De las macrogranjas ¿a la comida sintética o de laboratorio?

Las denominadas «macrogranjas» , sobre las que se ha abierto el debate en España en las últimas semanas, tienen como fondo un problema mayor que es el propio modelo de alimentación industrial. Las soluciones tradicionales no interesan porque hay nuevas «soluciones» (sintéticas) en mercados más lucrativos.

Los animales de la ganadería intensiva necesitan piensos para comer. La mayoría se fabrican con soja. Esta es importada en grandes cantidades de Brasil y Argentina.

Y con ella se alimenta a los millones de cerdos criados en las macrogranjas españolas que luego mayormente acaban exportados a China.

Así, la macrogranja sólo es una parte del problema. Podemos imaginar los enormes impactos ambientales y sociales que provocan la soja y los cerdos «viajeros». El cultivo de esa soja «ganadera» está provocando la deforestación del Amazonas que vuelve a crecer en la última década.

El sistema alimentario está enloquecido. ¿No sería más sano desde todo punto de vista potenciar la ganadería tradicional y local? Quizá abría que empezar por reducir nuestro consumo de carne.

Existe una amplia discusión sobre la ganadería, tipos de granjas, etc. Pero nadie habla de la carne «sintética» o de «laboratorio». Lo llevamos tratando algunos años. Como reacción a la cada vez mayor industrialización de la alimentación están apareciendo nuevos productos con un fuerte componente ideológico (asociados por ejemplo el veganismo).

Son también movimientos comerciales destinados a crear nuevos mercados alimentarios. En Estados Unidos, país «de la hamburguesa», venden una de estas cuyos ingredientes no han constituido nunca parte de la alimentación del ser humano.

Se trata de una hamburguesa que no tiene carne. Su ingrediente principal, creado con ingeniería genética, es leghemoglobina de soja (abreviado en inglés SLH), conocido también como «heme».

Y se vende sin control de su inocuidad para la salud.

Quienes promueven este tipo de «nueva alimentación» parece que han avanzado mucho. Utilizan el marketing que proporcionan argumentos como que producir «en laboratorio» consume menos recursos naturales, genera menos impactos ambientales y no hace falta matar seres vivos.

La carne de origen no animal no solo es un negocio que está dirigido a vegetarianos o veganos, sino que pretende ser una alternativa más saludable para los carnívoros.

Así, grandes empresarios como son Bill Gates, Jeff Bezos o Al Gore están invirtiendo en compañías productoras de carne artificial. Es el caso de Nature’s Fynd, que produce proteínas utilizando una fracción de los recursos de tierra y agua que requiere la agricultura tradicional.

Nos van a vender como natural lo que es completamente artificial. ¿Se entiende? Uno de los últimos lanzamientos de la compañía ha sido un paquete de desayuno, que incluye queso crema original sin lácteos y hamburguesas sin carne.

Aquí no nos quedamos cortos tampoco. España cuenta con una de las industrias más potentes del mundo en la investigación de carne y alimentos sintéticos. ¿Cómo se consigue la carne? A través de una biopsia se toma una muestra del tejido celular animal vivo que, después, se sitúa en un ambiente controlado de oxígeno y temperatura.

A dicho tejido y desde un biorreactor, se alimenta de nutrientes a través de un proceso natural de proliferación celular consiguiendo así la carne cultivada, que gana sabor según los ingredientes que se le añadan.

Cabe preguntarse sobre el impacto social que esta nueva industria puede representar, nadie prevé nada. La producción alimentaria surge del ámbito rural pero a estas empresas no les hace falta el campo; crean sus productos en laboratorios sitos en grandes ciudades por lo general.

Y no sólo es la carne la sintética. También el pescado. Por ejemplo, el salmón de cultivo celular de la empresa de tecnología alimentaria Wildtype. Su aspecto y su sabor parecen reales. El proceso de fabricación es parecido al de la carne.

Para obtener el producto final, que es un trozo de salmón para sushi, se toma una pequeña muestra de células de un pez. Esas células se colocan en un biorreactor, que parece más bien un tanque de fermentación de acero como los que se utilizan para elaborar cerveza.

Las células reciben una mezcla de azúcar, grasas, proteínas, electrolitos, minerales y otros nutrientes para ayudarlas a crecer. Las células iniciales, pueden utilizarse una y otra vez.

Yo esto en principio no me lo comería pero hay que reconocerle alguna ventaja, lo que no se encuentra en los peces cultivados: carecen de antibióticos, metales pesados, toxinas, microplásticos y otros contaminantes que a menudo se encuentran en el pescado tradicional capturado en la naturaleza o de piscifactoría.

Mi postura está clara, hemos de apostar por la comida de verdad, la de siempre, la que permanece lo más cerca posible de su estado natural original o, en todo caso, ha sido mínimamente procesada. Y cuanto más cercana al lugar donde vivimos mejor para el medio ambiente y para las economías locales. Y si es posible que sea ecológica.

http://www.migueljara.com/2022/01/20/de-las-macrogranjas-a-la-comida-sintetica-o-de-laboratorio/

2 comentarios en “De las macrogranjas ¿a la comida sintética o de laboratorio?

  1. La comida del futuro va mas por laboratorio que por criamzas ,o siembras .El vambio en vultira o habitos hoy dia dependera del mercadeo.

  2. Paradójicamente los humanos somos los borregos y cerdos de una macrogranja. No podréis elegir el tipo de alimentación pero seréis felices. Tranquilos que ellos se encargaran de proporcionaros el pienso y tendréis mas tiempo para consumir su ocio.
    Donde quedó aquello de que “el ganado suelto a su aire es como mejor se cría”.

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