El aburrimiento.

No necesitas coger un avión para volar a Wutai
si quieres ver a Manjusri.
Puedes encontrarle en tu propia casa.
Dices que es difícil,
la energía de la rutina mundana lo empaña todo.
Como un velo en los ojos.
Puede ser.
Por eso te gustan los retiros,
mejor si son en soledad, en silencio,
sin conexiones mundanas.
En cualquier caso,
no necesitas coger un avión para viajar a la China,
la India o el Tíbet.

A veces se le aparece un cuarto no lejos de casa.
Austero, sin apenas huellas
de vida alguna anterior.
Tan cerca (físicamente) de su mundo cotidiano tan lleno.
Como hacer ayuno con la nevera y la despensa repletas
de alimentos deliciosos.
Pero se queda donde está,
haciendo caso omiso a la llamada
de sus apegos, sus actividades cotidianas,
su vida ocupada como un bálsamo sedante
o narcótico.

Disfruta la experiencia del aburrimiento.
Ese instante en el que las distracciones han desaparecido, todas ellas,
y la inspiración aún no ha hecho acto de presencia.
Ese momento de silencio, vacío.
Lo llaman aburrimiento
y para ella es la fuente de todos los milagros,
la tierra de nadie, no cartografiada.
La pausa entre la inhalación y la exhalación.
La entrega,
el salto al vacío.

Lo llaman aburrimiento
y es el instante
que lo contiene
todo.

http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2022/01/el-aburrimiento.html

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