Confianza – Una entrevista con Leo Hartong

Por Amigo Magazine
Confianza

La confianza es un tema específico que puede abordarse desde muchas direcciones. Por ejemplo, se puede hablar de la confianza ciega, pero también hay un uso inadecuado del término confianza. Algo en lo que se ha confiado durante años puede derrumbarse de repente. La palabra “crédito” viene directamente de la palabra griega “credere” que significa confiar, creer. Un banquero probablemente querría investigar un poco antes de concederte un crédito. La confianza también puede considerarse una especie de condición fundamental para funcionar correctamente en la vida cotidiana. La confianza mutua es una buena base para llevarse bien con los demás. Pero, en cuanto se habla de confiar en uno mismo, el advaita plantea inmediatamente la cuestión de qué es el yo. Razón suficiente para mantener una conversación con Leo Hartong, autor del libro “Despertar al sueño”.

No es una cuestión de creencia

Dick: Como probablemente sepas, este número de Amigo está dedicado al tema “La Confianza”. Hoy he estado pensando en cómo abordar este tema. Casualmente, estaba haciendo el crucigrama del periódico de hoy y para la pregunta 28 horizontal, “confianza”, tenía que escribir “creencia”.
Me pareció una buena idea para empezar. Al parecer, en este crucigrama se considera la confianza como un sinónimo de creencia. Confiar en algo es, entonces, lo mismo que creer en algo y hasta cierto punto puedo estar de acuerdo con esta idea.
¿Cómo ves la confianza o la creencia en el contexto del advaita?
¿Dirías que la confianza-creencia es un requisito mínimo para experimentar la unidad?

Leo: El advaita parece ser más para el escéptico, el adepto del Jnana yoga que busca respuestas en el pensamiento y la comprensión. Como tal, la confianza y la creencia parecen más adecuadas para el Bhakti yoga y la religión. La “conclusión” final de ambos ―el “camino” del conocimiento y el camino de la devoción― es la confianza y la entrega. Cuando esto ocurre, está claro que no hay absolutamente ninguna condición que deba cumplirse para que se produzca esta comprensión. Se trata de lo incondicional. La historia de Pablo en el camino a Damasco es la historia de un incrédulo que de repente ve la luz. Cuando se reconoce la unidad ya no es una cuestión de confianza sino de certeza. No se puede, ni se necesita, llegar a Eso-que-es. La unidad, como la llamas aquí, no es una experiencia para alguien; hay experienciar, pero no hay nadie que experiencie. Si hubiera alguien haciéndolo, no podríamos llamarlo Unidad.

D: Sin embargo, parece que para el buscador tiene que haber por lo menos una cierta creencia o confianza para emprender el camino de la auto-realización. Muchas personas realizadas pueden dar la fecha exacta de su realización ¿No implica eso un comienzo que surgió de una cierta confianza o creencia?

L: Si la búsqueda aparece, hay búsqueda y no hay nadie que pueda hacer nada al respecto. Cuando la búsqueda desaparece, podemos tender a considerar la confianza-creencia como un origen o razón aparente de esa búsqueda. Otros pueden atribuir su búsqueda a las dudas sobre lo que habían creído o confiado hasta ese momento. Es simplemente una cuestión de cómo se reconoce el impulso de búsqueda y se traduce en conceptos. En realidad, no hay ninguna verdadera razón o elección.

Confiar en el maestro

D: Leí el siguiente texto de Nisargadatta:

Cuando conocí a mi Gurú, él me dijo: «Tú no eres lo que crees que eres. Descubre lo que eres. Observa la sensación “yo soy”, encuentra tu verdadero Ser». Le obedecí, porque confiaba en él. Hice lo que me dijo. Todo mi tiempo libre lo pasaba observándome en silencio. ¡Y qué diferencia hubo!, ¡y qué pronto! Mi maestro me dijo que me aferrara tenazmente a la sensación “yo soy” y que no me apartara de ello ni un momento. Hice todo lo posible por seguir su consejo y, en un tiempo relativamente corto, me di cuenta de la verdad de su enseñanza. Todo lo que hice fue recordar constantemente su enseñanza, su rostro y sus palabras. Esto puso fin a la mente; en la quietud de la mente me vi tal y como soy: sin ataduras. Simplemente seguí la instrucción (de mi maestro), que consistía en centrar la mente en el puro ser “yo soy”, y permanecer en ello. Solía sentarme durante horas, con nada más que el “yo soy” en mi mente y pronto la paz y la alegría y un profundo amor que lo abarca todo se convirtieron en mi estado normal. En él todo desaparecía: yo mismo, mi Gurú, la vida que llevaba, el mundo que me rodeaba. Sólo quedaba la paz y un silencio insondable.

(YO SOY ESO, Conversaciones con Sri Nisargadatta Maharaj, Publicado por Acorn Press)

Naturalmente se podría decir que esta historia aparece como un concepto en nosotros. Pero a partir de las palabras de Nisargadatta me parece muy claro que su camino hacia el despertar comenzó con una confianza ilimitada en su maestro. Buscar la verdad en lo manifiesto parece una empresa precaria, pero ¿podríamos decir que, a través de sus palabras, se nos ha entregado una hermosa “receta” para la realización?

L: Este es un claro ejemplo de confianza, pero la historia de Nisargadatta es más una “descripción” que una “prescripción”. Es la forma en que surgió y se desarrolló para Nisargadatta. Para Ramana fue una experiencia de muerte, para Tony Parsons un paseo por el parque, para mí un simple “ahá”. No sabemos cuál será la gota que colme el vaso. Simplemente no hay fórmulas fijas para ciertas cosas. Algunos ejemplos: ganar en el casino, escribir una canción de éxito o enamorarse. Después de tener éxito en esas cosas podemos decir cómo sucedió, pero la mayoría de las veces no podemos repetir esas hazañas cuando queramos.

D: Leo, creo que esta pregunta se ha formulado en innumerables ocasiones: ¿Qué puedes decir exactamente sobre la “confianza” en tu maestro? Algunos responden que no son maestros, porque no hay nadie (Tony Parsons), otros (como Nisargadatta) tenían una confianza ciega en su maestro, otros dicen que hay que ver a un maestro al menos una vez para ver de qué se trata (Jan Koehoorn).
Tu escribiste un libro porque aparentemente hay cosas que explicar. Al final tienes que experimentarlo todo por ti mismo, pero sin un maestro de confianza, ¿sería posible el camino de la auto-realización? ¿Cuál es tu opinión al respecto?

L: No pretendí haber escrito mi libro para explicar algo, sino que cité un viejo dicho holandés, que se puede traducir como “La boca no tiene más remedio que hablar de lo que está lleno el corazón”. A través de ese libro, al igual que a través del olor de una rosa y de todo lo demás, el Uno se comparte consigo mismo. Al fin y al cabo, sólo hay un maestro; y éste está siempre presente. Nadie está nunca separado de este maestro, y no importa si éste aparece como intuición, como evento o como persona.

La confianza puede desempeñar un rol aparente

Esta entrevista trata de la confianza, pero no hagamos de ella un dogma. Antes he dado algunos ejemplos para mostrar que poner condiciones a lo incondicional no es una opción real; incluso si se trata de algo tan hermoso como la confianza. Por supuesto, la confianza puede desempeñar un papel aparente en la realización, pero también la enfermedad, la adversidad, la desesperación y la duda. También se podría suponer que la rendición y la aceptación son factores clave. La claridad puede surgir aparentemente a través de la confianza, pero también puede verse como algo que aparece espontáneamente o a través del agotamiento.

Cuando se produce la comprensión, está absolutamente claro que todo y nada puede “llevar a” la comprensión. Sin embargo, aquello a lo que apunta la palabra comprensión no es realmente un punto alcanzable en el tiempo. Siempre está disponible atemporalmente y más allá del bucle dualista de causa y efecto. Si fuera posible proporcionar una hoja de ruta universal para la iluminación, ya se habría logrado hace mucho tiempo. Si sientes que la confianza es esencial para ti, entonces puede que sea adecuada para ti, pero no podemos generalizar y proponer que la confianza abrirá la puerta a todo el mundo. Es una paradoja; estamos tratando aquí con lo universal mientras ―al mismo tiempo― es siempre único.

D: Me alegro de que introduzcas aquí la entrega y la aceptación: La confianza, la entrega, la aceptación y el dejar ir son más o menos extensiones una de la otra. Incluso si uno no puede alcanzar lo que ya es, sin embargo, parece ser lo que se esconde en estos conceptos, algo así como lo que se requiere para ver que no hay ego.

L: Esencialmente no se necesita nada. Todo ―y quiero decir todo― puede ser el último empujoncito hacia el reconocimiento (y la toma de conciencia) de que AHORA ya es Como-es. No dentro de un tiempo, no más tarde y no sólo cuando se hayan cumplido ciertas condiciones.

No digo que no haya ego, sino que el ego no es lo que tú eres exclusivamente. El ego es un objeto que aparece en la consciencia ilimitada que ES. Esta “esidad” no es “tu” identidad, sino ESO que aparece COMO identidad. Es ESO que realmente eres como Ser Verdadero impersonal.

El ego puede ser visto como inexistente o ser transcendido. También puede verse como un efecto secundario del funcionamiento natural del complejo cuerpo-mente. Una vez que se ha visto, simplemente puede permanecer en la imagen, al igual que una ilusión óptica no desaparece después de haber sido vista.

La idea persistente de que se necesita algo para ver lo que eres en realidad, es en sí misma un obstáculo. De nuevo, equivale a poner condiciones a lo incondicional. Podríamos decir que abandonar esta idea es lo mismo que comprender. El problema de decir esto es que a menudo se considera como un método más: “Vale, voy a dejarlo, voy a soltar esta idea, vale, ¡eso es lo que voy a hacer!”

No se trata de hacer o convertirse en algo, sino de ser; de lo que realmente y siempre ya eres. Ver esto no es tanto un resultado de dejar ir, sino que “dejar ir” y “ver” son dos formas de apuntar a la misma comprensión. Sucede simultáneamente. Se puede confiar en que ocurra por sí mismo, y que no hay ningún “yo” que pueda hacer nada al respecto. Esta confianza florece por sí misma. La verdadera confianza no puede ser una resolución o un acto de un “yo”.

Confianza, sólo confianza

D: ¿Así que uno podría ver la confianza simplemente como algo que se percibe sin ningún juicio; al igual que sentimientos tales como la seguridad, la esperanza, la alegría, o posiblemente la tristeza? ¿Es la confianza algo que, desde la perspectiva del ego, trata de hacer que el ego preste atención a lo que está sucediendo actualmente? En este caso, la confianza también podría ser una trampa, porque podría sugerir que la confianza conduce a algo. Casi se podría decir que hay que dudar de la confianza.

L: Sí, todo eso es posible. Es una de las infinitas posibilidades que la mente puede conjurar. Si se busca con la mente en la mente, sólo se encontrará la mente. Así la mente puede hacer que todo parezca muy complejo, mientras que en realidad se trata de algo claro y simple. Esta simplicidad es como el espacio; visible e invisible al mismo tiempo. Y al igual que el espacio, es fácilmente descartado como “nada”, mientras que en realidad es aquello en lo que todo aparece. Como el espacio, es a la vez indescriptible y totalmente simple; un secreto abierto y un claro misterio.

Se podría decir o pensar mucho sobre la confianza; al ego le puede parecer un refugio, o puede parecer una condición necesaria para encontrar la claridad, pero, al fin y al cabo, la confianza es simplemente confianza. Está ahí, o no lo está, y cuando se cae en la cuenta estará claro que no hay ninguna conexión subyacente entre los intentos del ego y la auto-realización. Excepto que, posiblemente, los continuos e infructuosos intentos del ego conduzcan finalmente a la comprensión de que hacer un esfuerzo no es necesario. En ese momento hay rendición sin que nadie se rinda.

¿Gracia divina?

D: En su libro “Despertar al sueño” usted habla acerca de este “caer en la cuenta”: “Aunque esta realización viene por sí misma ― a menudo se le llama ‘gracia’― no es algo que uno tenga que esperar”.
¿Puede decir algo sobre esta gracia? Parece que la gracia es un regalo o una recompensa. Una vez leí que alguien comparaba la auto-realización con un globo que se recibe al comprar un par de zapatos nuevos.

L: La gracia parece más un regalo que una recompensa, pero no es ninguna de las dos cosas. Si fuera un regalo para alguien, o una recompensa por algo, volveríamos a la dualidad de causa y efecto. No es de extrañar que el intelecto lo aborde de forma dualista. Sólo puede funcionar dividiendo todo en pares de opuestos como el bien y el mal, la causa y el efecto, el rendimiento y la recompensa. Al final, la gracia también es sólo un indicador de algo que sólo se puede reconocer directamente. Tal vez todo esto suene un poco abstracto, pero en realidad es tan simple como la palabra “dulce” que no tiene en sí misma ningún sabor. En este contexto, la palabra gracia apunta a Aquello que es; a Aquello que se expresa a través de la mente como un pensamiento, el pensamiento “Yo soy”. Apunta a la esencia y al mismo tiempo al reconocimiento de este núcleo, como aquello que ya y verdaderamente eres, no lo conocido, sino el Ser “Conocedor”.

No es «tu» asunto

D: Si “yo” le entiendo correctamente, entonces hay solo el Sí mismo o el Ser y todo emana de eso. El llamado buscador inexistente trata de encontrar el camino en todo esto por medio de palabras tales como confianza, gracia o lo que sea. De esta manera todo parece un juego; pero ¿qué pasa con las “tareas” que “nosotros” tenemos en el mundo manifiesto?

L: Sólo existe el Ser Único que aparece como todo; incluyendo al buscador y lo buscado. Aparecen infinitas variaciones dentro de una única sustancia, que ―al igual que la arcilla― puede asumir cualquier forma, desde un demonio hasta un ángel, sin cambiar su esencia.

En efecto, se puede ver esto como un juego. Los hindúes lo llamaban “Lila”; el juego en el que el Ser es el único actor que interpreta todos los papeles. Esta es una hermosa metáfora, pero, como todas las metáforas, es simplemente un indicador. Ningún concepto puede contenerlo, pero a veces tal concepto puede dar en el blanco, haciéndose después superfluo. Como decía Alan Watts: “Cuando hayas entendido el mensaje, cuelga el teléfono”. Obviamente, se trata de una metáfora de antes de los teléfonos móviles, pero sigue siendo muy clara.

Las “tareas” que mencionas y esta manifestación no pueden separarse la una de la otra; igual que la forma y la sustancia no pueden separarse. Si hay “tareas”, entonces es así como se manifiesta la Unidad. No son realmente nuestras tareas. Todo se hace, pero no hay un hacedor personal que lleve a cabo estas tareas. Toda la actividad es la Unidad apareciendo como actividad.

Confianza incondicional

D: Esta es una imagen maravillosa: el Sí mismo apareciendo como todo. Así también como este mundo con innumerables personas que parecen presentarse como individuos, separados de la totalidad, como buscadores y no buscadores. En este mundo aparecen cosas; cosas como la ambición, los sentimientos de poder y de impotencia, las ideas de las cosas que uno tiene que realizar, los logros aparentes, los pensamientos de que todo podría o debería ser diferente, el sentimiento de confianza, o el deseo de iluminación o de tranquilidad. ¿No es así?

L: Sí, así es. Eso no quiere decir que ahora lo hayamos explicado todo. Usted podría decir que la Auto-realización es igual al Auto-asombro. Este asombro es sobre la “seidad” de la Conciencia y todo lo que aparece en ella. Una flor es simplemente una flor, pero también es el Uno que aparece como una flor. Como la identificamos con la palabra “flor”, nos apresuramos a asumir que sabemos exactamente lo que es. No importa lo que se diga de ella, nunca es suficiente. Si se ve esta indescriptibilidad esencial, entonces hay lugar para el asombro de que exista algo en absoluto. Aparentemente, a partir de la nada absoluta, hay algo, mientras que la lógica de la causa y el efecto dicta que debería haber incluso menos que nada.

El misterio de esta Presencia es que no puede convertirse en un objeto de experiencia. Es tanto el hecho de experienciar, como lo que se experiencia, y va más allá de ambos, hacia lo que une al sujeto y al objeto en sí mismo. Este Ser más esencial es extraordinariamente ordinario, siempre, y sin embargo, atemporalmente presente. Es lo que es; es lo que somos.

Por supuesto, esta Presencia, más allá de la idea de que somos meros seres transitorios de carne y hueso, también podría llamarse Confianza Incondicional. En ese caso, no significa algo que pueda ser hecho por una persona, sino que es un indicador potencial de lo innombrable Eso-que-es.

D: Me parece correcto terminar esta entrevista con esta “Confianza Incondicional”. No es algo para alcanzar o entender, sino simplemente un indicador de Eso-Que-Es. ¿Qué más podríamos decir sobre ello? Gracias.

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