El deseo, la razón o la libertad son algunos de los peldaños que conducen a la felicidad. Así está bien. En la incertidumbre buscando la felicidad: la filosofía es el nuevo libro que la publica la filósofa uruguaya Magdalena Reyes Puig. Si te ofrecieran la única herramienta capaz de acercarte a una vida plena, ¿te atreverías a cogerla?
Por Mercedes López Mateo
En realidad, este libro no es solo una herramienta. Más bien se trata de un manual para la muerte. Dicho así, quizás suena algo tétrico, pero la razón es que Magdalena Reyes sigue la definición que ya dieron Sócrates y Platón hace siglos: «Filosofar es aprender a morir». El examen de la vida solo puede hacerse «cuando acaba el partido», y es entonces cuando valoramos nuestras metas, experiencias y sueños cumplidos.
Reyes describe la vida como un proceso inacabado e inacabable en el deseo y búsqueda constante de la felicidad. De ahí su título: se cuenta que, antes de morir, las últimas palabras que Kant dijo fueron estas: «Así está bien». Este libro traza los caminos que nos llevarán a preguntarnos sobre cuestiones imprescindibles para acabar con la misma satisfacción que el gran filósofo de la Crítica de la razón pura.
«La fórmula consumo-productividad-éxito-felicidad es una mera falacia». Frente a la cultura de la inmediatez y la sociedad de consumo, Así está bien nos invita a detenernos y reflexionar —aunque lleve su tiempo— sobre los grandes temas de nuestra vida. Para los griegos, la buena vida se relacionaba con el conocimiento del camino recto, «el andar por el camino estimado correcto o adecuado».
Frente a la cultura de la inmediatez y la sociedad de consumo, Así está bien nos invita a detenernos y reflexionar sobre los grandes temas de nuestra vida
Encontrar ese camino no es tarea fácil. Debemos estar dispuestos a asumir el sufrimiento tan fértil que tienen los procesos largos, más todavía cuando se trata de alcanzar una existencia auténtica, como buscaban los existencialistas. «La verdad, tanto como el bien, la libertad y la felicidad, se nos concede en forma siempre incompleta, inacabada e imperfecta, probablemente porque esas son las cualidades que nos caracterizan como humanos».
Uno de los capítulos del libro se centra en la incertidumbre, y es que la pregunta por el conocimiento y la verdad es tan central en la filosofía como en la vida desde la fundación de la primera en Grecia. Es imposible actuar conforme al Bien y a la Justicia si no sabemos identificarlos, «porque la voluntad humana siempre está motivada por el saber, y nuestros actos y elecciones son guiados por lo que consideramos verdadero o justo. Contrario a los sofistas, y al igual que su maestro, Platón creía que debemos separar las creencias justificadas de las opiniones no examinadas».
Siguiendo al filósofo existencialista Karl Jaspers, Reyes explica que toda filosofía comienza en el asombro, la duda que cuestiona lo establecido y la conciencia de estar perdidos y necesitados de sentido. Entonces es cuando podemos empezar a hacernos preguntas que en contadas ocasiones tendrán una respuesta clara.
Es especialmente interesante comparar las explicaciones filosóficas con las psicológicas que Reyes presenta, pues tiene ambos títulos y ejerce las dos profesiones (sin caer en la autoayuda fácil y pseudopsicológica). «Los seres humanos poseemos mecanismos de defensa psicológicos que actúan de forma inconsciente para salvaguardar nuestra psique de los estímulos incómodos o dolorosos provenientes de la realidad. La negativa a conocer la verdad es, en este sentido, una propensión humanamente necesaria, útil y, por lo tanto, comprensible».
Toda filosofía comienza en el asombro, la duda que cuestiona lo establecido y la conciencia de estar perdidos y necesitados de sentido
Ahora bien, «¿deseamos las cosas porque son buenas? ¿O son buenas porque las deseamos?». Así arranca otro de sus capítulos, llenos de potencia, esta vez sobre el deseo. Allí Reyes hace un recorrido muy variado por autores tan diversos como Spinoza, Epicuro, Zenón de Citio, Schopenhauer e, incluso, Freud. Pese a abarcar tanto, consigue presentarlos de manera lógica y nada forzada, deteniéndose como es debido para dar una explicación digna de cada uno.
Además, no emplea únicamente textos de filósofos para hablar del amor, la inmortalidad, la rectitud frente a los deseos o el sufrimiento; también se apoya en cuentos como el de Oscar Wilde El príncipe feliz, o el de Borges El inmortal. Desde este último, por ejemplo, explica que, precisamente, si somos seres vivientes y deseantes es gracias a que sabemos que nuestra existencia es limitada y algún día llegará a su fin. «Si la muerte significa el fin del deseo como impulso vital, este también cesaría si fuésemos inmortales y conscientes de serlo».
Más allá de los deseos y las pasiones, Reyes se sumerge en otro tema tan importante como extenso: la libertad. «Porque no es lo mismo indagar en el deseo o la voluntad de libertad que preguntarse qué significa ser libre». Principalmente, aborda la libertad en términos individuales y colectivos, es decir, desde cómo entendemos nuestra responsabilidad en la toma de decisiones libres que nos definen y, por otro lado, desde las condiciones materiales y barreras externas que delimitan un uso de la libertad no dañino para la comunidad.
Si somos seres vivientes y deseantes es gracias a que sabemos que nuestra existencia es limitada y algún día llegará a su fin
La mala fe de Sartre, la minoría de edad de Kant o la dualidad «libertad positiva y libertad negativa» de Berlin son algunas de las ideas que Reyes explica con mayor profundidad y cuidado. Además, emplea para ello ejemplos de gran actualidad como es el toque de queda durante la pandemia. «Si la libertad es lo que hacemos con lo que nos hacen, para poder ‘hacer’ (y no devenir esclavos de lo que nos hicieron o nos hacen) necesitamos poseer los recursos necesarios».
En definitiva, en Así está bien, Magdalena Reyes reivindica la importancia de seguir cuestionándose qué nos conduce a la felicidad. Más allá del dinero, el consumo y lo material, aquí nos recuerda que la razón, la libertad o el conocimiento han sido, a lo largo de los siglos, los medios que la filosofía señalaba como herramientas. «Porque mientras la gente crea que será más feliz cuanto menos se preocupe por conocer la verdad, entonces más dispuesta estará a confiar en aquellos que le dicen lo que quiere escuchar».
* Puedes escuchar el Café filosófico de Magdalena Reyes aquí.