Mirando nuestra vida, puede ser que nos sintamos, a veces, intrascendentes.
Si no estuviéramos aquí mañana, si desapareciéramos sin dejar rastro, ¿alguien se daría cuenta? ¿Nuestra vida realmente importa?
¿Somos solo una gota olvidable en un mar de eternidad?
El acertijo es: podemos creer que no importamos o podemos reconocer las muchas formas en que una gota impacta a otras gotas a nuestro alrededor.
En nuestras interacciones con amigos, compañeros de trabajo, familiares, somos más capaces de reconocer que impactamos a los demás. Puede ocurrir como parte de una conversación en evolución o en una relación comprometida.
Puede ser una simple palabra o acción o algo mucho más profundo y que cambia la vida.
Sucede en cada momento que nos conectamos de manera gozosa y también cuando nos acercamos durante los momentos difíciles.
La conciencia es la clave de nuestro impacto.
Pero nuestra conciencia se desvanece en los torrenciales aguaceros de la vida.
Nos inundamos con personas, eventos y circunstancias hasta que nos encontramos nadando en un charco de enredos e historias.
Alejados del momento presente, nos encontramos atrapados en remordimientos pasados o impulsados hacia un futuro potencial preocupante.
No es necesario que permanezcamos en el pasado o el futuro.
Podemos “recordarnos” y volver al momento presente.
Cuando descansamos en rincones inexplorados de una mente silenciosa y nos involucramos completamente en el aquí y ahora, es cuando podemos sentir gotas de paz acariciándonos suavemente.
Estos momentos de compromiso pacífico rara vez duran porque el caos parece casi una constante en estos tiempos desafiantes. Arrastrados una vez más por el tumulto, nos dejamos llevar por una loca carrera.
En nuestro aterrizaje no tan suave, podríamos rebotar una o dos veces antes de que nuestra velocidad disminuya y estemos aquí ahora. Una vez de vuelta al momento, nuestra gota se filtra en la tierra reseca derritiendo las barreras del sufrimiento, y al caer, en grandes y pequeñas formas, los efectos cambian. Incluso podemos encontrar que nuestras perspectivas cambian.
A medida que nos conectamos, gota con gota, y percibimos cuan maravillosamente podemos nutrir el campo de conciencia, dejamos de considerarnos intrascendentes.
Una pequeña gota en un océano infinito de gotas puede parecer poco importante y perderse fácilmente, pero esa gota puede tocar la tierra de manera que abra las compuertas para que otras gotas se filtren.
O tal vez somos una gota que cae en algún lugar proporcionando energía para superar un desafío.
O, quizás, somos la última gota… el catalizador que lo cambia todo.
No importa dónde estemos, sino que somos una gota en el vasto mar de Presencia compasiva.
Y nuestra parte en el entramado de un Todo Compasivo es cualquier cosa menos intrascendente.
Una pequeña gota que cae, es de gran impacto, si consideramos la interconexión de cada átomo divino en la existencia Una.
http://elblogdetahita.blogspot.com/2021/11/solo-una-gota-tahita.html