Si se puede resolver, se resolverá.
Y si no se puede resolver (exactamente como tú quieres),
se resolverá de otra manera.
Tomar partido no suele ser una postura inteligente
porque implica discriminación, no ecuanimidad,
y por lo tanto sufrimiento, antes o después.
Y tomar partido egocéntrico menos aún.
Malcriando al ego, haciéndolo fuerte,
un yo caprichoso que ni siquiera existe
más que como producto de la hipnosis.
Así que tomar partido no debería ser una opción
y menos a favor de una misma, ese fantasma,
esa alucinación.
Desde este punto de vista, para qué preocuparse por los acontecimientos
si cualquier nudo acabará deshaciéndose,
cualquier aparente conflicto terminará fluyendo en una u otra dirección,
como el caudal de un río,
no importa los obstáculos en el camino.
«Concéntrate en la virtud», dice el budismo mahayana.
Desde la virtud (el buen corazón, la empatía, la compasión,
la entrega, la sabiduría de la vacuidad),
todo está bien
y todo acabará bien,
tal como percibió Juliana de Norwich en sus Visiones.
«Quítate de en medio»
(decía aquel monje, con sus ojillos achinados de complicidad),
concéntrate en la virtud
y suelta todo deseo de control.
De todas formas, no está en tu mano,
aunque te lo parezca.
Y, quizás precisamente por eso,
todo saldrá bien.
http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2021/08/como-resolver-los-conflictos-humanos.html