Mientras desciende hacia lo más profundo de su crisis, el capitalismo anuncia que no podrá alimentar ni vestir a la población. Las cadenas de televisión han comenzado en España una campaña para poner de moda la ropa de segunda mano. La de estreno tendrá unos precios que muy pronto los trabajadores no podrán pagar.
El Foro de Davos también anuncia que la crisis energética impedirá que los trabajadores se duchen con agua caliente, una noticia a la que la maquinaria mediática le da la vuelta: es bueno para la salud y, además, de esa manera se reduce el absentismo y las bajas laborales.
Hay varias empresas que han comenzado a cultivar insectos, gusanos y cucharachas, con muchas proteínas, para alimentar a los trabajadores de manera barata y nutritiva. Incluso es más saludable comer un puré de gusanos que un filete de buey.
Al argumento nutricional se le añade el ecologista: la ganadería que surte de carne a los mataderos es mala para el calentamiento del planeta porque, aparte de que los animales beben mucho agua, arrojan por el ano importantes cantidades de “gases de efecto invernadero”. Por eso Greta Thunberg y el ministro Garzón nos recomiendan no comer carne. Por nosotros y por el planeta.
Hace ya años que nos introducen en los súpermercados alimentos transgénicos sin etiquetar, es decir, que no podemos saber el proceso de fabricación de lo que comemos. Si compramos un bote de mermelada podemos saber su composición hasta el último gramo y si bebemos una botella de la Rioja identificamos inmediatamente su origen. Pero con los transgénicos es imposible y cuando compremos cucarachas en el súper ocurrirá lo mismo.
Sin embargo, un restaurante no puede poner en la carta del menú “chorizo vegano” porque la denominación de chorizo es como la del vino de la Rioja: sólo puede tener un origen animal.
Con la “carne artificial” no va a ocurrir eso. Nos van a dar gato por liebre, no sólo con los alimentos, sino también con las bebidas y los fármacos. Nos llevan de cabeza hacia la comida basura del futuro, siempre con el aplauso entusiasta de reformistas y seudoecologistas.
El 24 de junio la empresa Future Meat Technologies puso en marcha su fábrica de producción de “carne de laboratorio” cerca de Tel Aviv.
El jueves otra empresa, Upside Foods, la antigua Memphis Meats, puso en marcha la primera planta de “carne artificial” de Estados Unidos en Emeryville (California). El objetivo es alcanzar una producción de 23 toneladas de “carne” al año, que deberá exportar a los países hambrientos porque el gobierno de Washington aún no la ha autorizado. Esos experimentos es mejor hacerlos en el Tercer Mundo, por si acaso hay complicaciones.
Se espera que en breve la empresa emergente Wildtype cultive “salmón artificial” en San Francisco.
La “carne” y el “pescado” artificiales se basan en células madre animales que se desarrollan en cultivos de laboratorio, es decir, sumergidas en una sopa de reactivos químicos.
En 2013 se presentó al público londinense el primer filete de “carne artificial”, cuya fabricación costó 285.000 euros. Pero las empresas emergentes de “alimentación” ya casi logran precios de mercado. Hace ocho años aún había que sacrificar a los terneros para utilizar su suero fetal en la preparación de la “carne artificial”. Desde 2018 esa materia prima ya no es necesaria.
La “carne artificial” sólo contiene células musculares y está muy lejos de la composición de los músculos reales. Es pobre en nutrientes y sabor y necesita ser condimentada con muchos ingredientes para engañar al paladar.
Sólo en Estados Unidos hay 80 empresas empeñadas en fabricar “alimentos artificiales”. Upside Foods ha construido todo un campus de casi 5.000 metros cuadrados y pronto llegarán las patentes sobre los “alimentos artificiales”. La producción agrícola y ganadera quedará prohibida por las leyes de protección del medio ambiente y contra el maltrato animal. No habrá alimentos naturales para comer o tendrán tasas tan elevadas que será imposible pagar el precio de mercado. Aparecerá un mercado negro, contrabando…
En el futuro no es que no se puedan comer alimentos naturales; ni siquiera se podrán fabricar a causa de las patentes. Afortunadamente las técnicas de cultivo de “carne” en laboratorio todavía no son adecuadas para la producción a escala industrial y su precio sigue siendo prohibitivo.
La comida basura del futuro: cucarachas, gusanos, insectos y ‘carne artificial’