Descubrir al observador
“Aun cuando parezca increíble, cuando el estudiante se observa a sí mismo no se recuerda a sí mismo.
Los aspirantes, fuera de toda duda, realmente no se sienten a sí mismos, no son conscientes de sí mismos.
Parece algo inverosímil que cuando el aspirante gnóstico auto‑observa su forma de reír, hablar, caminar, etc., se olvida de sí mismo, esto es increíble, pero cierto.
Sin embargo, es indispensable tratar de recordarse a sí mismo, mientras se auto‑observa, esto es fundamental para lograr el despertar de la conciencia.
Auto‑observarse, auto‑conocerse, sin olvidarse de sí mismo, es terriblemente difícil, pero espantosamente urgente para lograr el despertar de la Conciencia.
V.M. Samael
De este modo el M. Samael nos hace ver la diferencia entre una simple observación de sí mismos y un recuerdo de sí mismos, lo que significa que, aunque prestemos atención en nuestra observación sobre lo que hacemos, sentimos y pensamos seguimos olvidados de nuestra profunda realidad, por ello al estudiante gnóstico le cuesta tanto despertar su conciencia. La cuestión entonces es ¿cómo alcanzar el recuerdo de sí mismos? Alcanzar el recuerdo de sí mismos implica descubrir al observador, darse cuenta de quien observa, para ello primero debemos alcanzar una mente serena o contemplativa, existe la enseñanza budista del maha-Mudra (gran postura o posicionamiento) que procede a descubrir al observador en tres pasos basándose en una práctica de la mente serena, primero se indica que el estudiante observe lo bueno y malo de su mente es decir aquello que es beneficioso o perjudicial para uno mismo, esto puede llevar su tiempo, aquí se valoran las virtudes y los defectos. En un segundo nivel se pide al estudiante que en base a una mente serena observe la parte activa y pasiva de la mente, aquí el estudiante percibe con mayor claridad cómo y porque funciona su mente, se da cuenta de cómo interactúa la realidad exterior con la realidad interior y viceversa, comprende los mecanismos de reacción de su mente, observa con mayor claridad cómo y de donde vienen las imágenes, recuerdos, proyecciones, emociones, etc. a la vez observa su mente serena, en silencio, contemplando como la sabiduría surge espontáneamente sin necesidad del razonamiento o la palabrería. Pero aun con todo ello, aunque el estudiante haya observado lo virtuoso y lo pecaminoso, y siga observando lo activo y pasivo de la mente aún no ha alcanzado el recuerdo de sí mismo.
Ya en un tercer nivel se pide al estudiante ya experimentado en su trabajo que observe o descubra al “observador”, es decir que descubra a quien ha observado lo bueno y lo malo de la mente, que descubra a quien ha observado lo activo y lo pasivo de la mente, es entonces cuando el ejercicio de contemplación u observación serena se vuelve hacia lo más profundo de sí mismos y ¡maravillas de las maravillas! Con asombro inusitado se descubre quien observa. Cualquier neófito o mediano practicante puede dar una respuesta intelectual al respecto y decir que el observador es la conciencia, pero esta no es la respuesta real, ya que de lo que se trata es de descubrir en la práctica real al observador, entonces sorpresa, uno descubre por sí mismo que en el lugar del observador no hay nadie, no hay nada, solo un enorme espacio vacío. Es entonces cuando en verdad se descubre la realidad del vacío budista.
Alcanzado el tercer nivel Maha-Mudra nos posicionamos en el recuerdo de sí mismos, en nuestra auténtica realidad, sucede entonces, que la observación de sí mismos se realiza ya de un modo consciente recordando o teniendo presente nuestra realidad vacua o vacía, es decir, que la realidad de nuestro Ser es un espíritu sin ente o sin identidad alguna siendo completamente vacío, podemos descubrir con plena naturalidad que toda forma física o psíquica es originado por el vacío. El vacío es una traducción occidental al termino hindú “Sunyata” que significa estado potencial o de preñez, esto significa que nuestro espíritu o Ser es un estado potencial ilimitado.
El comprender que nuestra profunda realidad es vacía resulta catastrófico para nuestro ego, pues es entonces cuando podemos reconocer que toda la estructura de nuestro ego es una pura ilusión, una fantasía sin propósito y que todo aquello que consideramos real no es más que un sueño. Al mismo tiempo, al descubrir que nuestra realidad es vacía, carente de ente o identidad alguna nuestra conciencia se libera sorteando cualquier obstáculo o limitación, entrando en un espacio indefinible, abstracto, completamente libre. Al introducirnos en este espacio vacío e ilimitado comprendemos que a mayor conciencia de sí mismos nuestra conciencia más se integra en la Conciencia Cósmica menguando cualquier identidad a la que estemos aferrados o apegados. Citando a San Juan de la Cruz: “Nada soy, nada tengo, nada quiero”.
Descubrir al observador es alcanzar el recuerdo real de sí mismos, de esta manera podemos hacer presente la realidad ultima de nuestro Ser.
Atentamente:
Rafael Pavía.
https://conciencianodual.blogspot.com/2022/03/descubrir-al-observador.html
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