Cerebro prospectivo o el poder de predecir el futuro

En el cerebro disponemos de una sofisticada red neuronal que nos permite recordar el pasado personal e imaginar y «predecir» el futuro. Se trata de un proceso que ponemos en práctica cada día. Lo analizamos.

Cerebro prospectivo o el poder de predecir el futuro

El cerebro prospectivo nos permite imaginar el futuro y planificar acciones que puedan hacer posible ese imaginario. También facilita la creación de expectativas y de predicciones. Esto, que puede parecernos magia, es en realidad un proceso sofisticado, que tanto personas como animales ponemos en práctica.

Un ejemplo, estamos conduciendo por una autovía y de pronto empieza a llover con intensidad. El cerebro predice que, tal y como ha sucedido otras veces, lo más probable es que se acabe cerrando ese camino que siempre usamos como desvío para llegar antes a casa. Por tanto, optamos por otra estrategia: tomar una ruta alternativa (más larga) conocida.

Otra muestra del pensamiento prospectivo lo tenemos en nuestros perros. Basta con que nos vean con la correa en la mano para que se pongan en posición de salir a la calle. Es más, animales como los cuervos o determinados primates se guardan objetos que saben que pueden utilizar en el futuro como herramientas para obtener comida.

Todos tenemos la capacidad de predecir determinados eventos futuros. Anticipar e imaginar determinadas situaciones nos permite planificar para adaptarnos mejor a nuestros complejos entornos.

“Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida”.

-Woody Allen-

Mujer pensando en el cerebro prospectivo

El cerebro prospectivo, una máquina perfecta

En el 2007, el doctor Daniel L. Schacter de la Universidad de Harvard explicó en una investigación algo muy revelador. Cada uno de nosotros tenemos en el cerebro una red neuronal que nos permite recordar el pasado y, a su vez, imaginar el futuro. Dicha red estaría conectada además con múltiples regiones cerebrales, como el lóbulo temporal medial, la corteza prefrontal medial, la corteza temporal lateral y las regiones posteriores de la corteza parietal medial y lateral.

Este interesante proceso se descubrió tras realizar una tomografía por emisión de positrones (TEP) a una muestra amplia de voluntarios. Pudo verse que cuando se les pedía que hablaran del pasado o del futuro se activaban exactamente las mismas áreas. Y que suceda esto no es casualidad, porque para “predecir” el futuro necesitamos recordar el ayer.

La memoria prospectiva: prepararnos para el mañana recordando el ayer

Para comprender la utilidad y la singularidad del cerebro prospectivo, antes es recomendable diferenciar la memoria retrospectiva de la prospectiva. Para empezar, la primera implica recordar eventos, experiencias o personas de nuestro pasado. Sin embargo, la memoria prospectiva nos permite evocar planes que debemos hacer en el futuro, pero que hemos planificado en el pasado.

Tareas como enviar ese informe por correo electrónico o saber cómo actuar cuando hay un pequeño incendio en casa son actuaciones que hemos previsto en el pasado para poder actuar en el futuro. Esta es una estrategia decisiva para nuestra supervivencia y una función cognitiva crucial de nuestro cerebro.

Las personas hacemos predicciones sobre el futuro de manera constante. De este modo, tenemos un mayor control sobre los eventos al planificar determinadas acciones.

El cerebro prospectivo: una “máquina de anticipación”

Daniel Clement Dennett es un conocido filósofo estadounidense especializado en las ciencias cognitivas y autor de libros como La conciencia explicada (1991). En sus trabajos explica que estamos dotados de una máquina perfecta de anticipación. Porque si tiene un fin el cerebro humano es “producir futuro”. Ahora bien, ¿qué significa esto último?

Pensemos en algo muy simple: si hay un proceso mental que realizamos a diario es crear expectativas. Imaginar, elucubrar y hasta divagar… Una parte de nuestra mirada interna siempre está situada en el futuro. Y no, pensar en el mañana no es algo negativo o patológico, sino natural.

Las personas necesitamos especular sobre el futuro para regatear peligros y aprovechar oportunidades. Como curiosidad, una de las primeras figuras que se interesó por el poder de las expectativas y el modo en que la mente se focaliza en el mañana fue Charles Dickens.

Hubo una época en que Dickens puso su atención de manera constante en dimensiones como la ilusión, la imaginación, los deseos proféticos, las previsiones futuras y sus decepciones… De todo ese sustrato inspirador, salieron obras como Dombey and Son (1846-1848) y Great Expectations (1860-1861).

El pensamiento prospectivo nos permite realizar especulaciones venideras sobre lo que podría pasar y cómo actuar. Esto nos permite tener cierta sensación de control e incluso poder sacar ventaja de determinados futuribles.

Mujer con bola de cristal haciéndose preguntas sobre el cerebro prospectivo

Predecir para sobrevivir y dar forma a un “yo futuro” más feliz

Nos pasamos la vida haciendo predicciones, unas se cumplen y otras muchas otras no. Por ejemplo, predecimos que nuestro hijo se alegrará si compramos un helado para el postre. Sabemos cómo reaccionará nuestra pareja cuando le planteemos la necesidad de ir a terapia. E incluso tenemos a mano ciertas estrategias simples para apoyar a nuestro mejor amigo cuando está de mal humor.

Usamos nuestro cerebro prospectivo para relacionarnos mejor con los demás, para afrontar posibles dificultades futuras y también para crear una imagen más positiva de nosotros mismos. ¿Y cómo logramos esto último?

Todos tenemos una visión de nuestro “yo futuro” que nos gustaría alcanzar y ese propósito nos alienta a realizar cambios en el presente. Proyectarnos en el mañana de manera positiva es un impulso para el aquí y ahora. Porque, al fin y al cabo, la felicidad no está solo en “ser”, también se encuentra en el “llegar a ser”. Soñar, imaginar y predecir el futuro también es una cerradura más hacia el bienestar.

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