas prácticas para despertar en el sueño y le han atribuido a estos sueños una dimensión espiritual. En el terreno de las ciencias occidentales, los sueños lúcidos empezaron a ser investigados apenas en el siglo XIX, siglo que vio la efervescencia de la parapsicología, la hipnosis, el mesmerismo y toda suerte de disciplinas relacionadas. Pero no fue sino hasta la década de los años setenta, en pleno siglo XX, que los sueños lúcidos fueron objeto de investigación más avanzada en términos del mainstream científico. El responsable de esto fue Stephen Laberge, de la Universidad de Stanford, quizá el más grande experto en la ciencia de los sueños lúcidos.
A partir del trabajo de Laberge y otros, se han popularizado diversas técnicas e incluso aparatos con los cuales la mayoría de la gente puede tener sueños lúcidos. Algunas personas, debido a un talento natural, por la práctica misma o incluso por ciertas patologías, son capaces de tener sueños lúcidos a voluntad. Este tipo de soñadores ha posibilitado la investigación citada anteriormente.
Existen reportes anecdóticos de que los sueños lúcidos pueden ayudar a sanar traumas, lidiar con pesadillas o simplemente reducir el estrés de la gente. El potencial terapéutico de estos sueños, sin embargo, ahora podrá ser estudiado con mayor profundidad y precisión, toda vez que los investigadores han logrado desarrollar una técnica para comunicarse con soñadores lúcidos.
El sistema de comunicación para tener «sueños interactivos», ideado entre los soñadores en fase REM y los investigadores, podría permitir no sólo estudiar la función del sueño sino también la memoria y áreas inexploradas
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