Nada es definitivo: la clave para no rendirse

En los momentos difíciles, la tristeza, el miedo y la desesperanza pueden hacer que nos rindamos. En estos momentos, recordar que la adversidad no es permanente, que la vida es cambio, puede darnos esa esperanza que parece perdida.
Nada es definitivo: la clave para no rendirse

En este momento hay miles de personas afrontando adversidades que ponen a prueba su voluntad y sus recursos. Para ellas, el dolor se ha vuelto insoportable, al tiempo que la esperanza se ha perdido. Todos los intentos de mejorar la situación personal han sido infructuosos, y tirar la toalla parece la única salida.

Cualquiera de nosotros puede llegar a ser esa persona; por esto, en esos instantes en bueno recordar que nada es definitivo, esta es la clave para no rendirse.

La cara más cruel de esa desesperación es el momento en el que quitarse la vida parece la única salida. Se estima que cada año se suicidan cerca de 700 000 personas y varios estudios han encontrado que entre el 10 % y el 35 % de los jóvenes han experimentado ideación suicida. Por esto, es fundamental contar con estrategias para gestionar esas emociones que, parece, nunca nos abandonarán.

Nada es definitivo: recuérdalo cuando sientas la tentación de rendirte

En muchos de los casos, el suicidio y sus tentativas se producen porque la persona se encuentra tan inmersa en el sufrimiento que es incapaz de ver una salida. Así, el problema no reside tanto en soportar el dolor presente, sino en pensar que este nunca cesará.

Todos hemos caído en esa trampa de la mente. Aunque desde fuera sea evidente que la situación mejorará tarde o temprano, el miedo, la angustia y la tristeza pueden hacernos perder la perspectiva y convencernos de que nunca volveremos a estar bien. Y es esa desesperanza a futuro la que más perjuicio nos causa.

Precisamente por esto es bueno recordar que nada es definitivo, que todo pasa, que todo cambia, que el sol volverá a salir. Llevar a cabo este ejercicio en situaciones adversas puede resultar realmente complicado; por esto, te damos algunas sugerencias para lograrlo.

Mujer triste con las manos en la cara
Pensar que todo seguirá igual , que nada cesará, es una trampa de la mente.

Vigila tus sesgos cognitivos

Los sesgos cognitivos son interpretaciones erróneas que hacemos de la realidad en una dirección determinada. Recuerda que cómo te sientes no es el resultado directo de lo que te ocurre, sino del modo en que lo percibes, lo analizas y le das significado. Así, las ideas que generes en relación a tu situación particular pueden magnificarla y hacerla parecer insalvable o, por el contrario, ayudarte a capear el temporal.

Uno de los sesgos cognitivos que con más frecuencia nos conduce a la desesperación y nos hacen olvidar que nada es permanente es la sobregeneralización. En este caso, extrapolamos lo que nos sucede en un momento determinado a otros ámbitos que no están relacionados.

Por ejemplo, podemos pensar que “todo nos sale mal” y que “nunca volveremos a sentirnos felices”. En realidad, no todo nos sale mal (hay cosas positivas en nuestra vida más allá de esa adversidad) y no tenemos ninguna prueba para afirmar que el futuro será negativo.

Es importante que cuando te encuentres pensando de este modo, te detengas y analices esas creencias. ¿Son ciertas?, ¿qué hechos respaldan esto que tu mente afirma? Te darás cuenta de cómo tú mismo estás saboteando tu estado emocional con ese diálogo interno.

Recuerda que eres resiliente

Un ejercicio que puede serte de gran ayuda cuando atravieses momentos en los que deseas rendirte es recordar todas aquellas veces que en el pasado creíste que no podías más, y sí pudiste. Recordar esos retos que parecían insuperables y que enfrentaste con éxito. Hacerte consciente de que, aunque llegaste a pensar que nada mejoraría, sí sucedió.

Con esto identificarás y pondrás en valor tu resiliencia, una capacidad que ya posees y a la que puedes recurrir en este instante. Es la habilidad de afrontar la adversidad sin salir devastado, logrando incluso extraer algún aprendizaje. De seguro, ya lo hiciste en varios momentos en el pasado, y puedes hacerlo ahora. No te subestimes, no te rindas, eres capaz de salir adelante.

Utiliza el poder de la visualización

Por último, puedes emplear la visualización para ver más allá de este presente que te angustia y proyectarte en un futuro más próspero y agradable. Rumiar constantemente en tu mente sobre esta realidad dolorosa que te rodea solo incrementará tu malestar; no te hagas esto. En su lugar, ten la certeza de que el futuro será mejor y enfócate en esta imagen.

La visualización consiste en imaginar, de la forma más vívida posible, una escena agradable creada a voluntad. Así, crea una imagen de ti mismo en un futuro, habiendo superado este bache e imprégnate de lo que sentirías en ese momento: felicidad, tranquilidad, gratitud, alivio…

Repite esta visualización cada día y verás importantes cambios. En primer lugar, tu estado de ánimo mejorará progresivamente pues, al menos por un tiempo cada día, estarás sacando el enfoque de ese dolor presente que te ahoga y centrándolo en sensaciones agradables.

En segundo lugar, estarás cada vez más cerca de ese futuro esperanzador, pues visualizar te aportará la motivación que necesitas para trabajar por él.

Mujer con los ojos cerrados
La visualización puede ayudar a proyectarnos en un futuro más próspero y agradable.

Tu situación actual no es tu resultado final, nada es definitivo

En suma, recuerda que por muy dolorosa que sea hoy tu realidad, la situación siempre puede cambiar. Hoy quizás te sientas solo, fracasado, impotente o desesperanzado, pero esto no significa que mañana te vas a sentir igual. Si supieras que todo mejorará, que todo será diferente más adelante, no te rendirías.

Imagina que estás viendo una película de la que ya conoces el final. No te perturbarían los giros del guion, incluso aquellos en los que todo parece ir mal, porque ya sabes cómo termina. Lo mismo puedes aplicar a tu vida: esto es solo un capítulo, no te rindas. Recuerda que nada es definitivo.

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