El mayor tesoro que tenían para compartir con el mundo los primeros maestros que trajeron el yoga a Occidente fueron las profundas enseñanzas del vedanta. Estos maestros presentaban el vedanta como la filosofía de la autorrealización y el yoga como la metodología que hay que aplicar para alcanzarla. El primero de estos grandes sabios fue Swami Vivekananda, quien vivió a finales del siglo XIX. Le siguieron Swami Rama Tirtha, Paramahansa Yogananda y los muchos discípulos de Swami Sivananda de Rishikesh. Su enseñanza, a la que pusieron el nombre de yoga-vedanta, se entendía como una ciencia que abarcaba todas las facetas del crecimiento espiritual.
Sin embargo, con el paso del tiempo, las asanas o posturas de yoga fueron ganando una mayor popularidad en la mentalidad occidental ―más orientada hacia lo físico―, por lo que el aspecto vedántico de las enseñanzas se ha ido dejando de lado, sobre todo en las dos últimas décadas. El resultado es que hoy en día en Estados Unidos pocos instructores de yoga saben qué es el vedanta o son capaces de explicárselo a otras personas. Incluso si se interesan por la meditación, por lo general se fijan en el zen o el vipassana, sin ser conscientes de que la meditación es la base misma del yoga clásico y de las tradiciones relacionadas con él.
Hasta los estudiantes de disciplinas afines como el ayurveda o la astrología védica saben bastante poco sobre el vedanta, la vía del autoconocimiento que constituye la base espiritual y el objetivo último de estos sistemas. Al mismo tiempo, quienes estudian a los grandes gurús vedánticos modernos de la India, como Ramana Maharshi o Nisargadatta Maharaj, suelen considerar al maestro en particular como la fuente de las enseñanzas, por lo que es muy probable que no comprendan la tradición de la que forman parte. De esta manera, las enseñanzas centrales de los grandes sabios de la India se han ido perdiendo progresivamente en Occidente, incluso para quienes afirman seguir sus enseñanzas.
Todos los grandes sabios de la India moderna fueron vedantines. El más notable es Ramana Maharshi, quien destacaba el aspecto no dual del vedanta y vivió una vida de autorrealización directa. Ramakrishna, Aurobindo, Anandamayi Ma, Nityananda y Neem Karoli Baba, por mencionar solo algunos, también eran vedantines que empleaban la terminología vedántica de la autorrealización y la realización de Dios. Hoy en día las tradiciones vedánticas siguen gozando de gran popularidad en toda la India y podemos encontrar a muchos maestros de esta doctrina. Sirvan como ejemplo los diferentes shankaracharyas, que no han llegado a Occidente, por lo que aquí son prácticamente desconocidos.
Los principales maestros actuales de la India, como Ma Amritanandamayi (Ammachi) o Satya Sai Baba, usan de manera similar el lenguaje del vedanta e igualmente le conceden una especial importancia al Ser. La técnica de la meditación trascendental creada por Maharishi Mahesh Yogi también sigue una visión vedántica de la conciencia y la evolución cósmica. Swami Rama, el fundador del Himalayan Institute, fue otro importante maestro vedántico de Estados Unidos. Lo mismo ocurre con los principales maestros de hatha yoga de los últimos tiempos, como Krishnamacharya de Madrás o B. K. S. Iyengar, quienes siguen las enseñanzas vedánticas en lo referente a los aspectos más elevados del yoga. Diversos enfoques devocionales, como el movimiento hare krishna, también reflejan las enseñanzas devocionales vedánticas. Como vemos, sin una comprensión del vedanta es difícil entender el mensaje de estos grandes maestros.
El vedanta es una filosofía simple: afirma que nuestro verdadero Ser, lo que denomina Atman, es Dios. «Yo soy Dios» (aham brahmasmi) es la verdad suprema. La misma conciencia que reside en el núcleo de nuestro ser impregna por completo el universo entero. Conocernos a nosotros mismos es conocer a Dios y ser uno con todo. El vedanta es una filosofía de autorrealización, y su práctica es una forma de autorrealización a través del yoga y la meditación.
Presenta una vertiente teísta que reconoce a un creador cósmico (Ishvara) que gobierna en todo el universo a través de la ley del karma. Dios es el maestro supremo, el gurú más elevado de quien emanan todas las enseñanzas verdaderas por el poder de la palabra divina. El teísmo vedántico adopta muchas formas, como la adoración a Shiva, Vishnu o la Diosa. De hecho, puede acoger en su seno casi cualquier forma de teísmo que acepte el karma y la reencarnación.
Pero en el vedanta no dual (advaita), la realidad última no es el Creador, sino el Absoluto, llamado Brahman, que trasciende el tiempo, el espacio y la causalidad, y está por encima de cualquier creador personal. Nuestro ser individual, nuestra alma (Atman), es una con el Absoluto o Brahman, que es el Yo o el Ser supremo (Paramatman). Así, el alma no es simplemente una parte del Creador, sino que es una con el fundamento mismo del Ser-Conciencia-Felicidad del que todo emerge, incluso el Creador mismo.
Debido al marcado énfasis que pone en el Ser y a que reconoce muchas formas de teísmo, el vedanta es la razón que explica la tolerancia y la tendencia sincrética que caracterizan a la religión hindú. Los hindúes consideran la religión como un vehículo para el autoconocimiento, por lo que no tienen problema en aceptar una gran variedad de sabios, libros sagrados y vías espirituales diferentes, tanto de origen externo como las que forman parte de sus propias tradiciones. El hinduismo siempre se ha definido a sí mismo como sanatana dharma, «el darma universal o eterno» que abarca todos los darmas y todos los caminos espirituales posibles. También existen muchos sistemas de vedanta que presentan diversas diferencias filosóficas entre sí y cubren todos los enfoques principales sobre Dios y la conciencia. Por tanto, el vedanta no es un sistema cerrado, sino abierto, que honra al Ser en todos los seres y no lo reduce a ninguna fórmula, personalidad o dogma en particular.
El vedanta es la enseñanza espiritual más antigua y perdurable de la India. Aparece en toda su plenitud en los Upanishads y en forma sintetizada en el Bhagavad Gita. Pero cuenta con antecedentes más antiguos en la literatura védica, la cual, según hallazgos arqueológicos recientes, data del 3500 a.C., cuando la antigua cultura de los valles del Indo y el Saraswati floreció en todo el norte de la India. Los términos y las prácticas principales del vedanta ya están presentes en los crípticos mantras de los antiguos Vedas, que se remontan a los albores de la historia registrada.
El vedanta refleja la verdad interna de los antiguos Vedas y, como digo, tal vez se trate de la enseñanza espiritual más ancestral y duradera del mundo. Al fin y al cabo, la espiritualidad es una búsqueda del autoconocimiento, no simplemente una filosofía o un compendio de rituales religiosos. El vedanta es la filosofía más característica de la India e impregna la gran mayoría de las enseñanzas presentes en su territorio. Incluso movimientos modernos como el sikh dharma reflejan la idea vedántica de que el alma individual es una con Dios.
Vedanta significa literalmente «el fin de los Vedas», pero se refiere más concretamente a la esencia de los Vedas. Según grandes yoguis como Sri Aurobindo, los Vedas presentan la verdad del vedanta en un lenguaje poético basado en mantras, mientras que el vedanta presenta el conocimiento de los mantras védicos en forma de filosofía racional. La sabiduría que subyace en los mantras de los antiguos rishis brilla en todo su esplendor en la claridad de la comprensión profunda del vedanta.
El vedanta en la forma de los primeros Upanishads apareció en la India varios siglos antes que el budismo, puede que incluso más de un milenio antes. Ambas doctrinas son formas de conocimiento espiritual nacidas de la tradición índica, por lo que tienen mucho en común. Numerosos expertos consideran que el budismo es una variante del vedanta, mientras que otros lo ven como un movimiento surgido como oposición al vedanta. En la India, el vedanta acabó absorbiendo al budismo, que ya en el siglo VII había dejado de ser una religión importante en el país. Los maestros vedánticos aceptaron la figura del Buda como una encarnación (avatara) del dios Vishnu (al igual que lo son Rama o Krishna), pero rechazaron ciertos aspectos de la filosofía budista, en particular su negación de la existencia de un creador.
El vedanta y el budismo comparten las ideas del karma, la reencarnación y la liberación del ciclo de renacimientos (samsara). Presentan prácticas similares de meditación y recitado de mantras. Observan las mismas disciplinas éticas de la no violencia (ahimsa) y el vegetarianismo, y ambos sistemas religiosos cuentan con órdenes monásticas bien desarrolladas y establecidas. En lo referente a su forma de considerar la verdad, tanto la variante mahayana del budismo como el vedanta advaita (no dual) conceden una especial importancia al Absoluto y consideran el mundo fenoménico como maya o ilusión.
Al igual que el budismo zen, el vedanta no dual resalta el Ser o la Naturaleza original como la Realidad suprema y honra la presencia de ese Ser en el mundo de la naturaleza. En consecuencia, los grandes swamis vedantines se retiran a los bosques para llevar una vida de meditación. Los maestros del vedanta veneran la inconmensurable belleza de la naturaleza ―revelada en montañas como la cordillera del Himalaya― como reflejo de nuestro verdadero Ser, el cual se encuentra más allá de las ilusiones del mundo.