Tener una doble vida no es algo que solo ocurra en las películas de espías o superhéroes. Aunque no suele ser lo más habitual, en nuestro día a día podemos encontrarnos con personas que tienen una doble vida, una segunda familia u otra relación de pareja, sin que nadie esté enterado de esta identidad secreta.
Las razones por las que ocurre este fenómeno son numerosas y varían de una persona a otra. No obstante, hay algunos puntos en común que parecen caracterizar a las personas que optan por tener vidas paralelas. Vamos a descubrirlos en este artículo.
La infidelidad y la doble vida
Aunque se ha cuestionado si la fidelidad es algo natural o no en las relaciones de pareja en los seres humanos, lo cierto es que ser fiel es una decisión que se toma cada día. Es una elección que se sostiene con esfuerzo y compromiso.
Si bien es cierto que mantener un compromiso a largo plazo puede representar un reto para algunas personas, lo deseable sería hablar con la pareja en lugar de establecer una relación paralela y en secreto.
Es normal que sintamos que en ocasiones nuestros propósitos de vida ya no están alineados con el rumbo de nuestra relación, pero en estos casos es mejor terminar el vínculo afectivo o negociar nuevas metas en conjunto, antes que lastimar al otro con nuestras mentiras y engaños.
¿Cómo son las personas con doble vida?
Aún así, sabemos que hay personas que deciden hacerlo. ¿Existe algún rasgo de personalidad que caracterice a las personas infieles?, ¿qué motiva a alguien a buscar novedad fuera de la relación?, ¿qué anima a las personas que lo hacen a llevar y mantener una doble vida?, ¿qué consecuencias tiene esta conducta, tanto para los infieles como para sus parejas?
A continuación vamos a describir algunas características que suelen distinguir a quienes llevan a una doble vida.
1. Suelen ser inmaduras a nivel emocional
En primer lugar, las personas capaces de establecer relaciones de pareja paralelas se caracterizan por su inmadurez emocional. Estamos hablando de personas con serias carencias afectivas y con dificultades emocionales para establecer vínculos sanos, respetuosos, comprometidos y estables.
Por otro lado, su inmadurez hace que sean también personas manipuladoras, capaces de fingir sentimientos y emociones que no están experimentando. Así mismo, suelen ser encantadoras, generan buenas impresiones y demuestran afectos que realmente no sienten hacia los demás.
Por último, son personas que no tienen una verdadera disponibilidad afectiva, por lo que les cuesta mantener sus compromisos a largo plazo. Tampoco son emocionalmente responsables, de modo que no sienten una genuina preocupación por el bienestar emocional de sus parejas.
2. Son inseguras y tienen baja autoestima
Por otra parte, es posible también que estos comportamientos revelen inseguridad y baja autoestima. En consecuencia, quienes viven una doble vida intentan compensar esta falta de autoconfianza con conductas de control y manipulación sobre varias personas, particularmente sobre sus parejas.
Es decir, necesitan afirmarse constantemente a través del amor y la atención que reciben de los demás.
3. Manifiestan problemas de comunicación
En tercer lugar, este tipo de personas suelen tener grandes problemas de comunicación. No expresan con claridad sus emociones y deseos, en muchas ocasiones prefieren evitar los conflictos e intentan satisfacer sus necesidades afectivas fuera de la relación, en lugar de conversar con su pareja para llegar a acuerdos y negociaciones.
Incluso, en muchas ocasiones no conocen cuáles son esas necesidades, no saben lo que buscan y por eso no logran estabilizarse con una sola persona.
4. Tienen expectativas poco realistas en la relación
Otra característica de quienes optan por tener vidas paralelas es la construcción de expectativas poco realistas y, en general, demasiado altas sobre sus relaciones de pareja.
No logran ver a su pareja como la persona de carne y hueso que realmente es y, en su lugar, construyen una versión idealizada y hecha a su medida. Esto hace que se sientan decepcionados si su pareja no cumple con sus expectativas. Por lo mismo, cuando la pareja comete un error, la evalúan de forma extremadamente negativa, no hay matices.
Además de esto, siempre pareciera que les falta algo en la relación, nunca se sienten verdaderamente satisfechas, por lo que tienden a culpar a la otra persona de sus propias carencias.
5. Suelen mentir y prestan atención a los detalles
Cuando decidimos empezar una relación alterna es posible que tengamos que decir una mentira, y luego otra, y otra, y así sucesivamente hasta que ya no parece haber forma de volver atrás.
En consecuencia, para mantener una doble vida estas personas se vuelven meticulosas y cuidadosas en la información que aportan cuando son interrogados sobre sus actividades o pasatiempos. No ahondan en detalles para evitar caer en contradicciones. Son personas inteligentes que se valen de su intelecto para ser convincentes.
6. Tienden a la evitación
Una característica que salta a la vista es su tendencia a la evitación y a la dificultad para hacerse responsables de sus actos. Salir de la espiral de mentiras que implica tener una doble vida requeriría el coraje de decir la verdad y enfrentar las consecuencias. No obstante, prefieren mantener el secreto y no arriesgarse a la confrontación o el abandono.
Una doble vida siempre tiene consecuencias
Para finalizar, es importante señalar que la pareja o las parejas de quienes optan por tener relaciones alternas también experimentan fuertes consecuencias psicológicas. De manera general, suelen sufrir afectaciones en su forma de establecer vínculos y en su capacidad para construir nuevas relaciones desde la confianza y el compromiso.
Por supuesto, la autoestima y la identidad como parte de una relación de pareja también pueden verse seriamente perjudicadas. Es habitual que emerjan sentimientos de culpa y autorrecriminación y que requieran incluso ayuda profesional para sobrellevar las secuelas de haber hecho parte de una historia que desconocían.
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