Al cineasta Fernando Trueba le interesa desde su infancia la filosofía, la historia del pensamiento humano a lo largo del tiempo. Y dice que «frecuentar a quienes pensaron te enseña a pensar».
1 ¿Por qué se acercó usted a la filosofía?
Me interesó desde niño, especialmente la historia de la filosofía, o como se dice ahora, la historia de las ideas. La aventura del pensamiento humano a lo largo del tiempo. Las iluminaciones, las intuiciones, los tropiezos y hasta las aberraciones que han marcado ese camino. Es un relato hermoso, una especie de Mil y una noches que nunca se acaba. En ella encuentras maestros, amigos, ídolos, y también enemigos, gente que para el tiempo y lo hace retroceder… Pensadores masturbatorios y otros absolutamente pragmáticos, algunos demasiado. Frecuentar a quienes pensaron te enseña a pensar.
2 ¿Cree que ese interés repercute de alguna manera en su profesión o en su forma de ser?
En mi forma de ser, desde luego. En mi profesión, no lo sé. El cine es una forma de pensar también, trabaja con sensaciones y sentimientos, con empatía y rechazo, con narración y plástica. No llega a conclusiones. Pero nos modela. Para bien y, a veces, también para mal.
3 ¿Qué libro filosófico le ha marcado y por qué?
Cualquiera de los de Diderot, a quien muchos no consideran filósofo, porque no lo era en el sentido que la palabra tenía en su época. Era un filósofo contemporáneo (nuestro), no un pedante sistemático. Es mi filósofo favorito, por su curiosidad, su imaginación, su método dialéctico, su humor, su humanidad, su falta de pretensiones y a la vez su profundidad. Me gustaría conocerlo, cenar con él una vez por semana. También tengo gran cariño por Kant, por su persona.
4 ¿Qué idea o pensamiento que usted tenga debería materializarse, no tardando mucho, por el bien de la humanidad?
Creo que la mejor forma de cuidar de nosotros, de nuestros hijos, y de nuestra especie, es cuidar el planeta.
5 ¿Qué idea comúnmente establecida en la sociedad debería desaparecer, no tardando mucho, por el bien de la humanidad?
Los nacionalismos de cualquier tipo, especialmente en su versión hooligan-populista actual. Creo (con Jean Renoir) que las únicas fronteras reales son las horizontales, que separan al de arriba del de abajo. Y que las verticales son rayitas en el suelo que sólo sirven para manipularnos, entontecernos y exterminarnos si llega el caso. No debemos mirar al suelo, sino paralelamente a él, como Howard Hawks, que ponía la cámara siempre a la altura de la mirada de un ser humano.
6 ¿Qué pensador actual le interesa particularmente y por qué?
Aunque esté muerto, me parece absolutamente actual Cornelius Castoriadis. Especialmente sus volúmenes de ensayos (Les carrefours du labyrinthe, 1 a 5) y sus cursos sobre Grecia (Lo que hace a Grecia, 1 a 3). Fue el primero en denunciar el estalinismo desde la izquierda y en abrir nuevas formas de pensar la vida social, a partir de Grecia y apostando por la imaginación y el poder del ser humano de inventar y reinventar constantemente la sociedad en que vive. Es un radical lúcido y optimista, hoy más necesario que nunca.
7 ¿Una frase que le represente a usted?
«Aprender algo es el mayor de los placeres, no sólo para los filósofos, sino para todos los hombres». Aristóteles.