Todas las formas aparentes ―personas, mesas, sillas, átomos, quarks, planetas, perros, gatos, consciencia, energía― son conceptos mentales reificados [1] y abstraídos de una realidad ilimitada e ininterrumpida que no comienza ni termina, pues está siempre presente Aquí-Ahora. Y sea lo que sea esta realidad ilimitada, parece tener infinitos puntos de vista desde los que se puede ser observada, y parece disponerse en forma de infinitos niveles de densidad, desde los más aparentemente sólidos hasta los más efímeros y sutiles. En última instancia, no hay manera de decir qué es esta totalidad indivisible. Ninguna etiqueta, concepto o formulación ―ya sea científico o metafísico― puede captar la realidad de la vida….
En mi opinión, lo que ocurre después de la muerte es una cuestión del tipo de la “tierra plana” [2]. Preocuparse por lo que nos pasa cuando morimos es como preocuparse por lo que nos pasa si nos caemos por el borde de la tierra. La gente solía preocuparse por eso, pero su miedo se basaba en un malentendido. Al igual que no hay un borde de la tierra, no hay un límite real, no hay un borde donde la vida comienza o termina. Las cosas que nos preocupan son abstracciones conceptuales, extraídas artificialmente del todo. Al igual que las líneas de un mapa dibujando divisiones en el territorio, el nacimiento y la muerte son líneas divisorias artificiales en una realidad indivisible.
Al igual que ninguna ola puede existir separada del océano y, ni siquiera mantener, inmutable, una determinada forma, ninguna persona es realmente una “cosa” fija o sólida separada de la totalidad. Esta totalidad o unicidad ininterrumpida está siempre presente como el punto de anclaje del Aquí-Ahora, y siempre cambiante como el flujo continuo y la impermanencia de la experiencia. Esta totalidad no puede alcanzarse ni perderse porque es todo lo que hay, y no hay nada, ni ningún lugar, que no sea ella misma. Nada puede apartarse de ella para después “conseguirla” o “perderla”, como tampoco es separable de sí misma. La quietud y el movimiento, la inmutabilidad y la impermanencia, la mente y la materia, son simplemente formas diferentes de ver y describir esta realidad indivisible….
En la muerte, este patrón de actividad que llamamos “Joan” se disuelve de nuevo en un campo más amplio, la totalidad de la que nunca ha estado realmente separada. Caemos fácilmente en los intentos de delimitar esa totalidad inefable como “esto” o “aquello” -principalmente “conciencia” o principalmente “materia”. En última instancia, lo que sea que es desafía todos los intentos de captarlo y fijarlo, ya que no constituye un “ello” de ningún modo. Es esto, simplemente aquí y simplemente ahora. ¿Qué es esto? Ninguna palabra-etiqueta-concepto, ninguna explicación, ninguna teoría metafísica o filosofía podrá contener la realidad viva de este momento. La realidad en sí misma es a la vez totalmente obvia y absolutamente misteriosa. Está más allá de cualquier intento de control, comprensión o sentido. Nada de lo que digamos sobre la realidad es la verdad. Las palabras sólo pueden ser un mapa, un puntero, una descripción, una aproximación.