La guerra de Ucrania simplemente ha acelerado un proceso que ya estaba en marcha, el del encarecimiento y la creciente escasez de materias primas, energéticas y de todo tipo.

No vemos la magnitud de lo que viene porque hasta ahora hemos tenido un problema de precios porque ha habido una demanda que sube frente a una oferta que no crece más. Pero vendrá una verdadera escasez, con recortes de producción muy importantes. Se han encarecido el transporte y los fertilizantes nitrogenados a causa de los precios del gas, pero es que entramos en otra dimensión, porque Rusia ha invadido el granero de Europa, un país de 40 millones de habitantes que tiene capacidad para alimentar 600 millones. Será una crisis dura con un alto potencial de generar inestabilidad porque habrá escasez de cereales en todo el mundo y sobre todo en el norte de África, pero es que después vendrá la crisis del diésel.

En el 2012 ya vi que de todos los combustibles que llegan del petróleo el que primero daría síntomas de agotamiento sería éste. La producción cae desde 2018 porque el petróleo de buena calidad, necesario para hacer diesel, tocó techo en 2015. ¡Hemos tenido 17 años para adaptarnos y no lo hemos hecho!

Creo que toda la discusión en torno a la transición energética está completamente equivocada porque se plantea no hacer otro cambio más que sustituir los combustibles fósiles por renovables. Este modelo de transición hacia la renovable eléctrica industrial, por la que se apuesta, tiene varios problemas. Uno de los más evidentes es que depende tanto de los combustibles fósiles como de materiales que ya son escasos o que lo serán en breve si todo el mundo va hacia aquí.

La Agencia Internacional de la Energía ha sacado un decálogo para ahorrar rápidamente petróleo. Propone, por ejemplo, que los domingos no se coja el coche. Se debe reducir el consumo pero no con medidas a toda prisa, desordenadas y utilizando los mecanismos de mercado de siempre sin abordar la necesaria transformación que debemos hacer del modelo social y económico.

Es necesaria una reforma del sistema financiero radical para conseguir que se financien proyectos de interés comunitario sin esperar recibir un interés por el dinero, ser autosuficientes en el aspecto alimentario, relocalizar la producción y cambiar el modelo de producción y consumo. La base del capitalismo es el crecimiento infinito, pero es que es evidente que en algún momento la cosa iba a petar. Ya lo hacía en lo medioambiental, pero es que ahora se vuelve a dar un mensaje erróneo, porque cuando empezó el problema de las cadenas de suministro y la escasez de materias primas se dijo que era coyuntural, y no es así . Los recursos son limitados y el problema comienza no cuando se agotan sino cuando la producción comienza a descender. Debemos asumir que, aunque estamos consumiendo más energía que nunca, tenemos una crisis energética y es el momento de empezar a consumir menos. Será un cambio progresivo, de años y décadas, y tendrán que hacerse sacrificios, pero no se puede escoger.